/ martes 9 de agosto de 2022

El Barco se Hunde

En los países de tradición democrática, la soberanía reside en el Pueblo y, como señala nuestra constitución, es inalienable e imprescriptible y todo poder publico dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste.

Pues bien, a pesar de ello, las ansias de poder del presidente lo han hecho olvidar que juró guardar y hacer guardar la Constitución mirar en todo por el bien y prosperidad de la Nación.

A casi cuatro años de su mandato, Andrés Manuel sabe que su poder empieza a diluirse por el simple hecho de que el tiempo se le agota y en pocos meses deberá elegir entre sus “corcholatas” a quien procurará encumbrar para que logre ocupar el espacio que dejará. Andrés Manuel sabe que esa decisión, sí o sí generará rupturas.

Las “corcholatas” también lo saben, por eso se dio una lucha encarnizada en el pasado proceso para integrar el consejo nacional y estatal de Morena para que los suyos obtuvieran un lugar en dichos espacios de decisión que les serán muy útiles cuando venga el momento de las definiciones. No me voy a detener a enumerar la serie de irregularidades y delitos que se cometieron. Todos nos dimos cuenta de ello, de nada sirvieron las proclamas de unidad, ni la perorata de que ellos son diferentes, más honestos y limpios y sus procesos internos, ejemplo de democracia.

Ante esta realidad, las preocupaciones de AMLO han aumentado, porque además esta consciente de que no tiene el control que necesita en el Poder Legislativo para poder realizar las reformas que le permitan consolidar su proyecto de Nación.

Desde hace semanas AMLO viene dando visos de desesperación lo que se evidencia por el recrudecimiento de sus ataques en contra de la oposición, periodistas y medios de comunicación, así como integrantes de la sociedad que le recriminan, con sobrada razón, por sus insensatas decisiones.

Mientras que el presidente continua empeñado en seguir inyectando recursos a sus improductivas obras y mantener bajo el precio de la gasolina de manera artificial para que el mundo no termine por venírsele encima, el incontrolable alza de la canasta básica, la ruina del sistema de salud y del sistema educativo, el alto índice de desempleo y la pésima postura adoptada contra el gobierno de Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, están incitando a los mexicanos a pensar cómo pueden recuperar la soberanía como una prerrogativa total y absolutamente del pueblo.

Andrés Manuel no quiere perder el poder, tiene miedo y este desesperado, por eso la decisión de incorporar la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, porque el supone que tiene comiendo de la mano al ejercito y quiere que los integrantes de las Guardia Nacional hagan lo mismo. El presidente esta militarizando el país, son los militares los que hoy controlan los puertos, las aduanas, aunque si se trata de combatir la violencia y la impunidad, las órdenes son “dejar hacer, dejar pasar”, que, aunque sea una frase aplicable a teorías económicas, en este caso se ajusta perfectamente a la realidad, porque parece que la misión es proteger a los delincuentes porque ellos también son seres humanos. ¿Y los ciudadanos? Esos no importamos. Tampoco importa que a la fecha tengamos más de 120 mil homicidios.

Mientras, sin pudor alguno, López Obrador hace recomendaciones para conseguir la paz del mundo, aunque su barco naufraga en un mar de violencia e impunidad.


En los países de tradición democrática, la soberanía reside en el Pueblo y, como señala nuestra constitución, es inalienable e imprescriptible y todo poder publico dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste.

Pues bien, a pesar de ello, las ansias de poder del presidente lo han hecho olvidar que juró guardar y hacer guardar la Constitución mirar en todo por el bien y prosperidad de la Nación.

A casi cuatro años de su mandato, Andrés Manuel sabe que su poder empieza a diluirse por el simple hecho de que el tiempo se le agota y en pocos meses deberá elegir entre sus “corcholatas” a quien procurará encumbrar para que logre ocupar el espacio que dejará. Andrés Manuel sabe que esa decisión, sí o sí generará rupturas.

Las “corcholatas” también lo saben, por eso se dio una lucha encarnizada en el pasado proceso para integrar el consejo nacional y estatal de Morena para que los suyos obtuvieran un lugar en dichos espacios de decisión que les serán muy útiles cuando venga el momento de las definiciones. No me voy a detener a enumerar la serie de irregularidades y delitos que se cometieron. Todos nos dimos cuenta de ello, de nada sirvieron las proclamas de unidad, ni la perorata de que ellos son diferentes, más honestos y limpios y sus procesos internos, ejemplo de democracia.

Ante esta realidad, las preocupaciones de AMLO han aumentado, porque además esta consciente de que no tiene el control que necesita en el Poder Legislativo para poder realizar las reformas que le permitan consolidar su proyecto de Nación.

Desde hace semanas AMLO viene dando visos de desesperación lo que se evidencia por el recrudecimiento de sus ataques en contra de la oposición, periodistas y medios de comunicación, así como integrantes de la sociedad que le recriminan, con sobrada razón, por sus insensatas decisiones.

Mientras que el presidente continua empeñado en seguir inyectando recursos a sus improductivas obras y mantener bajo el precio de la gasolina de manera artificial para que el mundo no termine por venírsele encima, el incontrolable alza de la canasta básica, la ruina del sistema de salud y del sistema educativo, el alto índice de desempleo y la pésima postura adoptada contra el gobierno de Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, están incitando a los mexicanos a pensar cómo pueden recuperar la soberanía como una prerrogativa total y absolutamente del pueblo.

Andrés Manuel no quiere perder el poder, tiene miedo y este desesperado, por eso la decisión de incorporar la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, porque el supone que tiene comiendo de la mano al ejercito y quiere que los integrantes de las Guardia Nacional hagan lo mismo. El presidente esta militarizando el país, son los militares los que hoy controlan los puertos, las aduanas, aunque si se trata de combatir la violencia y la impunidad, las órdenes son “dejar hacer, dejar pasar”, que, aunque sea una frase aplicable a teorías económicas, en este caso se ajusta perfectamente a la realidad, porque parece que la misión es proteger a los delincuentes porque ellos también son seres humanos. ¿Y los ciudadanos? Esos no importamos. Tampoco importa que a la fecha tengamos más de 120 mil homicidios.

Mientras, sin pudor alguno, López Obrador hace recomendaciones para conseguir la paz del mundo, aunque su barco naufraga en un mar de violencia e impunidad.


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