/ domingo 10 de septiembre de 2023

México fue muy solidario con Chile: José Miguel Insulza recuerda el exilio tras golpe de Estado

A 50 años del golpe de Estado, el excanciller chileno habla de su relación con Salvador Allende, su estancia en París, donde estaba el 11 de septiembre de 1973, y su llegada a territorio azteca

Luis Echeverría envió un avión a Santiago, la capital chilena, para sacar de la embajada de México a la esposa del presidente Salvador Allende y a otras personas que estaban asiladas ahí, señala el senador socialista José Miguel Insulza, a quien el golpe de Estado que terminó con la vida del mandatario, hace 50 años, le sorprendió en París.

"México fue muy solidario con Chile", afirma en entrevista con El Sol de México el político y diplomático a propósito del refugio que ofreció la embajada mexicana a más de 800 chilenos luego de aquel 11 de septiembre de 1973. "Curiosamente la embajada inauguraba el 12 de septiembre una exposición de Rufino Tamayo, pero después del golpe levantaron la exposición y la llevaron de inmediato a México".

Puede interesarte: Muñoz Ledo: el arquitecto de la democratización y las alternancias

El excanciller durante el gobierno de Eduardo Frei y secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) por una década (2005-2015), comparte su experiencia de laborar al lado de Allende —en el Palacio de la Moneda— y de haber vivido el exilio, primero en Italia y después en México, donde se ganó la vida como investigador, se casó y tuvo dos hijos. “De México sólo recibimos cosas buenas, para México sólo tenemos agradecimiento”, dice.

¿Cómo fue para usted el 11 de septiembre de 1973?

Recién llegábamos a París provenientes de Argel a donde asistí a la IV Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de países no alineados, a la que había ido con don Clodomiro Almeyda, el entonces canciller. La conferencia terminó un día después de lo esperado, por lo que el ministro Almeyda decidió volverse a Chile antes y me dejó a mí, junto con don Hernán Santa Cruz, a cargo de la delegación chilena.

La conferencia, recuerdo, terminó el día 9 en la noche, el 10 en la madrugada volamos a París. Nuestro vuelo a Santiago iba a ser el día 12 y, por tanto, el 11 lo íbamos a dedicar a conocer París. Era la primera vez que estaba en Europa. Eran como las dos de la tarde cuando llamamos a un amigo francés, quien nos informó que había habido un Golpe de Estado en Chile.

Entonces nos fuimos inmediatamente a la embajada. La embajada estaba vacante porque Pablo Neruda, quien era el embajador en ese entonces, ya había muerto y su reemplazo no había llegado. Llegamos y ya había mucha gente afuera de la embajada, desde ahí vimos pasar a Francois Mitterrand y a todos los dirigentes de la izquierda francesa. Había muy pocas noticias ese día. Nos empezamos a enterar poco a poco de lo que estaba pasando. Al principio había noticias muy alarmantes, se hablaba de mucha gente muerta. Fue muy terrible. Ver el bombardeo a la Moneda fue una cosa tremenda.

Cortesía | Reuters

¿Cuántos años tenía?

Apenas 30. Recuerdo que antes de salir de Chile ya se hablaba de la posibilidad de un golpe. Otros hablaban de un plebiscito, pero en realidad nadie sabía lo que podía suceder; bueno, Allende sí sabía que las cosas no iban bien, pero nunca imaginó la posibilidad de cambiar de rumbo pues era un hombre de principios.

¿Qué relación tenía con el presidente Allende que impidió su regreso a Chile, tras el golpe?

Desde el año 72 trabajaba con el ministro Almeyda. En esa época, la cancillería estaba en el Palacio de La Moneda, entonces uno se encontraba con el presidente Allende a cada rato. Era un hombre muy tranquilo, apasionado por sus discursos.

Yo ya me estaba metiendo en política, era del Mapu (Movimiento de Acción Popular Unitaria, el partido de izquierda que llevó a Allende a la presidencia), y fui el representante del partido en el comité ejecutivo de la Unidad Popular. Nos reuníamos con Allende a cada rato. Recuerdo bien que la última reunión en la cual estuve fue antes de irme a Europa. Recuerdo que las últimas dos reuniones fueron bastante dramáticas pues como le dije, él sabía que las cosas no llevaban buen rumbo.

Insulza, quien recientemente fue nombrado como visitante distinguido de la Ciudad de México, narra que luego del golpe llegó a Argentina para intentar ingresar a Chile, pero todo estaba cerrado.

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Entonces regresó a Europa, vivió seis años en Roma tras los cuales aceptó una oferta de un amigo chileno que ya tenía tiempo en México. "Llegué, lo recuerdo bien, en un día festivo, el 5 de febrero de 1981, algo se festejaba, para trabajar en el CIDE, en la UNAM y en la Universidad Iberoamericana, hasta que en julio 1987 el gobierno militar publicó una lista con los nombres de 44 exiliados políticos que podían regresar a Chile sin temor a sufrir represalias. Yo era uno de ellos, pero preferí demorar mi regreso hasta después del plebiscito del 5 de octubre de 1988, en el que ganaron los votos negativos a la propuesta de Augusto Pinochet de renovar el mandato presidencial de ocho años".

