/ lunes 8 de agosto de 2022

¿Qué significa tener un familiar en la cárcel?

Dolor, tristeza, desesperanza son los sentimientos que tienes los familiares de personas privadas de su libertad

¿Qué significa tener un familiar en la cárcel? Además del desgaste económico y emocional, las familias de las personas privadas de la libertad viven con miedo, tristeza, desesperanza e incertidumbre porque su familiar adentro puede ser víctima de toda clase de violaciones a sus derechos humanos. Desde el cobro de agua para poder bañarse, hasta el robo de la despensa por parte de sus compañeros de celda o abusos de los custodios.

Don Jesús, un señor de aproximadamente 70 años, comenta que tener un familiar en la cárcel significa muchas cosas, pero en especial “mucha desesperanza y mucho dolor”.

El señor, quien junto con otros cientos de personas hizo fila desde muy temprano para poder ingresar al penal de Pachuca, comparte que visita a su hijo que fue acusado y sentenciado por el delito de extracción ilegal de hidrocarburo, el hombre reconoce que su hijo sí lo hizo, pero también señala que le agregaron más cosas para que la pena fuera más severa.

“En mi caso le sembraron el delito. No voy a decir que es una blanca palomita. Acababa de empezar al huachicoleo, su idea era juntar dinero para irse a Estados Unidos (…), él decía dos o tres veces, hago un dinero 30 o 40 mil pesos y me voy”, pero fue detectado por policías estatales justo cuando llevaba su primer viaje de entre 400 y 500 litros de gasolina, pero los estatales dijeron que fue en una toma clandestina, lo cual no fue cierto, sino que se lo sembraron. Primero Dios ya mero cumple su sentencia.”

Para don Fortino Sánchez, quien visita a dos de sus hijos, señalados del delito de homicidio, acudir a la cárcel representa “mucha presión, mucha tristeza, mucho sufrimiento para la familia, sobre todo por el trato que reciben, “nos tratan con prepotencia, nos ponen muchos obstáculos”.

Lamenta que sus dos hijos hayan sido señalados de un delito que no cometieron y que por eso ahora sus nietos tengan que estar “abandonados”.

Doña Hortencia una mujer de 68 años, quien junto con su esposo Juan de 72 años, visitan a su hijo, comparten que tener un familiar en la cárcel significa “preocupaciones y gastos”, pues en su caso cada 15 días que acuden a la cárcel le llevan despensa a su hijo, pero a veces se lo roban los propios compañeros. “Le han pegado los custodios, le han hecho de todo. Les roban su mandado. Ahora le llevamos esta caja de huevo que cuesta 42 pesos, azúcar, aceite, pero con el temor que se los roben, porque incluso un comandante el otro día le aventó y se lo robaron”.

Aseguran que las personas que están en prisión no duermen, por el temor de que alguno entre a robar sus pertenencias o bien a matarlos.

“Yo ya estoy cansada, hace poco le pegaron a mi hijo y un custodio le tumbó sus dientes, pero yo no puedo hacer nada, porque si hace algo usted, aquí la agarran con contra de ellos. Por eso no se puede hacer nada. Adentro les cobran el agua. Ya hablamos hasta con el presidente Obrador. Lo acusaron de secuestro, y la persona que lo puso dijo que ni lo conocía, y no se ha hecho nada, pero no podemos hacer nada porque los tenemos aquí guardados de manera injusta”.

Ambas personas aseguran que el gasto que representa tener un familiar en el cereso “no hay tope, pues todo el tiempo es dinero tirado, para pagar el agua porque de lo contrario no lo dejan bañarse”, para pagar su comida, ya que a veces no dejan entrar todo lo que le compran, además de los pasajes y gasolina por cada visita.

Doña Matilde comenta que visita a su hijo, quien lleva ocho años en prisión, y a pesar de ser inocente no ha podido salir, “Yo lloro porque nunca me había pasado esto, mis hijos no son rateros ni malvivientes. Lo acusan de homicidio, pero es inocente. Me siento muy triste, porque esto es una porquería”.

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Finalmente, doña Gissela, quien viene desde el Estado de México a la visita señala que a su hijo lo acusaron de robo, le dieron seis años y ya lleva cuatro y medio, pero acusa que en ocasiones no las dejan pasar con todo lo que compran y ello con el objetivo que compren en la tienda de dentro en donde “dan carísimo”.

