/ jueves 22 de febrero de 2024

O pagamos impuestos, o pagamos diezmo

Desde hace cuando menos veinte años, en nuestro país hemos tenido un severo problema de seguridad que, año tras año, sexenio tras sexenio, se ha agravado convirtiéndose en un problema de seguridad nacional; Estrategias de seguridad han ido y venido, los muertos los contamos por decenas de miles al igual que las personas desaparecidas.

La delincuencia organizada ha reclutado tanto a hombres como mujeres con modus operandi cada vez mas violentos y desalmados, hasta convertirse prácticamente en terroristas locales que han puesto al descubierto la incapacidad del estado mexicano para exterminar este problema de seguridad, en el que Estados Unidos pone las armas, nuestro país pone la materia prima y los ciudadanos ponemos los muertos.

Si bien, como he escrito líneas arriba, este problema tiene ya sus años, ha cobrado fuerza por la incapacidad de los gobiernos por, primero no reconocer que existe en sus territorios presencia de crimen organizado, segundo, por no generar acciones inmediatas de acuerdo con la contingencia y tercero, por politizar los asuntos de seguridad y llevarlos al plano de la politiquería y los procesos electorales.

En esta situación las y los ciudadanos hemos tenido gran parte de participación, pues hemos consentido las acciones gubernamentales y al mismo tiempo, hemos creado generaciones de juventudes en el plano de la inmediatez, es decir, no existe más una cultura del trabajo y el esfuerzo, las redes sociales han provocado un efecto de pantalla donde únicamente se ve el éxito, la meta, más no el camino; esto ha llevado a las juventudes a ser carne de cañón en las garras de la delincuencia organizada, pues ofrece recompensas inmediatas y una vida, aunque corta, que de otra manera no les seria posible alcanzar en el corto plazo.

Sin embargo, quien debe dirigir los esfuerzos y trabajos para erradicar las practicas delincuenciales en las que estamos inmersos como sociedad hoy, es el gobierno, pero resulta, que cada vez tenemos gobiernos más incompetentes, pues pareciera que nada tiene que ver, pero cuando un gobierno municipal deja de hacer lo que por ley le corresponde, se inician actos susceptibles de corrupción, y es ahí donde se gesta la podredumbre del sistema gubernamental.

Un claro ejemplo, es lo que sucede en el municipio de Pachuca de Soto, donde la prestación básica de los servicios ha sido rebasada por la incapacidad, ignorancia e ineficiencia del presidente municipal y sus secretarías, pero mucho tiene que ver, también, la nula capacidad de los integrantes del cabildo por representar los intereses ciudadanos antes que sus intereses políticos, de grupo o económicos.

Y aunque pareciera lejano, esta es la manera en que comienza la falla sistemática de los gobiernos y que termina en lo que hoy vemos todos los días y que con asombro escuchamos, pues resulta, que el Estado Mexicano ha consentido que la Iglesia Católica sea la intermediaria en los asuntos de seguridad nacional de un territorio, donde, claramente la incapacidad gubernamental ha sido sustituida por narco gobiernos.

Y entonces hay que preguntarnos, ¿debemos pagar impuestos, o debemos comenzar a pagar el diezmo?

Como apunte final, el Índice de percepción de la Corrupción, un estudio realizado por Transparencia Internacional obtuvimos 31 de los 100 puntos posibles, ubicándonos en el lugar 126 de 180 países, es decir, somos tan corruptos como El Salvador, Kenia o El Togo. Este estudio lo puedes consultar en nuestra página web: https://www.observatoriohidalgo.org/


Desde hace cuando menos veinte años, en nuestro país hemos tenido un severo problema de seguridad que, año tras año, sexenio tras sexenio, se ha agravado convirtiéndose en un problema de seguridad nacional; Estrategias de seguridad han ido y venido, los muertos los contamos por decenas de miles al igual que las personas desaparecidas.

La delincuencia organizada ha reclutado tanto a hombres como mujeres con modus operandi cada vez mas violentos y desalmados, hasta convertirse prácticamente en terroristas locales que han puesto al descubierto la incapacidad del estado mexicano para exterminar este problema de seguridad, en el que Estados Unidos pone las armas, nuestro país pone la materia prima y los ciudadanos ponemos los muertos.

Si bien, como he escrito líneas arriba, este problema tiene ya sus años, ha cobrado fuerza por la incapacidad de los gobiernos por, primero no reconocer que existe en sus territorios presencia de crimen organizado, segundo, por no generar acciones inmediatas de acuerdo con la contingencia y tercero, por politizar los asuntos de seguridad y llevarlos al plano de la politiquería y los procesos electorales.

En esta situación las y los ciudadanos hemos tenido gran parte de participación, pues hemos consentido las acciones gubernamentales y al mismo tiempo, hemos creado generaciones de juventudes en el plano de la inmediatez, es decir, no existe más una cultura del trabajo y el esfuerzo, las redes sociales han provocado un efecto de pantalla donde únicamente se ve el éxito, la meta, más no el camino; esto ha llevado a las juventudes a ser carne de cañón en las garras de la delincuencia organizada, pues ofrece recompensas inmediatas y una vida, aunque corta, que de otra manera no les seria posible alcanzar en el corto plazo.

Sin embargo, quien debe dirigir los esfuerzos y trabajos para erradicar las practicas delincuenciales en las que estamos inmersos como sociedad hoy, es el gobierno, pero resulta, que cada vez tenemos gobiernos más incompetentes, pues pareciera que nada tiene que ver, pero cuando un gobierno municipal deja de hacer lo que por ley le corresponde, se inician actos susceptibles de corrupción, y es ahí donde se gesta la podredumbre del sistema gubernamental.

Un claro ejemplo, es lo que sucede en el municipio de Pachuca de Soto, donde la prestación básica de los servicios ha sido rebasada por la incapacidad, ignorancia e ineficiencia del presidente municipal y sus secretarías, pero mucho tiene que ver, también, la nula capacidad de los integrantes del cabildo por representar los intereses ciudadanos antes que sus intereses políticos, de grupo o económicos.

Y aunque pareciera lejano, esta es la manera en que comienza la falla sistemática de los gobiernos y que termina en lo que hoy vemos todos los días y que con asombro escuchamos, pues resulta, que el Estado Mexicano ha consentido que la Iglesia Católica sea la intermediaria en los asuntos de seguridad nacional de un territorio, donde, claramente la incapacidad gubernamental ha sido sustituida por narco gobiernos.

Y entonces hay que preguntarnos, ¿debemos pagar impuestos, o debemos comenzar a pagar el diezmo?

Como apunte final, el Índice de percepción de la Corrupción, un estudio realizado por Transparencia Internacional obtuvimos 31 de los 100 puntos posibles, ubicándonos en el lugar 126 de 180 países, es decir, somos tan corruptos como El Salvador, Kenia o El Togo. Este estudio lo puedes consultar en nuestra página web: https://www.observatoriohidalgo.org/