/ domingo 27 de octubre de 2019

Cantona, la poderosa ciudad prehispánica de Puebla

La zona arqueológica cautiva, no solo por su riqueza histórica, sino también, por sus hermosas panorámicas y circuitos arquitectónicos

Imponente y dominante, así es como la zona arqueológica de Cantona ubicada al oriente entre los límites de Puebla y Veracruz -y que hoy cumple 25 años de que se abrió al público- se erigió como una poderosa ciudad prehispánica que cautiva, no solo por su riqueza histórica, sino también, por sus hermosas panorámicas y circuitos arquitectónicos que están abiertos para todos aquellos que aman explorar majestuosos lugares.

Cantona es un lugar impresionante, único y misterioso, al menos, así lo describió Henri de Saussure, quien oficialmente descubrió este lugar en 1855 y que se interesó en realizar estudios de la zona. A esta voz, se suman la de investigadores, guías y visitantes que han disfrutado de cerca la experiencia de recorrer los patios habitaciones, los basamentos o plataformas y el área sagrada conocida como la Acrópolis.

Su arquitectura, conformación urbana, técnicas de guerra y cosmovisión, convierten a Cantona en “Ciudad Fortaleza” como punto obligado de visita para recorrerlo y maravillarse con sus 19 unidades arquitectónicas, sus seis unidades habitacionales, los cuatro conjuntos de juego de pelota, sus tres vías de circulación, las dos plazas con pirámide y el palacio, todos estos, explorados y habilitados para los visitantes.

En total, se han detectado más de mil 500 calles, más de 7 mil 500 patios habitacional y 27 conjuntos de juego de pelota, por lo que a Cantona se le considera el sitio que posee la mayor cantidad de este tipo de espacios arquitectónicos descubiertos hasta ahora.

Tan solo, la Calle 1, que es en la que inicia el recorrido, tiene una longitud de 500 metros y todas, comunican a la Acrópolis. Otra característica importante que destaca al caminar por sus calles es que son curveadas y, conforme se avanza, se hacen estrechas obligando a las personas a ingresar uno por uno.

Se sabe que los cantoneses optaron por este diseño con el fin de tener un control total de las personas que tenían acceso al lugar.

“Cantona no tiene comparación con alguna otra ciudad prehispánica. Su complejidad arquitectónica y su urbanismo la hacen especial y única. Esta ciudad tuvo mucho control y dominio, y no hay otro sitio de esta magnitud”, asegura Alejandro Vázquez Gómez, custodio y guía especializado en la zona arqueológica quien desde hace 27 años ha sido testigo de los descubrimientos en el lugar.

Vivir la experiencia de escalar los tres sectores de Cantona (parte baja, media y la Acrópolis) es sorprendente desde el momento en que te ves rodeado de verdes colinas: el Cerro de las Águilas, el Cofre de Perote, el Cerro Pizarro y el Cráter de los Humeros.

Bajo un clima templado predominante, se puede apreciar también las abundantes rocas volcánicas, los afloramientos de obsidiana y la vegetación semidesértica donde predominan yucas, palmas y coníferas.

La superficie total de esta zona prehispánica es de mil 450 hectáreas de las cuales, solamente se ha logrado explorar el 2 por ciento, sin embargo, con esta pequeña fracción se ha dado muestra de que Cantona, destacó por su arquitectura asimétrica que obedeció a la desigualdad del terreno. Esta condición determinó la distribución de los conjuntos de carácter cívico y religioso, residencial y defensivo, dando como resultado una armonía visual y espacial.

A 25 años de haber abierto sus puertas, Cantona, también cuenta con un museo que resguarda importantes piezas descubiertas durante estos años de investigación lideradas por el arqueólogo Ángel García Cook (1937-2017), con las que logró dar un acercamiento de la vida cotidiana de la sociedad que habitó la ciudad y que también se vio fortalecida por su materia prima más valiosa: la obsidiana.

Cantona dependió en gran medida de la explotación e intercambio de obsidiana negra de muy buena calidad obtenida en el yacimiento Oyameles-Zaragoza y con la que realizaban herramientas de defensa, vasijas, incrustaciones dentales, accesorios para rituales, entre otros.

Es por ello que a un cuarto de siglo de que este espacio arqueológico abrió sus puertas al público, los responsables del área ponen a disposición la Semana Cultural para conocer de cerca este lugar mediante una serie de conferencias y visitas guiadas gratuitas que iniciarán hoy y hasta el próximo 3 de noviembre.

