Pachuca, Hidalgo.- Inicia septiembre y con él un nuevo periodo legislativo, en el cual los legisladores asumimos un gran compromiso con los mexicanos y con la república. Desde este privilegiado espacio se analizarán y discutirán iniciativas de leyes y reformas a las mismas. Todo ello deberá darse en un ambiente de civilidad política que considere la disposición a escuchar opiniones diversas y a construir un clima de acuerdos que permitan generar opciones de desarrollo al país. Uno de los temas de inicio es el de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el cual se ha venido revisando y que hoy supone la definición de un acuerdo entre Estados Unidos de América (EUA) y México, mientras que en estos días se deberá conocer la postura de Canadá sobre todo en lo que respecta a su relación con EUA. Si bien en la mesa los legisladores hay temas pendientes como el de los nombramientos de los titulares de las fiscalías (general y anticorrupción), el de mayor peso económico y que puede definir la línea de salida de la próxima administración es el del libre comercio con Estados Unidos y (posiblemente) Canadá. Se trata de una definición que involucra sectores industriales, comerciales y de servicios que se convirtieron en elementos dinamizadores de la economía mexicana. No hay que perder de vista el volumen de ventas de las empresas manufactureras asentadas en el país que tienen como objetivo comercial los mercados del norte, tampoco hay que soslayar el monto de la inversión canadiense y estadounidense en el país, pues ambas representan alrededor del 55% de la inversión extranjera directa captada por la economía nacional. El peso de esta inversión y el impacto de la operación de las empresas exportadoras en la economía y en las entidades federativas es, sin duda, de tal magnitud que hace necesario garantizar mercados y flujos de financiamiento para no frenar el impulso que los sectores involucrados le dan al empleo y al crecimiento económico. Como se ha visto, pese al relevo constitucional del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo, mantener garantías a los actores del comercio de América del Norte sigue y seguirá siendo central para mantener márgenes de acción del gobierno federal y de la economía en general. De ahí la responsabilidad con que el Legislativo y el Ejecutivo federales deberán abordar la discusión del acuerdo comercial, preferentemente trilateral auque -si no hay opciones- se convierta en bilateral. Sí es importante es reiterar que en las relaciones con el exterior es fundamental mantener un frente unido legislativo-ejecutivo, pues más allá de las diferencias normales en un régimen democrático, se debe mantener la unidad en torno a los máximos intereses de la nación. La responsabilidad es compartida y el debate necesario; en consecuencia, la disposición a llegar a acuerdos es indispensable y necesaria.
Pachuca, Hidalgo.- Inicia septiembre y con él un nuevo periodo legislativo, en el cual los legisladores asumimos un gran compromiso con los mexicanos y con la república. Desde este privilegiado espacio se analizarán y discutirán iniciativas de leyes y reformas a las mismas. Todo ello deberá darse en un ambiente de civilidad política que considere la disposición a escuchar opiniones diversas y a construir un clima de acuerdos que permitan generar opciones de desarrollo al país. Uno de los temas de inicio es el de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el cual se ha venido revisando y que hoy supone la definición de un acuerdo entre Estados Unidos de América (EUA) y México, mientras que en estos días se deberá conocer la postura de Canadá sobre todo en lo que respecta a su relación con EUA. Si bien en la mesa los legisladores hay temas pendientes como el de los nombramientos de los titulares de las fiscalías (general y anticorrupción), el de mayor peso económico y que puede definir la línea de salida de la próxima administración es el del libre comercio con Estados Unidos y (posiblemente) Canadá. Se trata de una definición que involucra sectores industriales, comerciales y de servicios que se convirtieron en elementos dinamizadores de la economía mexicana. No hay que perder de vista el volumen de ventas de las empresas manufactureras asentadas en el país que tienen como objetivo comercial los mercados del norte, tampoco hay que soslayar el monto de la inversión canadiense y estadounidense en el país, pues ambas representan alrededor del 55% de la inversión extranjera directa captada por la economía nacional. El peso de esta inversión y el impacto de la operación de las empresas exportadoras en la economía y en las entidades federativas es, sin duda, de tal magnitud que hace necesario garantizar mercados y flujos de financiamiento para no frenar el impulso que los sectores involucrados le dan al empleo y al crecimiento económico. Como se ha visto, pese al relevo constitucional del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo, mantener garantías a los actores del comercio de América del Norte sigue y seguirá siendo central para mantener márgenes de acción del gobierno federal y de la economía en general. De ahí la responsabilidad con que el Legislativo y el Ejecutivo federales deberán abordar la discusión del acuerdo comercial, preferentemente trilateral auque -si no hay opciones- se convierta en bilateral. Sí es importante es reiterar que en las relaciones con el exterior es fundamental mantener un frente unido legislativo-ejecutivo, pues más allá de las diferencias normales en un régimen democrático, se debe mantener la unidad en torno a los máximos intereses de la nación. La responsabilidad es compartida y el debate necesario; en consecuencia, la disposición a llegar a acuerdos es indispensable y necesaria.
