Ante los decesos suscitados en el cuadrilátero, el más reciente, el de La Parka, surge el tema de que estos deportistas, carecen de un seguro de vida y médico, debido a que está considerada como una disciplina de alto riesgo y contacto.
Tan solo en Tulancingo, son cuatro las escuelas en las que se preparan más de 80 practicantes; hay niños y adultos que van desde novatos a profesionales.
Crazy Boy, fundador de la DTU, desde hace 12 años ha realizado seminarios en los que se tratan diferentes problemas por los que atraviesan los atletas del pancracio, resultando únicos en el país.
También resaltó la atención a la salud: “Ninguna empresa ni promotora tiene seguros, ya que los que prestan ese servicio no lo tienen tipificado; nosotros a través de una clínica de fisioterapia ubicada en Pachuca, tratamos las lesiones de nuestros compañeros, además de contar con un médico deportivo que es César Picazo, así como los luchadores Kaleth y Billy que son paramédicos”.
“Es lamentable el deceso de La Parka. Todos sabemos que cuando un gladiador ya es de gran renombre, su desgaste físico es demasiado, al igual que su pasión por la lucha libre, una tarde o noche está luchando en Cuernavaca al otro día en Monterrey o en el extranjero, casi no descansa, duerme poco, y tan solo de las cargadas que hacemos los hombros se van deteriorando”.
Sin embargo, la pasión es única: “Cuando de verdad nos gusta, no se piensa en que podemos morir, algo nos sucede cuando se abre la cortina, es inexplicable. Los aplausos, halagos para los técnicos y el repudio para los rudos, son lo mismo, es la gloria, es la vida”, dice Crazy Boy quien muchas veces tuvo de compañero a La Parka.
“Hicimos una campaña juntos a favor de niños enfermos y por lo menos en 20 ocasiones luchó en Tulancingo, era alguien especial, se quedaba al final para firmar autógrafos y platicar alguna anécdota, sin cobrar nada, era un showman”.