/ martes 8 de noviembre de 2022

Adultos mayores venden en la calle para complementar ingresos

Julio vende ajos a sus 83 años, hasta que el cansancio lo permita, y Arturo artículos varios, cuando el frío no le causa dolor en articulaciones

El centro de Pachuca es punto común para decenas de vendedores, entre ellos adultos mayores que ofertan artículos varios para obtener un sustento económico; sin embargo, el cansancio, el frío, el peso son obstáculos que sortean día a día para poder comprar alimentos como maíz, frijoles, sopa o tortillas.

A menos de un kilómetro de distancia coincidieron Julio Flores Salvador y Arturo Oritz Aviña vendedores de bolsas con ajos, cerillos, encendedores y paletas. Ambos adultos mayores de 83 y 68 años de edad, respectivamente, ofrecen artículos de uso cotidiano la mayor parte de la semana, siempre y cuando su condición física se los permita.

Julio viene de vez en cuando a Pachuca, viaja desde Santa Catarina que dijo se ubica abajo de Tulancingo y de Honey, distancia por la que paga 142 pesos de ida vuelta, "me conviene porque aquí tengo una hija y me da permiso para quedarme, vengo a vender un rato... cuando me canso ya no vengo".

En el caso de Julio cuenta con el apoyo para los adultos mayores, aunque solamente le permite comprar maíz, sopitas o algo de manteca, frijoles," no me alcanza, pero de todas formas para eso hago la lucha para buscarle a la vida. Cuando no gasto junto centavitos y tengo que ganar en los ajos 50 o 70 ahí más o menos".

Mientras que Arturo con un sentido del humor intacto sale a vender encendedores, paletas y cerillos en su silla de ruedas porque no cuenta con apoyo para adultos mayores o personas con discapacidad. Narró que "a veces no vengo porque mis rodillas me duelen mucho, con el frío no puedo venir... Antier me tuve que comer las ofrendas. Las ofrendas que les puse a mis muertos me las tuve que comer, les dije pues con su compermiso porque no tengo dinero, ni modo".

Al preguntar su opinión sobre obstáculos y necesidades de la población con discapacidad consideró "entonces todas esas gentes que están a cargo de los programas que se ponga las pilas que salgan a que les de el aire que no nada más lleguen a sentarse a su escritorio o tomarse el cafecito porque es lo que hace todo mundo. Dígame que no".

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Agregó "que la gente que está a cargo de los programas se ponga las pilas, en mi poco andar que tengo desde hace 68 años he visto que llegan a los puestos, no más llegan se sientan en el escritorio y estiran la mano y les dan su quincena o su dinero. Afuera todo mundo andamos rascándole para poder conseguir dinero, no nos ayudan".


El centro de Pachuca es punto común para decenas de vendedores, entre ellos adultos mayores que ofertan artículos varios para obtener un sustento económico; sin embargo, el cansancio, el frío, el peso son obstáculos que sortean día a día para poder comprar alimentos como maíz, frijoles, sopa o tortillas.

A menos de un kilómetro de distancia coincidieron Julio Flores Salvador y Arturo Oritz Aviña vendedores de bolsas con ajos, cerillos, encendedores y paletas. Ambos adultos mayores de 83 y 68 años de edad, respectivamente, ofrecen artículos de uso cotidiano la mayor parte de la semana, siempre y cuando su condición física se los permita.

Julio viene de vez en cuando a Pachuca, viaja desde Santa Catarina que dijo se ubica abajo de Tulancingo y de Honey, distancia por la que paga 142 pesos de ida vuelta, "me conviene porque aquí tengo una hija y me da permiso para quedarme, vengo a vender un rato... cuando me canso ya no vengo".

En el caso de Julio cuenta con el apoyo para los adultos mayores, aunque solamente le permite comprar maíz, sopitas o algo de manteca, frijoles," no me alcanza, pero de todas formas para eso hago la lucha para buscarle a la vida. Cuando no gasto junto centavitos y tengo que ganar en los ajos 50 o 70 ahí más o menos".

Mientras que Arturo con un sentido del humor intacto sale a vender encendedores, paletas y cerillos en su silla de ruedas porque no cuenta con apoyo para adultos mayores o personas con discapacidad. Narró que "a veces no vengo porque mis rodillas me duelen mucho, con el frío no puedo venir... Antier me tuve que comer las ofrendas. Las ofrendas que les puse a mis muertos me las tuve que comer, les dije pues con su compermiso porque no tengo dinero, ni modo".

Al preguntar su opinión sobre obstáculos y necesidades de la población con discapacidad consideró "entonces todas esas gentes que están a cargo de los programas que se ponga las pilas que salgan a que les de el aire que no nada más lleguen a sentarse a su escritorio o tomarse el cafecito porque es lo que hace todo mundo. Dígame que no".

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Agregó "que la gente que está a cargo de los programas se ponga las pilas, en mi poco andar que tengo desde hace 68 años he visto que llegan a los puestos, no más llegan se sientan en el escritorio y estiran la mano y les dan su quincena o su dinero. Afuera todo mundo andamos rascándole para poder conseguir dinero, no nos ayudan".


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