/ miércoles 8 de julio de 2020

Una visita de Estado y solo eso

No cabe duda que la relación comercial, política y social más cercana de nuestro país es con los Estados Unidos de América. La cercanía ha generado que nuestro país, incluso, haya desarrollado una dependencia económica con nuestro vecino del norte, algo que, incluso, ha sido envidiado por muchos otros países que desean estar presentes en transacciones industriales con un país que se ha posicionado como la potencia económica desde hace varios años.

Cuando se trata de encuentros diplomáticos, el análisis debe de ser objetivo y desde la óptica de hacer lo que más le convenga a nuestro país, máxime que nos encontramos sumergidos en una crisis económica y de salud a nivel global, por lo que quedarnos con una postura pasiva esperando que las adversidades simplemente pasen, pueden arruinar el momento político que una persona hábil en cuestiones diplomáticas debe advertir.

En efecto, el presidente Trump se encuentra en plena carrera electoral para conseguir su reelección en noviembre próximo, sin embargo, habremos de alejarnos de especulaciones y debemos actuar con prudencia, dignidad y altura de miras, pensando en las verdadera necesidad de conseguir una reunión que tiene más tintes comerciales que políticos.

Tampoco se trata de someternos a los deseos, ya no de un país, sino de una persona que sabe perfectamente que este encuentro le puede redituar en mayores adeptos políticos frente a su electorado. La visita de Estado debe ser eso, con cordialidad y respeto pero sabiendo que se tratarán temas de interés para ambos países con certeza y claridad.

Aunque lo ideal hubiera sido contar con la presencia de Justin Trudeau, la reunión debe servir para cohesionar las ideas, políticas y operación del Tratado México - Estados Unidos de América – Canadá, ya que el esfuerzo que se hizo por todos los intervinientes en el proceso, incluyendo la trama de acuerdos en el Congreso de la Unión para obtener las leyes secundarias, es suficiente para que la plática sea altamente productiva.

De lo que sí debemos estar muy atentos, es en solicitar al Presidente de la República una actitud respetuosa pero férrea, de tal manera que cierre los espacios para cualquier recriminación del mandatario estadounidense. Una defensa de la soberanía digna y la consecución de acuerdos que se conviertan en el resultado de esta visita y un informe para todas y todos los mexicanos.

Sabemos la complejidad de la relación con nuestro vecino, al grado que los episodios históricos que se han vivido han impactado directamente en nuestra economía. Es por ello, que sin abusar de la frialdad en la relación, es momento que nuestro país sea enérgico en lo mucho que aporta a EU. No debemos dejar espacio que esta visita se convierta en el beneficio en la imagen de una persona.

Una visita de Estado debe mantenerse como lo que es y entender que siempre que beneficie a nuestro país, se trata de un encuentro oportuno aún con las sorpresas que nos puede demostrar Donald Trump.

No cabe duda que la relación comercial, política y social más cercana de nuestro país es con los Estados Unidos de América. La cercanía ha generado que nuestro país, incluso, haya desarrollado una dependencia económica con nuestro vecino del norte, algo que, incluso, ha sido envidiado por muchos otros países que desean estar presentes en transacciones industriales con un país que se ha posicionado como la potencia económica desde hace varios años.

Cuando se trata de encuentros diplomáticos, el análisis debe de ser objetivo y desde la óptica de hacer lo que más le convenga a nuestro país, máxime que nos encontramos sumergidos en una crisis económica y de salud a nivel global, por lo que quedarnos con una postura pasiva esperando que las adversidades simplemente pasen, pueden arruinar el momento político que una persona hábil en cuestiones diplomáticas debe advertir.

En efecto, el presidente Trump se encuentra en plena carrera electoral para conseguir su reelección en noviembre próximo, sin embargo, habremos de alejarnos de especulaciones y debemos actuar con prudencia, dignidad y altura de miras, pensando en las verdadera necesidad de conseguir una reunión que tiene más tintes comerciales que políticos.

Tampoco se trata de someternos a los deseos, ya no de un país, sino de una persona que sabe perfectamente que este encuentro le puede redituar en mayores adeptos políticos frente a su electorado. La visita de Estado debe ser eso, con cordialidad y respeto pero sabiendo que se tratarán temas de interés para ambos países con certeza y claridad.

Aunque lo ideal hubiera sido contar con la presencia de Justin Trudeau, la reunión debe servir para cohesionar las ideas, políticas y operación del Tratado México - Estados Unidos de América – Canadá, ya que el esfuerzo que se hizo por todos los intervinientes en el proceso, incluyendo la trama de acuerdos en el Congreso de la Unión para obtener las leyes secundarias, es suficiente para que la plática sea altamente productiva.

De lo que sí debemos estar muy atentos, es en solicitar al Presidente de la República una actitud respetuosa pero férrea, de tal manera que cierre los espacios para cualquier recriminación del mandatario estadounidense. Una defensa de la soberanía digna y la consecución de acuerdos que se conviertan en el resultado de esta visita y un informe para todas y todos los mexicanos.

Sabemos la complejidad de la relación con nuestro vecino, al grado que los episodios históricos que se han vivido han impactado directamente en nuestra economía. Es por ello, que sin abusar de la frialdad en la relación, es momento que nuestro país sea enérgico en lo mucho que aporta a EU. No debemos dejar espacio que esta visita se convierta en el beneficio en la imagen de una persona.

Una visita de Estado debe mantenerse como lo que es y entender que siempre que beneficie a nuestro país, se trata de un encuentro oportuno aún con las sorpresas que nos puede demostrar Donald Trump.