Todos los familiares pidieron a las autoridades que verifiquen las condiciones en las que viven porque son deplorables.

¿Qué significa tener un familiar en la cárcel? Además del desgaste económico y emocional, las familias de las personas privadas de la libertad viven con miedo, tristeza, desesperanza e incertidumbre porque su familiar adentro puede ser víctima de toda clase de violaciones a sus derechos humanos. Desde el cobro de agua para poder bañarse, hasta el robo de la despensa por parte de sus compañeros de celda o abusos de los custodios.

Don Jesús, un señor de aproximadamente 70 años, comenta que tener un familiar en la cárcel significa muchas cosas, pero en especial “mucha desesperanza y mucho dolor”.

El señor, quien junto con otros cientos de personas hizo fila desde muy temprano para poder ingresar al penal de Pachuca, comparte que visita a su hijo que fue acusado y sentenciado por el delito de extracción ilegal de hidrocarburo, el hombre reconoce que su hijo sí lo hizo, pero también señala que le agregaron más cosas para que la pena fuera más severa.

“En mi caso le sembraron el delito. No voy a decir que es una blanca palomita. Acababa de empezar al huachicoleo, su idea era juntar dinero para irse a Estados Unidos (…), él decía dos o tres veces, hago un dinero 30 o 40 mil pesos y me voy”, pero fue detectado por policías estatales justo cuando llevaba su primer viaje de entre 400 y 500 litros de gasolina, pero los estatales dijeron que fue en una toma clandestina, lo cual no fue cierto, sino que se lo sembraron. Primero Dios ya mero cumple su sentencia.”

Para don Fortino Sánchez, quien visita a dos de sus hijos, señalados del delito de homicidio, acudir a la cárcel representa “mucha presión, mucha tristeza, mucho sufrimiento para la familia, sobre todo por el trato que reciben, “nos tratan con prepotencia, nos ponen muchos obstáculos”.

Lamenta que sus dos hijos hayan sido señalados de un delito que no cometieron y que por eso ahora sus nietos tengan que estar “abandonados”.

Doña Hortencia una mujer de 68 años, quien junto con su esposo Juan de 72 años, visitan a su hijo, comparten que tener un familiar en la cárcel significa “preocupaciones y gastos”, pues en su caso cada 15 días que acuden a la cárcel le llevan despensa a su hijo, pero a veces se lo roban los propios compañeros. “Le han pegado los custodios, le han hecho de todo. Les roban su mandado. Ahora le llevamos esta caja de huevo que cuesta 42 pesos, azúcar, aceite, pero con el temor que se los roben, porque incluso un comandante el otro día le aventó y se lo robaron”.

Aseguran que las personas que están en prisión no duermen, por el temor de que alguno entre a robar sus pertenencias o bien a matarlos.

“Yo ya estoy cansada, hace poco le pegaron a mi hijo y un custodio le tumbó sus dientes, pero yo no puedo hacer nada, porque si hace algo usted, aquí la agarran con contra de ellos. Por eso no se puede hacer nada. Adentro les cobran el agua. Ya hablamos hasta con el presidente Obrador. Lo acusaron de secuestro, y la persona que lo puso dijo que ni lo conocía, y no se ha hecho nada, pero no podemos hacer nada porque los tenemos aquí guardados de manera injusta”.

Ambas personas aseguran que el gasto que representa tener un familiar en el cereso “no hay tope, pues todo el tiempo es dinero tirado, para pagar el agua porque de lo contrario no lo dejan bañarse”, para pagar su comida, ya que a veces no dejan entrar todo lo que le compran, además de los pasajes y gasolina por cada visita.

Doña Matilde comenta que visita a su hijo, quien lleva ocho años en prisión, y a pesar de ser inocente no ha podido salir, “Yo lloro porque nunca me había pasado esto, mis hijos no son rateros ni malvivientes. Lo acusan de homicidio, pero es inocente. Me siento muy triste, porque esto es una porquería”.

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Finalmente, doña Gissela, quien viene desde el Estado de México a la visita señala que a su hijo lo acusaron de robo, le dieron seis años y ya lleva cuatro y medio, pero acusa que en ocasiones no las dejan pasar con todo lo que compran y ello con el objetivo que compren en la tienda de dentro en donde “dan carísimo”.

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