El movimiento estudiantil de 1968 fue, para muchos, el inicio de un largo y cansino proceso de democratización del régimen político mexicano.
Aquel movimiento legó además, expresiones culturales que documentan el momento social y político que vivía el país durante aquellos años.
En la literatura un par de obras documentan el movimiento: Los Días y los años de Luis González de Alba y La Noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska.
Publicada apenas tres años después de la masacre, y escrita a mano en una celda de Lecumberri, Los Días y los años resulta un poderoso testimonio del movimiento de primera mano.
Testigo y narrador de los hechos, González de Alba plasma como nadie la efervescencia del momento.
En la otra obra, Poniatowska recoge el pensar y sentir de la sociedad mexicana de ese tiempo, además de recuperar testimonios de personas que estuvieron en la Plaza de las Tres Culturas aquella tarde del 2 de octubre.
Vale la pena recordar que ambos autores sostuvieron una controversia sobre la precisión de los hechos narrados por Poniatowska, precisiones hechas por el autor que ella rechazó realizar.
En el cine Jorge Fons retrató en Rojo Amanecer (1989) el conflicto visto desde el ceno de una familia del edificio Chihuahua.
Ahí, un par de hermanos (interpretados por Demian y Bruno Bichir) se enfrentan con rebeldía a las tradiciones y valores familiares.
Más contemporáneo, Carlos Bolado en Tlatelolco, verano del 68 cuenta la historia de dos jovenes universitarios que pertenecen a clases sociales opuestas.viven un amor vetado por la sociedad y la familia de ella.
Estas son solo algunas muestras culturales que tienen el movimiento del 68 como protagonista.
