La lucha por nuevos públicos es una tarea de todas las orquestas del mundo. Frente a las grandes listas de Spotify, es difícil competir. La música orquestal, de academia, como la llaman muchos, necesita a las nuevas generaciones para ser escuchada. Sin embargo, en México esa tarea lleva una ventaja.
“En todo el mundo esa es la búsqueda del Santo Grial (conseguir más público), pero claro, esto se da naturalmente. Yo creo que en México tenemos la fortuna de poder contar con un público muy bueno, relativamente joven en comparación con Europa y Norteamérica. No diría yo que estamos en una situación de gravedad o preocupación”, dice en entrevista con Organización Editorial Mexicana (OEM) Carlos Miguel Prieto, director artístico de la Orquesta Sinfónica de Minería (OSM), que comienza sus Conciertos de Primavera y dará una presentación este viernes a las 19:30 horas en el Centro Cultural Teopanzolco en Cuernavaca, Morelos.
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Las obras a presentarse son tres, pero hay una que casi nunca se interpreta: Cuauhnánuac, de Silvestre Revueltas. Las otras son Concierto para violonchelo, de Elgar, interpretado por William Molina-Cestari, y Cuadros de una Exposición, de Músorgski, en la versión orquestada por Ravel.
Sin embargo, para que las nuevas generaciones se acerquen aún más a este tipo de composiciones, es necesario establecer, a la par, una educación musical temprana, en la cual los alumnos y alumnas tengan la oportunidad de conocer nuevos sonidos, nuevas estéticas.
“La educación musical de los niños en casa y el colegio: eso hace un público. Hay que tratar de hacer la mayor cantidad de conciertos infantiles. Lo tratamos de hacer en la OSM. Cada concierto es una oportunidad de construir un nuevo público”, señala Prieto, quien asegura que hay algunos estudios que indican que el gusto de las personas por la música de cámara o de orquesta surge en la adultez, cuando ya hay mayor estabilidad en la edad de los escuchas.
“No competimos en contra de la música popular, solo son diferentes facetas de algo que hay que abrir al público”, observa el director.
Carlos Miguel Prieto lleva más de 15 años al frente de la Orquesta Sinfónica de Minería (OSM). En ese tiempo, dice, se han realizado conciertos familiares en favor de la inclusión, precisamente para borrar el estereotipo de que la música clásica es aburrida o solamente dirigida a audiencias estudiadas en la academia musical.
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“Ninguna orquesta tiene la labor educativa, esa debe recaer en los colegios y los padres de familia. Hacemos lo que podemos dentro de los límites de los recursos que tenemos”, considera el director.
Para Prieto, hay una clave: creer en la importancia didáctica de la música. “Quitarle totalmente la idea de que es elitista o exclusiva, encontrarle su valor didáctico, lúdico y educativo”, afirma. “Esta no es una congregación de gente muy seria o aburrida. Yo no conozco una sola orquesta que haga publicidad a la antigua, toda seria, esperando gente que sepa mucho”.