/ martes 19 de febrero de 2019

Guardia Nacional: Capítulo dos

El Senado de la República realizó un ejercicio de parlamento abierto en el que se convocó a instituciones académicas, organizaciones de la sociedad civil, especialistas, gobernadores, alcaldes, ciudadanos, víctimas y ofendidos para analizar la minuta sobre la Guardia Nacional que proviene de la Cámara de Diputados. Los legisladores hemos escuchado a todos los que han alzado la voz para argumentar a favor y en contra de la Guardia Nacional; los relatos de las víctimas han sido particularmente desgarradores.

Las madres, padres, hermanos, esposas, esposos que se han acercado al Senado para relatar las experiencias cargadas de intenso dolor, derivadas de la lucha contra el crimen organizado que les han tocado vivir y sobrevivir han sido la más clara prueba de que la situación que vive el país es auténticamente insostenible. Esta situación de emergencia, como dije en el pasado artículo: “Guardia Nacional: Cambio de Fondo” es considerada paradójicamente por un gran número de personas como un escenario cotidiano, tan común desde hace 12 años que ya no impacta en el imaginario público; es normal ver todos los días cifras y noticias relacionadas con la violencia que una generación ha perdido la sensibilidad sobre el tema; pero cuando toca ser víctima o escuchar a alguna, la realidad cae como una cubetada de agua helada.

Desesperación, desesperanza, impotencia y sufrimiento fueron sentimientos que recorrieron los pasillos del Senado de la República para recordarnos a todos los servidores públicos que ninguno estamos exentos de ser presas de las despiadadas fuerzas que han azotado a los ciudadanos mexicanos. “Le dispararon tantas veces en el rostro que mi hijo era irreconocible” fue el testimonio de una madre de familia que nos relató el calvario que vivió para encontrar el cadáver de su hijo; esta mujer fue triplemente victimizada por las autoridades, su hijo tuvo tres estatus durante varios meses: desaparecido, asesinado por policías y acusado injustamente de ser miembro del crimen organizado.

La Cámara de Senadores ha cumplido con su función de atemperar el ímpetu de la minuta que proviene de la colegisladora y de cuidar los intereses de las entidades federativas en la discusión de un proyecto que impactará en el corto, mediano y largo plazo a los tres órdenes de gobierno. “Hay un problema que me preocupa como Gobernador: los municipios han generado cuerpos de policías que no están preparados ni certificados y que ni siquiera pasan por los controles de confianza”, fue el mensaje del gobernador de Hidalgo que nos sirvió a los representantes de los Estados de la Federación para entender testimonios como el citado en el párrafo anterior.

La emergencia que vive la Nación es producto de la corrupción endémica que se ha agravado en los dos últimos sexenios, el Estado sólo cuenta con recursos limitados para hacerle frente a los grupos criminales que ponen en riesgo, no sólo la seguridad pública, sino la nacional. La Guardia Nacional busca ser una Fuerza de Seguridad Intermedia (FSI) con capacidad operativa, técnica y legal suficiente para recuperar los territorios que actualmente se encuentran ocupados. No podemos permitirnos fallar.

El Senado de la República realizó un ejercicio de parlamento abierto en el que se convocó a instituciones académicas, organizaciones de la sociedad civil, especialistas, gobernadores, alcaldes, ciudadanos, víctimas y ofendidos para analizar la minuta sobre la Guardia Nacional que proviene de la Cámara de Diputados. Los legisladores hemos escuchado a todos los que han alzado la voz para argumentar a favor y en contra de la Guardia Nacional; los relatos de las víctimas han sido particularmente desgarradores.

Las madres, padres, hermanos, esposas, esposos que se han acercado al Senado para relatar las experiencias cargadas de intenso dolor, derivadas de la lucha contra el crimen organizado que les han tocado vivir y sobrevivir han sido la más clara prueba de que la situación que vive el país es auténticamente insostenible. Esta situación de emergencia, como dije en el pasado artículo: “Guardia Nacional: Cambio de Fondo” es considerada paradójicamente por un gran número de personas como un escenario cotidiano, tan común desde hace 12 años que ya no impacta en el imaginario público; es normal ver todos los días cifras y noticias relacionadas con la violencia que una generación ha perdido la sensibilidad sobre el tema; pero cuando toca ser víctima o escuchar a alguna, la realidad cae como una cubetada de agua helada.

Desesperación, desesperanza, impotencia y sufrimiento fueron sentimientos que recorrieron los pasillos del Senado de la República para recordarnos a todos los servidores públicos que ninguno estamos exentos de ser presas de las despiadadas fuerzas que han azotado a los ciudadanos mexicanos. “Le dispararon tantas veces en el rostro que mi hijo era irreconocible” fue el testimonio de una madre de familia que nos relató el calvario que vivió para encontrar el cadáver de su hijo; esta mujer fue triplemente victimizada por las autoridades, su hijo tuvo tres estatus durante varios meses: desaparecido, asesinado por policías y acusado injustamente de ser miembro del crimen organizado.

La Cámara de Senadores ha cumplido con su función de atemperar el ímpetu de la minuta que proviene de la colegisladora y de cuidar los intereses de las entidades federativas en la discusión de un proyecto que impactará en el corto, mediano y largo plazo a los tres órdenes de gobierno. “Hay un problema que me preocupa como Gobernador: los municipios han generado cuerpos de policías que no están preparados ni certificados y que ni siquiera pasan por los controles de confianza”, fue el mensaje del gobernador de Hidalgo que nos sirvió a los representantes de los Estados de la Federación para entender testimonios como el citado en el párrafo anterior.

La emergencia que vive la Nación es producto de la corrupción endémica que se ha agravado en los dos últimos sexenios, el Estado sólo cuenta con recursos limitados para hacerle frente a los grupos criminales que ponen en riesgo, no sólo la seguridad pública, sino la nacional. La Guardia Nacional busca ser una Fuerza de Seguridad Intermedia (FSI) con capacidad operativa, técnica y legal suficiente para recuperar los territorios que actualmente se encuentran ocupados. No podemos permitirnos fallar.

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