/ martes 14 de junio de 2022

Manufactura textilera, industria femenina 

Ya sea en fábricas o en talles, las mujeres obreras tienen un común denominador: son jefas de familia 

En la región Tulancingo, zona característica por dedicarse a la industria del vestido; la mano de obra humana, no tiene género, pero siguen siendo los trabajos pesados con maquinaria los encargados a hombres (80 por ciento) y la producción textilera en cadena a mujeres (20 por ciento), lo anterior lo dio a conocer el secretario del Sindicato Obrero Textil del Ramo de Lana Libertad, de la fábrica textil de Santiago Tulantepec, Dino Leonel Fuentes Cordero.

Expuso en entrevista para El Sol de Tulancingo que de los 214 obreros que trabajan en la fábrica textil que él representa, el 80 por ciento corresponde a hombres y el 20 por ciento a mujeres, quienes se encargan de los acabados de los lienzos.

En cambio, en los talleres informales, dedicados a la hechura o costura de todo tipo de prendas en la región, son en su mayoría, operados y trabajados por mujeres de distintas edades, principalmente madres solteras o jefas de familia.

Respecto al tema de la pandemia, reconoció que el gremio textilero si se vio bastante afectado, pues al menos ellos, dejaron de operar medio año, tiempo en el que la fábrica optó por pagar medio salario y no afectar directamente su economía, “pero no todos las y los costureros y textileros corrieron con la misma suerte”, aseveró.

Del cien por ciento de lo que producían antes de la pandemia, actualmente sólo producen un 75 por ciento y estiman llegar al 90 o 95 por ciento, en el mes de diciembre, temporada de trabajo para el gremio.

En el caso de la fábrica textil de Santiago, que entre sus trabajadores se encuentran de los municipios de Tulancingo, Cuautepec y del mismo Tulantepec, se previene y descartan enfermedades bronco respiratorias y auditivas, pues es obligatorio el uso de cubrebocas y tapones para los oídos, desde antes de la pandemia.

Dentro de la fábrica, no existen las horas extras, pues hay tres horarios de trabajo donde los colaboradores son distribuidos para cumplir con los objetivos de la misma: de 6 a 14:30 horas, de 14:30 a 23 horas y de las 23 horas a las seis del día siguiente. Además de contar con seguro social y todas las prestaciones de ley.

En el otro lado de la moneda, en la misma región Tulancingo, se encuentran los talleres de costura informales, los clandestinos -por así decirlos-, pues a diferencia de las fábricas, las y los trabajadores -en su mayoría madres solteras-, no cuentan con seguro social, ni prestaciones, no hay horarios fijos y usan cubrebocas por temor a contagiarse de Covid-19, no por prevenir alguna enfermedad respiratoria al ingerir la pelusa que se desprende de su trabajo.

Lo anterior, narrado por Lucia Guzmán, costurera que desde hace 13 años cuenta con un pequeño taller de costura y con el que emplea a 8 mujeres y dos hombres (cifra contraria a la revelada por el trabajador de la fábrica), en sus declaraciones, Lucia especifica que, pese a que no puede ofrecer lo que una empresa formalmente constituida ofrece a un trabajador, reconoce que su taller sirve para llevar el sustento a varias familias del municipio de Tulancingo.

Lucia Guzmán, considera que, la mayor razón del porqué las mujeres son las que maquilan en este gremio, se debe a que es un oficio que tiene más ventajas que desventajas, la primera es que casi siempre hay trabajo y más cuando es temporada de invierno, lo que implica horas extras y más paga.

Además, no es necesario tener experiencia, pues hay trabajo para empaquetar, etiquetar, deshebrar, doblar y por supuesto cocer. Agregado que, por lo regular se les permite a las trabajadoras salir a atender situaciones de sus hijos, -principalmente-, o en todo caso, los llevan al taller.

Por último, especificó que son “clandestinos” porque no están dados de alta en el SAT, incluso algunos no cuentan con el permiso de reglamentos, ni tiene contrato de luz de acuerdo a lo que trabajan, pero no porque realizan trabajos ilegales.

De acuerdo a datos del INEGI, durante el primer trimestre del 2022, las actividades terciarias continúan concentrando a la mayor parte de la población ocupada, con un aumento de 134 mil personas, actividades en las que se encuentran la industria del vestido.

También te puede interesar: Mínimo el porcentaje de mujeres en las fuerzas de seguridad y PC

De acuerdo a la Cámara Nacional de la Industria del Vestido, en Hidalgo, la empresa del vestido textilera, está entre los principales sectores productivos en el estado, componen a este sector industrial micro, pequeñas, medianas y algunas grandes empresas, que producen principalmente prendas de tejido, vestido, ropa deportiva, uniformes y ropa industrial.


