/ viernes 10 de mayo de 2019

Fiesta en la Casa de la Tercera Edad

Carmelita ha perdido la movilidad a causa de la diabetes y la hipertensión

Carmelita tiene 77 años, desde hace 18 meses es residente de la Casa de la Tercera edad, por lo tanto, festejará el Día de las Madres junto con sus compañeras del asilo.

Originaria de Benito Juárez en el municipio de San Agustín Tlaxiaca, doña Carmelita platica que se casó a los 19 años, y a los 20 tuvo a su único hijo, que creció en su rancho.

La señora, de una memoria impecable, cuenta cada detalle de cómo su padre se robó a su madre, y de cuando era joven y acudía a la escuela Comercial Roy, donde estudió para secretaria ejecutiva, y de cómo quedó viuda cuando apenas tenía cinco años de casada.

Padece de diabetes e hipertensión, derivado de ello, ha perdido la mayor parte de visibilidad, a pesar de usar lentes, su vista es nula, y esa es la razón de que se la pase sentada todo el día, porque ya no puede jugar, ni caminar.

Carmelita dice que la tratan bien en el asilo, y cuenta que comparte su cuarto con una compañera que le reza al Señor de la Misericordia.

Casi no socializa, dice, porque no le gusta meterse con nadie. A diferencia de cuándo era joven que recuerda “vestía elegante, traía el pelo largo y pintado”, pero no le gustaba salir con los muchachos de su rancho.

Después de quedar viuda, nunca se volvió a casar, pero vivió acompañada de sus padres y sus hermanos, aunque ahora todos han fallecido, y por eso le pidió a su hijo que la llevara al asilo, porque una enfermera particular salía muy cara.

“Yo no me quise volver a casar porque me salían puros hombres casados y yo no iba a descasar a un hombre o ser amante de un hombre casado y en segunda no me enamoré”, expresa.

En su rancho tenía gallinas, pollitos, caballos, puercos, gansos, pero los tuvo que regalar cuando la llevaron a la Casa de la Tercera Edad.

Carmelita recuerda que Murillo Karam fue su condiscípulo “mis papás a pesar que éramos rancheros quisieron mandarme a una buena escuela y terminé mi carrera”.

Este 10 de mayo, Carmelita junto con otras 18 mujeres del centro, festejarán el Día de la Madre, con pastel, flores y todas las actividades que el DIF Hidalgo les tiene preparadas.

Recomendó qué las mamás quieran mucho a sus hijos porque es un cariño muy grande que se siente por ellos.

Carmelita tiene 77 años, desde hace 18 meses es residente de la Casa de la Tercera edad, por lo tanto, festejará el Día de las Madres junto con sus compañeras del asilo.

Originaria de Benito Juárez en el municipio de San Agustín Tlaxiaca, doña Carmelita platica que se casó a los 19 años, y a los 20 tuvo a su único hijo, que creció en su rancho.

La señora, de una memoria impecable, cuenta cada detalle de cómo su padre se robó a su madre, y de cuando era joven y acudía a la escuela Comercial Roy, donde estudió para secretaria ejecutiva, y de cómo quedó viuda cuando apenas tenía cinco años de casada.

Padece de diabetes e hipertensión, derivado de ello, ha perdido la mayor parte de visibilidad, a pesar de usar lentes, su vista es nula, y esa es la razón de que se la pase sentada todo el día, porque ya no puede jugar, ni caminar.

Carmelita dice que la tratan bien en el asilo, y cuenta que comparte su cuarto con una compañera que le reza al Señor de la Misericordia.

Casi no socializa, dice, porque no le gusta meterse con nadie. A diferencia de cuándo era joven que recuerda “vestía elegante, traía el pelo largo y pintado”, pero no le gustaba salir con los muchachos de su rancho.

Después de quedar viuda, nunca se volvió a casar, pero vivió acompañada de sus padres y sus hermanos, aunque ahora todos han fallecido, y por eso le pidió a su hijo que la llevara al asilo, porque una enfermera particular salía muy cara.

“Yo no me quise volver a casar porque me salían puros hombres casados y yo no iba a descasar a un hombre o ser amante de un hombre casado y en segunda no me enamoré”, expresa.

En su rancho tenía gallinas, pollitos, caballos, puercos, gansos, pero los tuvo que regalar cuando la llevaron a la Casa de la Tercera Edad.

Carmelita recuerda que Murillo Karam fue su condiscípulo “mis papás a pesar que éramos rancheros quisieron mandarme a una buena escuela y terminé mi carrera”.

Este 10 de mayo, Carmelita junto con otras 18 mujeres del centro, festejarán el Día de la Madre, con pastel, flores y todas las actividades que el DIF Hidalgo les tiene preparadas.

Recomendó qué las mamás quieran mucho a sus hijos porque es un cariño muy grande que se siente por ellos.

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