Los debates son indispensables en la vida política en cualquier democracia, permiten en primera instancia conocer cuáles son las capacidades y visiones de aquellas personas que se postulan para un cargo público y que requieren del voto de la ciudadanía para acceder a él; asimismo, se convierte en un espacio en el cual se presentan las principales propuestas, planes y proyectos por los cuales se quiere acceder al poder, permitiendo que el electorado contraste, compare y pueda decidir informado.
El primer debate presidencial televisado en el mundo y que fue sumamente icónico, dejando prácticamente como legado el canon de la mercadotecnia y las recomendaciones de qué hacer y qué no hacer en un debate, desde comunicación verbal y no verbal, así como recomendaciones de imagen pública, fue el de las elecciones generales de los Estados Unidos de Norteamérica, el cual se celebró el 26 de septiembre de 1960 entre el senador estadounidense John F. Kennedy, el candidato demócrata, y el vicepresidente Richard Nixon, el candidato republicano.
En México el primer debate presidencial que se realizó fue el 12 de mayo de 1994, con la participación de los candidatos Ernesto Zedillo (PRI), Diego Fernández de Cevallos (PAN) y Cuauhtémoc Cárdenas (PRD); fue un debate muy significativo en la vida política de nuestro país, en primera instancia por las circunstancias tan convulsas de aquel fatídico año; además, porque fue desarrollado en un momento clave, donde México tuvo transformaciones muy importantes como haber conformado la institución electoral ciudadana que gozó de un alto prestigio y que permitió confiabilidad en las futuras elecciones, me refiero al Instituto Federal Electoral, este debate y la lucha democratizadora de la sociedad permitieron la primera alternancia política en el año 2000.
Los debates políticos además, permiten ratificar una visión de gobierno o cuestionarla fuertemente; en los minutos en el que se desarrolla un debate resultan ser cruciales, ya que pueden cambiar la intención de los votantes o pueden convertirse en espacios meramente anecdóticos, destacando más las confrontaciones, las equivocaciones o los momentos incómodos o cómicos; sin embargo, considero que la aportación más importante de un debate es medir y poner de manifiesto ante la ciudadanía la idoneidad de quien aspira a un cargo de elección popular; ya que, a través de su desenvolvimiento, la contundencia de sus ideas, el respaldo de su preparación; el aspirante a ganarse la voluntad del electorado logra proyectar la suficiente estatura para el cargo que desea.
Les invito como un ejercicio de fortalecimiento de la democracia que estemos pendientes de todos los debates, ya que es un tema que nos concierne a todas y a todos.
“… La transformación exige de grandes objetivos que sólo se cumplen mediante el esfuerzo, la disciplina cotidiana y la convicción de aportar por el bien común…” Osiris Leines.