Una zona arqueológica con basura en todos lados, principalmente en las cavernas que rodean la todavía grafiteada pirámide, fue la postal que apreciaron visitantes y turistas durante el ritual de equinoccio en Huapalcalco, evento al que acudieron más de 300 personas a lo largo de la jornada.
Organizado por el Enlace Ciudadano de Mujeres Indígenas de Santa Ana Tzacuala así como por el Consejo Pro-Difusión de la Cultura Prehispánica Huapalcalli A.C., la gran mayoría de asistentes portaban prendas blancas y sombreros para protegerse del arrasador sol.
Desde temprano, mujeres indígenas así como entusiastas de las culturas originarias prepararon las ofrendas con fruta, mismas que postraron en la parte frontal del antiquísimo santuario. Al ritmo de tambores, cánticos y tras varias sesiones de limpias con copal para los asistentes, poco a poco fue llenándose el recinto. Mientras abejas revoloteaban atraídas por la fruta de las ofrendas, se instaló un taller de elaboración de xochimapales, instruido por mujeres indígenas provenientes de Acaxochitlán.
Previo a que arrancaran los principales rituales, muchos de los visitantes aprovecharon para recorrer los senderos que rodean a la pirámide, pues como es sabido, albergan una serie de cavernas en las que se aprecian pinturas rupestres. Sin embargo, este medio de comunicación constó que en todas las cuevas hay abundante basura y desechos humanos.
Ropa, vasos de veladora, flores secas envueltas en plástico, latas de cerveza, botellas de licores y hasta heces fecales abundan en cada rincón de lo que otrora fueron, según la creencia, refugios que albergaron a las primeras civilizaciones de América Latina.
Tampoco hay señaléticas que prevengan a los visitantes de potenciales caídas o que indiquen el camino autorizado para recorrer dichas cavernas. En el sitio hay cuidadores asignados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), de hecho, este domingo había dos. Según refirieron, a partir del nombramiento como Zona Arqueológica, ya no es posible ingerir pulque ni bebidas alcohólicas en el lugar (como era tradición), ni vender artesanías en las inmediaciones de la pirámide.
Por otro lado, decenas de niños, niñas, ancianos y hasta extranjeros disfrutaron de la experiencia ceremonial. Tal es el caso de Estela y Francesca, dos mujeres suizas que según platicaron, están en México desde hace dos semanas para conocer distintos rituales indígenas en varios estados de la República.
Otra de las asistentes fue la luchadora tulancinguense Dayami, que recién vuelve de su gira por Asia y se tomó un rato para integrarse a las dinámicas. Llegaron músicos, médicos tradicionales y vecinos de la zona, quienes expresaron su inconformidad con las nuevas medidas debido a que, argumentaron, “ni siquiera hay medidas de seguridad”.