En la región Tulancingo, zona característica por dedicarse a la industria del vestido; la mano de obra humana, no tiene género, pero siguen siendo los trabajos pesados con maquinaria los encargados a hombres (80 por ciento) y la producción textilera en cadena a mujeres (20 por ciento), lo anterior lo dio a conocer el secretario del Sindicato Obrero Textil del Ramo de Lana Libertad, de la fábrica textil de Santiago Tulantepec, Dino Leonel Fuentes Cordero.

Expuso en entrevista para El Sol de Tulancingo que de los 214 obreros que trabajan en la fábrica textil que él representa, el 80 por ciento corresponde a hombres y el 20 por ciento a mujeres, quienes se encargan de los acabados de los lienzos.

En cambio, en los talleres informales, dedicados a la hechura o costura de todo tipo de prendas en la región, son en su mayoría, operados y trabajados por mujeres de distintas edades, principalmente madres solteras o jefas de familia.

Respecto al tema de la pandemia, reconoció que el gremio textilero si se vio bastante afectado, pues al menos ellos, dejaron de operar medio año, tiempo en el que la fábrica optó por pagar medio salario y no afectar directamente su economía, “pero no todos las y los costureros y textileros corrieron con la misma suerte”, aseveró.

Del cien por ciento de lo que producían antes de la pandemia, actualmente sólo producen un 75 por ciento y estiman llegar al 90 o 95 por ciento, en el mes de diciembre, temporada de trabajo para el gremio.

En el caso de la fábrica textil de Santiago, que entre sus trabajadores se encuentran de los municipios de Tulancingo, Cuautepec y del mismo Tulantepec, se previene y descartan enfermedades bronco respiratorias y auditivas, pues es obligatorio el uso de cubrebocas y tapones para los oídos, desde antes de la pandemia.

Dentro de la fábrica, no existen las horas extras, pues hay tres horarios de trabajo donde los colaboradores son distribuidos para cumplir con los objetivos de la misma: de 6 a 14:30 horas, de 14:30 a 23 horas y de las 23 horas a las seis del día siguiente. Además de contar con seguro social y todas las prestaciones de ley.

En el otro lado de la moneda, en la misma región Tulancingo, se encuentran los talleres de costura informales, los clandestinos -por así decirlos-, pues a diferencia de las fábricas, las y los trabajadores -en su mayoría madres solteras-, no cuentan con seguro social, ni prestaciones, no hay horarios fijos y usan cubrebocas por temor a contagiarse de Covid-19, no por prevenir alguna enfermedad respiratoria al ingerir la pelusa que se desprende de su trabajo.

Lo anterior, narrado por Lucia Guzmán, costurera que desde hace 13 años cuenta con un pequeño taller de costura y con el que emplea a 8 mujeres y dos hombres (cifra contraria a la revelada por el trabajador de la fábrica), en sus declaraciones, Lucia especifica que, pese a que no puede ofrecer lo que una empresa formalmente constituida ofrece a un trabajador, reconoce que su taller sirve para llevar el sustento a varias familias del municipio de Tulancingo.

Lucia Guzmán, considera que, la mayor razón del porqué las mujeres son las que maquilan en este gremio, se debe a que es un oficio que tiene más ventajas que desventajas, la primera es que casi siempre hay trabajo y más cuando es temporada de invierno, lo que implica horas extras y más paga.

Además, no es necesario tener experiencia, pues hay trabajo para empaquetar, etiquetar, deshebrar, doblar y por supuesto cocer. Agregado que, por lo regular se les permite a las trabajadoras salir a atender situaciones de sus hijos, -principalmente-, o en todo caso, los llevan al taller.

Por último, especificó que son “clandestinos” porque no están dados de alta en el SAT, incluso algunos no cuentan con el permiso de reglamentos, ni tiene contrato de luz de acuerdo a lo que trabajan, pero no porque realizan trabajos ilegales.

De acuerdo a datos del INEGI, durante el primer trimestre del 2022, las actividades terciarias continúan concentrando a la mayor parte de la población ocupada, con un aumento de 134 mil personas, actividades en las que se encuentran la industria del vestido.

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De acuerdo a la Cámara Nacional de la Industria del Vestido, en Hidalgo, la empresa del vestido textilera, está entre los principales sectores productivos en el estado, componen a este sector industrial micro, pequeñas, medianas y algunas grandes empresas, que producen principalmente prendas de tejido, vestido, ropa deportiva, uniformes y ropa industrial.


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