Que haya vacunas que protegen toda la vida y otras que periódicamente hay que aplicar un refuerzo, depende del patógeno o virus y su capacidad de mutabilidad, entre más variantes haya es necesario inmunizarse cada año como en el caso de la influenza, en cambio las que tardan mucho tiempo, como la de la poliomielitis, nada más una aplicación es necesaria.
Así lo explicó Iztcoatl Ordóñez Lozano, químico-bacteriólogo-parasitólogo, profesor-investigador de tiempo completo de la Universidad Politécnica de Pachuca, quien resaltó que en la naturaleza esa peculiaridad “es una ventaja que se reproduzcan rápidamente por su capacidad de adaptación”.
Al poseer un DNA polimerasa en su estructura, es lo que permite hacer varias copias, incluso puede hasta recombinarse entre sus propias mutaciones, señaló.
Esa capacidad es la determinante de diseñar una vacuna que te dure “toda la vida, mucho tiempo o cada año aplicar otra”.
Como ejemplo de las de una sola vez en la vida, la del sarampión o hepatitis B; las de un largo periodo de duración es la del tétanos que cada 10 años hay que volver a inmunizarse o la de la difteria, y las de corto efecto son la de influenza y ahora la anticovid, citó.
El nuevo coronavirus presenta “altas tasas de mutaciones”, lo sabemos porque los científicos monitorearon el patógeno, en cambio una bacteria tiene una menor tasa de variaciones, como los parásitos, hasta el humano cae en esa comparativa.
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Por ello, en el caso de la vacuna anticovid, ahora sabemos que a los seis meses debe aplicarse un refuerzo, y seguir investigando porque no sabemos que mutación será prevaleciente dentro de ese lapso, estimó.