/ miércoles 29 de abril de 2020

Por el rescate de las PyMES, la salvación de las y los mexicanos

Entre decisiones polémicas, falta de acciones e incertidumbre, la crisis sanitaria por Covid-19 se ha ido sorteando de una u otra manera, lo cual dejará indudablemente consecuencias graves para las familias que lo que menos desean es perder un ser querido o ser afectado permanentemente por los estragos que puede ocasionar a largo plazo un virus como el que hoy aqueja a toda la humanidad.

Pero, al mismo tiempo, una vez que salgamos del confinamiento, que se permita abrir negocios, reactivar la economía, nos encontraremos con un engranaje oxidado por el olvido de las decisiones institucionales, de tal manera que para poder levantarnos vamos a requerir más que buenas intenciones y extensos discursos.


Sin siquiera pensar en el futuro, los datos oficiales arrojan que se han perdido millones de empleos en el mundo. En países como EU, se han registrado altas tasas de desempleo de las cuales no se tiene registro reciente. Pero en México, en apenas un mes, prácticamente se han perdido ya 346 mil empleos, lo cual es solo la punta del iceberg que será el impacto económico en meses venideros.

La mayor parte de empleos formales en nuestro país, es decir, el 70 por ciento, es generado por las pequeñas y medianas empresas, lo que equivale aproximadamente a 21 millones de empleos para las y los mexicanos. En números macroeconómicos, las Pymes aportan el 52 por ciento del PIB; por ello, es en ese sector donde se deben enfocar los esfuerzos institucionales y empresariales para sacar adelante al país.

Esto lo tiene muy claro el Consejo Coordinador Empresarial, ya que, a través de la Canacintra convocó a mesas de trabajo entre varios actores políticos, sociales y económicos para construir un acuerdo nacional con propuestas concretas para implementar en favor de las Pymes y aminorar en cierto sentido el golpe económico.


En el análisis propuesto por una servidora, entendemos que mucho necesitamos del gobierno, a través de estímulos, de créditos, de aplazamiento en el pago de impuesto, de adquirir deuda responsable pero para apoyar a este sector. Estamos en un momento crucial en el que, de no tomar decisiones, nos estaremos lamentando gravemente. Esos créditos puede obtenerse a través de la banca de desarrollo; generar que los créditos a la palabra lleven a los comerciantes al mercado formal; dichos créditos además con tasas de interés bajas, accesibles; y para quien tenga transacciones con Gobierno, este debe pagar en menores tiempos que lo que hoy lo hace.


Todo derivado de la inyección de 750 mil millones que inyectó Banxico, de los cuales, al menos una tercera parte se debe enviar a instituciones crediticias etiquetado para la provisión de esos créditos.


Ello de la mano con una reasignación de los 622 mil 556 millones de pesos que hoy se ocupan para programas no esenciales; tomar recursos del Fondo Nacional de Infraestructura; y, desde luego, tomar la línea de crédito con el Fondo Monetario Internacional como lo han hecho otros países.


Este tipo de ejercicios, más que deconstructivos, son una oportunidad para unirnos como nación através de acciones concretas, responsables y sin afán de protagonismo político.

Entre decisiones polémicas, falta de acciones e incertidumbre, la crisis sanitaria por Covid-19 se ha ido sorteando de una u otra manera, lo cual dejará indudablemente consecuencias graves para las familias que lo que menos desean es perder un ser querido o ser afectado permanentemente por los estragos que puede ocasionar a largo plazo un virus como el que hoy aqueja a toda la humanidad.

Pero, al mismo tiempo, una vez que salgamos del confinamiento, que se permita abrir negocios, reactivar la economía, nos encontraremos con un engranaje oxidado por el olvido de las decisiones institucionales, de tal manera que para poder levantarnos vamos a requerir más que buenas intenciones y extensos discursos.


Sin siquiera pensar en el futuro, los datos oficiales arrojan que se han perdido millones de empleos en el mundo. En países como EU, se han registrado altas tasas de desempleo de las cuales no se tiene registro reciente. Pero en México, en apenas un mes, prácticamente se han perdido ya 346 mil empleos, lo cual es solo la punta del iceberg que será el impacto económico en meses venideros.

La mayor parte de empleos formales en nuestro país, es decir, el 70 por ciento, es generado por las pequeñas y medianas empresas, lo que equivale aproximadamente a 21 millones de empleos para las y los mexicanos. En números macroeconómicos, las Pymes aportan el 52 por ciento del PIB; por ello, es en ese sector donde se deben enfocar los esfuerzos institucionales y empresariales para sacar adelante al país.

Esto lo tiene muy claro el Consejo Coordinador Empresarial, ya que, a través de la Canacintra convocó a mesas de trabajo entre varios actores políticos, sociales y económicos para construir un acuerdo nacional con propuestas concretas para implementar en favor de las Pymes y aminorar en cierto sentido el golpe económico.


En el análisis propuesto por una servidora, entendemos que mucho necesitamos del gobierno, a través de estímulos, de créditos, de aplazamiento en el pago de impuesto, de adquirir deuda responsable pero para apoyar a este sector. Estamos en un momento crucial en el que, de no tomar decisiones, nos estaremos lamentando gravemente. Esos créditos puede obtenerse a través de la banca de desarrollo; generar que los créditos a la palabra lleven a los comerciantes al mercado formal; dichos créditos además con tasas de interés bajas, accesibles; y para quien tenga transacciones con Gobierno, este debe pagar en menores tiempos que lo que hoy lo hace.


Todo derivado de la inyección de 750 mil millones que inyectó Banxico, de los cuales, al menos una tercera parte se debe enviar a instituciones crediticias etiquetado para la provisión de esos créditos.


Ello de la mano con una reasignación de los 622 mil 556 millones de pesos que hoy se ocupan para programas no esenciales; tomar recursos del Fondo Nacional de Infraestructura; y, desde luego, tomar la línea de crédito con el Fondo Monetario Internacional como lo han hecho otros países.


Este tipo de ejercicios, más que deconstructivos, son una oportunidad para unirnos como nación através de acciones concretas, responsables y sin afán de protagonismo político.