Recuerda que las palabras Iztaccíhuatl y Popocatépetl fueron de las primeras cosas que aprendió. Villa Olímpica fue el primer barrio donde vivió en la Ciudad de México, luego en el centro de la Ciudad y después Polanco. "Siempre lo digo y siempre lo diré, soy mitad mexicano".


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Luis Echeverría envió un avión a Santiago, la capital chilena, para sacar de la embajada de México a la esposa del presidente Salvador Allende y a otras personas que estaban asiladas ahí, señala el senador socialista José Miguel Insulza, a quien el golpe de Estado que terminó con la vida del mandatario, hace 50 años, le sorprendió en París.

"México fue muy solidario con Chile", afirma en entrevista con El Sol de México el político y diplomático a propósito del refugio que ofreció la embajada mexicana a más de 800 chilenos luego de aquel 11 de septiembre de 1973. "Curiosamente la embajada inauguraba el 12 de septiembre una exposición de Rufino Tamayo, pero después del golpe levantaron la exposición y la llevaron de inmediato a México".

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El excanciller durante el gobierno de Eduardo Frei y secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) por una década (2005-2015), comparte su experiencia de laborar al lado de Allende —en el Palacio de la Moneda— y de haber vivido el exilio, primero en Italia y después en México, donde se ganó la vida como investigador, se casó y tuvo dos hijos. “De México sólo recibimos cosas buenas, para México sólo tenemos agradecimiento”, dice.

¿Cómo fue para usted el 11 de septiembre de 1973?

Recién llegábamos a París provenientes de Argel a donde asistí a la IV Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de países no alineados, a la que había ido con don Clodomiro Almeyda, el entonces canciller. La conferencia terminó un día después de lo esperado, por lo que el ministro Almeyda decidió volverse a Chile antes y me dejó a mí, junto con don Hernán Santa Cruz, a cargo de la delegación chilena.

La conferencia, recuerdo, terminó el día 9 en la noche, el 10 en la madrugada volamos a París. Nuestro vuelo a Santiago iba a ser el día 12 y, por tanto, el 11 lo íbamos a dedicar a conocer París. Era la primera vez que estaba en Europa. Eran como las dos de la tarde cuando llamamos a un amigo francés, quien nos informó que había habido un Golpe de Estado en Chile.

Entonces nos fuimos inmediatamente a la embajada. La embajada estaba vacante porque Pablo Neruda, quien era el embajador en ese entonces, ya había muerto y su reemplazo no había llegado. Llegamos y ya había mucha gente afuera de la embajada, desde ahí vimos pasar a Francois Mitterrand y a todos los dirigentes de la izquierda francesa. Había muy pocas noticias ese día. Nos empezamos a enterar poco a poco de lo que estaba pasando. Al principio había noticias muy alarmantes, se hablaba de mucha gente muerta. Fue muy terrible. Ver el bombardeo a la Moneda fue una cosa tremenda.

Cortesía | Reuters

¿Cuántos años tenía?

Apenas 30. Recuerdo que antes de salir de Chile ya se hablaba de la posibilidad de un golpe. Otros hablaban de un plebiscito, pero en realidad nadie sabía lo que podía suceder; bueno, Allende sí sabía que las cosas no iban bien, pero nunca imaginó la posibilidad de cambiar de rumbo pues era un hombre de principios.

¿Qué relación tenía con el presidente Allende que impidió su regreso a Chile, tras el golpe?

Desde el año 72 trabajaba con el ministro Almeyda. En esa época, la cancillería estaba en el Palacio de La Moneda, entonces uno se encontraba con el presidente Allende a cada rato. Era un hombre muy tranquilo, apasionado por sus discursos.

Yo ya me estaba metiendo en política, era del Mapu (Movimiento de Acción Popular Unitaria, el partido de izquierda que llevó a Allende a la presidencia), y fui el representante del partido en el comité ejecutivo de la Unidad Popular. Nos reuníamos con Allende a cada rato. Recuerdo bien que la última reunión en la cual estuve fue antes de irme a Europa. Recuerdo que las últimas dos reuniones fueron bastante dramáticas pues como le dije, él sabía que las cosas no llevaban buen rumbo.

Insulza, quien recientemente fue nombrado como visitante distinguido de la Ciudad de México, narra que luego del golpe llegó a Argentina para intentar ingresar a Chile, pero todo estaba cerrado.

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Entonces regresó a Europa, vivió seis años en Roma tras los cuales aceptó una oferta de un amigo chileno que ya tenía tiempo en México. "Llegué, lo recuerdo bien, en un día festivo, el 5 de febrero de 1981, algo se festejaba, para trabajar en el CIDE, en la UNAM y en la Universidad Iberoamericana, hasta que en julio 1987 el gobierno militar publicó una lista con los nombres de 44 exiliados políticos que podían regresar a Chile sin temor a sufrir represalias. Yo era uno de ellos, pero preferí demorar mi regreso hasta después del plebiscito del 5 de octubre de 1988, en el que ganaron los votos negativos a la propuesta de Augusto Pinochet de renovar el mandato presidencial de ocho años".

Recuerda que las palabras Iztaccíhuatl y Popocatépetl fueron de las primeras cosas que aprendió. Villa Olímpica fue el primer barrio donde vivió en la Ciudad de México, luego en el centro de la Ciudad y después Polanco. "Siempre lo digo y siempre lo diré, soy mitad mexicano".


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