/ miércoles 10 de marzo de 2021

Solidaridad e indignación ante la falta de justicia

SAPERE AUDE


Ha pasado un nuevo 8 de marzo, un nuevo día internacional de la mujer, muchas manifestaciones, muchas erróneas felicitaciones, muchas conmemoraciones, muchas mujeres conscientes de la desigualdad en la que esta sociedad machista y desigual las tiene.

Las mujeres alzaron la voz fuerte, contundente, no les importó pintar, gritar, romper y es entendible aunque muchos no lo comparten, la indignación es grande y las respuestas son pocas.

Se ha exigido en diversas ocasiones que en Hidalgo se implemente la Alerta de Género, pero al igual que con la exigencia de justicia de algunas mujeres, madres, de hijas desaparecidas o muertas a causa de feminicidio, las autoridades desoyen.

Urge en Hidalgo, ante el incremento de los feminicidios y las desapariciones de mujeres, decretar la alerta de violencia de género contra las mujeres para que se pueda enfrentar y erradicar de mejor manera el problema que se ha agudizado a los últimos años.

Bien se ha dicho que para hacer frente a un problema, lo primero que se requiere es reconocerlo, si las autoridades insisten en la postura que se trata de hechos aislados o que no son representativos, no hacen lo que les corresponde para combatir la violencia contra las mujeres.

El Covid-19 también sacó a flote otra pandemia, la de violencia en contra de las mujeres, ya que las estadísticas hablan de un incremento considerable de llamadas a las corporaciones policíacas por algún evento relacionado con violencia de género.

Además de reconocer el problema y emitir la alerta de género, sin miedo a parecer un estado violento, sino con el orgullo de ser una entidad que prioriza el bienestar de sus mujeres, también es necesario trabajar en políticas públicas que no dejen en abandono a las personas que sufren violencia de algún tipo y acompañarlas hasta que superen el problema.

Por eso amigo lector, si usted es de los que no comparten los gritos, las pintas, los vidrios rotos y las formas de lucha que hoy las mujeres han adoptado, le invito a que reflexione ¿qué estaría dispuesto a hacer, si una de sus mujeres, sea su madre, esposa o hija, sufriera de violencia por el simple hecho de ser mujer?, o ¿fuera violada, desaparecida o muerta?, pongámonos en los zapatos de las mujeres y sintamos con su indignación ante tantos abusos y tan poca justicia.

SAPERE AUDE


Ha pasado un nuevo 8 de marzo, un nuevo día internacional de la mujer, muchas manifestaciones, muchas erróneas felicitaciones, muchas conmemoraciones, muchas mujeres conscientes de la desigualdad en la que esta sociedad machista y desigual las tiene.

Las mujeres alzaron la voz fuerte, contundente, no les importó pintar, gritar, romper y es entendible aunque muchos no lo comparten, la indignación es grande y las respuestas son pocas.

Se ha exigido en diversas ocasiones que en Hidalgo se implemente la Alerta de Género, pero al igual que con la exigencia de justicia de algunas mujeres, madres, de hijas desaparecidas o muertas a causa de feminicidio, las autoridades desoyen.

Urge en Hidalgo, ante el incremento de los feminicidios y las desapariciones de mujeres, decretar la alerta de violencia de género contra las mujeres para que se pueda enfrentar y erradicar de mejor manera el problema que se ha agudizado a los últimos años.

Bien se ha dicho que para hacer frente a un problema, lo primero que se requiere es reconocerlo, si las autoridades insisten en la postura que se trata de hechos aislados o que no son representativos, no hacen lo que les corresponde para combatir la violencia contra las mujeres.

El Covid-19 también sacó a flote otra pandemia, la de violencia en contra de las mujeres, ya que las estadísticas hablan de un incremento considerable de llamadas a las corporaciones policíacas por algún evento relacionado con violencia de género.

Además de reconocer el problema y emitir la alerta de género, sin miedo a parecer un estado violento, sino con el orgullo de ser una entidad que prioriza el bienestar de sus mujeres, también es necesario trabajar en políticas públicas que no dejen en abandono a las personas que sufren violencia de algún tipo y acompañarlas hasta que superen el problema.

Por eso amigo lector, si usted es de los que no comparten los gritos, las pintas, los vidrios rotos y las formas de lucha que hoy las mujeres han adoptado, le invito a que reflexione ¿qué estaría dispuesto a hacer, si una de sus mujeres, sea su madre, esposa o hija, sufriera de violencia por el simple hecho de ser mujer?, o ¿fuera violada, desaparecida o muerta?, pongámonos en los zapatos de las mujeres y sintamos con su indignación ante tantos abusos y tan poca justicia.