/ martes 12 de marzo de 2024

Avanza análisis sobre el fardo mortuorio de Zimapán 

Los nuevos estudios revelan que la osamenta cuenta con mil años de antigüedad 

A cuatro meses de que se cumplan diez años del hallazgo del fardo mortuorio encontrado en julio de 2014, en un abrigo rocoso, una especie de cueva, de la comunidad El Saucillo en Zimapán, los procesos de conservación e investigación continúan y a través del estudio de arqueometría aplicada tanto a los restos óseos como a los textiles se confirmó que se trata de un individuo de sexo masculino y probablemente seminómada, quien tendría alrededor de veinte años al momento de ser enterrado en esta zona de Hidalgo, hace aproximadamente mil años.

Ariana Aguilar Romero, arqueóloga egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia y quien laboraba para el Instituto Nacional de Antropología e Historia de Hidalgo, en el hallazgo, recordó para El Sol de Hidalgo, que el fardo mortuorio, como se le conoce al bulto que en este caso fue formado por un petate elaborado de palma y un textil en algodón para envolver el cadáver, fue descubierto por un grupo de pastores al rascar entre la tierra.

La especialista indicó que este hallazgo obedece a una forma de enterramiento prehispánico y que desde que fue encontrado se conformó un equipo interdisciplinario encargado de la conservación, restauración e investigación el cual es encabezado por Luisa Mainou, restauradora de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) del INAH, ubicado en la Ciudad de México, en donde se localiza desde que fue encontrado hace casi diez años.

Detalló que los estudios más recientes revelan que el sujeto que estaba por concluir su segunda década de vida, probablemente era seminómada ya que los rasgos del cráneo no concuerdan con los de los grupos mesoamericanos.

Mencionó que al momento de ser encontrado los campesinos hicieron algunas aberturas al envoltorio con un objeto punzocortante, esto tuvo consecuencias que si bien, no permitieron tener el fardo completo, les dieron la posibilidad de abrirlo para realizar novedosos estudios que hasta el momento no se habían realizado en hallazgos con estas características en Hidalgo.

El corte que le hicieron, dijo, les permitió levantar la parte superior del petate y la tilma en la que estaba envuelto por lo que pudieron extraer la osamenta en orden anatómico, proceso que comenzó por la cabeza hasta que llegaron a los pies.

Indicó que, en esta operación, debido a las características semiáridas de El Saucillo en Zimapán, posibilitaron su conservación, entre estos restos de tejido blando, que resguardaron de manera especial con la finalidad de preservarlos y realizar distintos estudios, pues acotó éste es uno de los esqueletos prehispánicos más completos en todo el país.

La también investigadora, mencionó que si bien los estudios avanzan lentos, han permitido la implementación de nuevas técnicas y sistemas de conservación como la utilización de papel japonés para devolverle la estructura y cohesión al petate, una pieza que al igual que la mortaja, un textil de algodón de hilo grueso, elaborado con telar de cintura, miden alrededor de 2.40 por 1.48 centímetros.

Finalmente, a pregunta expresa, la arqueóloga mencionó que no se cuenta en Hidalgo con un recinto que permita no solo exhibir, sino conservar tanto la osamenta como los textiles y menos aún, aseguró, que permita continuar con los estudios científicos.


A cuatro meses de que se cumplan diez años del hallazgo del fardo mortuorio encontrado en julio de 2014, en un abrigo rocoso, una especie de cueva, de la comunidad El Saucillo en Zimapán, los procesos de conservación e investigación continúan y a través del estudio de arqueometría aplicada tanto a los restos óseos como a los textiles se confirmó que se trata de un individuo de sexo masculino y probablemente seminómada, quien tendría alrededor de veinte años al momento de ser enterrado en esta zona de Hidalgo, hace aproximadamente mil años.

Ariana Aguilar Romero, arqueóloga egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia y quien laboraba para el Instituto Nacional de Antropología e Historia de Hidalgo, en el hallazgo, recordó para El Sol de Hidalgo, que el fardo mortuorio, como se le conoce al bulto que en este caso fue formado por un petate elaborado de palma y un textil en algodón para envolver el cadáver, fue descubierto por un grupo de pastores al rascar entre la tierra.

La especialista indicó que este hallazgo obedece a una forma de enterramiento prehispánico y que desde que fue encontrado se conformó un equipo interdisciplinario encargado de la conservación, restauración e investigación el cual es encabezado por Luisa Mainou, restauradora de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) del INAH, ubicado en la Ciudad de México, en donde se localiza desde que fue encontrado hace casi diez años.

Detalló que los estudios más recientes revelan que el sujeto que estaba por concluir su segunda década de vida, probablemente era seminómada ya que los rasgos del cráneo no concuerdan con los de los grupos mesoamericanos.

Mencionó que al momento de ser encontrado los campesinos hicieron algunas aberturas al envoltorio con un objeto punzocortante, esto tuvo consecuencias que si bien, no permitieron tener el fardo completo, les dieron la posibilidad de abrirlo para realizar novedosos estudios que hasta el momento no se habían realizado en hallazgos con estas características en Hidalgo.

El corte que le hicieron, dijo, les permitió levantar la parte superior del petate y la tilma en la que estaba envuelto por lo que pudieron extraer la osamenta en orden anatómico, proceso que comenzó por la cabeza hasta que llegaron a los pies.

Indicó que, en esta operación, debido a las características semiáridas de El Saucillo en Zimapán, posibilitaron su conservación, entre estos restos de tejido blando, que resguardaron de manera especial con la finalidad de preservarlos y realizar distintos estudios, pues acotó éste es uno de los esqueletos prehispánicos más completos en todo el país.

La también investigadora, mencionó que si bien los estudios avanzan lentos, han permitido la implementación de nuevas técnicas y sistemas de conservación como la utilización de papel japonés para devolverle la estructura y cohesión al petate, una pieza que al igual que la mortaja, un textil de algodón de hilo grueso, elaborado con telar de cintura, miden alrededor de 2.40 por 1.48 centímetros.

Finalmente, a pregunta expresa, la arqueóloga mencionó que no se cuenta en Hidalgo con un recinto que permita no solo exhibir, sino conservar tanto la osamenta como los textiles y menos aún, aseguró, que permita continuar con los estudios científicos.


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