Para disfrutar al máximo el recorrido, se recomienda ir con ropa y zapatos cómodos, gorra o sombrero, agua embotellada y evitar subir a la zona con alimentos.

Imponente y dominante, así es como la zona arqueológica de Cantona ubicada al oriente entre los límites de Puebla y Veracruz -y que hoy cumple 25 años de que se abrió al público- se erigió como una poderosa ciudad prehispánica que cautiva, no solo por su riqueza histórica, sino también, por sus hermosas panorámicas y circuitos arquitectónicos que están abiertos para todos aquellos que aman explorar majestuosos lugares.

Cantona es un lugar impresionante, único y misterioso, al menos, así lo describió Henri de Saussure, quien oficialmente descubrió este lugar en 1855 y que se interesó en realizar estudios de la zona. A esta voz, se suman la de investigadores, guías y visitantes que han disfrutado de cerca la experiencia de recorrer los patios habitaciones, los basamentos o plataformas y el área sagrada conocida como la Acrópolis.

Su arquitectura, conformación urbana, técnicas de guerra y cosmovisión, convierten a Cantona en “Ciudad Fortaleza” como punto obligado de visita para recorrerlo y maravillarse con sus 19 unidades arquitectónicas, sus seis unidades habitacionales, los cuatro conjuntos de juego de pelota, sus tres vías de circulación, las dos plazas con pirámide y el palacio, todos estos, explorados y habilitados para los visitantes.

En total, se han detectado más de mil 500 calles, más de 7 mil 500 patios habitacional y 27 conjuntos de juego de pelota, por lo que a Cantona se le considera el sitio que posee la mayor cantidad de este tipo de espacios arquitectónicos descubiertos hasta ahora.

Tan solo, la Calle 1, que es en la que inicia el recorrido, tiene una longitud de 500 metros y todas, comunican a la Acrópolis. Otra característica importante que destaca al caminar por sus calles es que son curveadas y, conforme se avanza, se hacen estrechas obligando a las personas a ingresar uno por uno.

Se sabe que los cantoneses optaron por este diseño con el fin de tener un control total de las personas que tenían acceso al lugar.

“Cantona no tiene comparación con alguna otra ciudad prehispánica. Su complejidad arquitectónica y su urbanismo la hacen especial y única. Esta ciudad tuvo mucho control y dominio, y no hay otro sitio de esta magnitud”, asegura Alejandro Vázquez Gómez, custodio y guía especializado en la zona arqueológica quien desde hace 27 años ha sido testigo de los descubrimientos en el lugar.

Vivir la experiencia de escalar los tres sectores de Cantona (parte baja, media y la Acrópolis) es sorprendente desde el momento en que te ves rodeado de verdes colinas: el Cerro de las Águilas, el Cofre de Perote, el Cerro Pizarro y el Cráter de los Humeros.

Bajo un clima templado predominante, se puede apreciar también las abundantes rocas volcánicas, los afloramientos de obsidiana y la vegetación semidesértica donde predominan yucas, palmas y coníferas.

La superficie total de esta zona prehispánica es de mil 450 hectáreas de las cuales, solamente se ha logrado explorar el 2 por ciento, sin embargo, con esta pequeña fracción se ha dado muestra de que Cantona, destacó por su arquitectura asimétrica que obedeció a la desigualdad del terreno. Esta condición determinó la distribución de los conjuntos de carácter cívico y religioso, residencial y defensivo, dando como resultado una armonía visual y espacial.

A 25 años de haber abierto sus puertas, Cantona, también cuenta con un museo que resguarda importantes piezas descubiertas durante estos años de investigación lideradas por el arqueólogo Ángel García Cook (1937-2017), con las que logró dar un acercamiento de la vida cotidiana de la sociedad que habitó la ciudad y que también se vio fortalecida por su materia prima más valiosa: la obsidiana.

Cantona dependió en gran medida de la explotación e intercambio de obsidiana negra de muy buena calidad obtenida en el yacimiento Oyameles-Zaragoza y con la que realizaban herramientas de defensa, vasijas, incrustaciones dentales, accesorios para rituales, entre otros.

Es por ello que a un cuarto de siglo de que este espacio arqueológico abrió sus puertas al público, los responsables del área ponen a disposición la Semana Cultural para conocer de cerca este lugar mediante una serie de conferencias y visitas guiadas gratuitas que iniciarán hoy y hasta el próximo 3 de noviembre.

Para disfrutar al máximo el recorrido, se recomienda ir con ropa y zapatos cómodos, gorra o sombrero, agua embotellada y evitar subir a la zona con alimentos.

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