/ domingo 30 de mayo de 2021

Sin educación en el virreinato

Siempre hemos dicho que la Educación, (así con mayúsculas) es indispensable para el progreso y desarrollo material y espiritual de la sociedad. Que los gobiernos buenos deben de animar la creación y establecimiento de instituciones donde se eduque, donde se enseñe, donde se instruya a los niños y jóvenes para que tengan una mayor conciencia social y un más amplio concepto del mundo y de la vida.

Los gobiernos saben esto y obran en consecuencia; así los gobiernos y gobernantes conscientes trabajan mucho por la educación, pero los gobiernos impositivos no. Los gobiernos en Pachuca en la época del virreinato siempre estuvieron al margen de la procuración educativa y nunca establecieron instituciones de educación media y superior.

En Pachuca en los trescientos años del virreinato, los españoles no procuraron la educación para cumplir así dos objetivos que perseguían: uno el que la gente no hiciera cuentas (números) y así poder explotarlos laboralmente, y dos, que la gente no tuviera conciencia del abusivo trato laboral y del uso de los recursos naturales, en nuestro caso la minería.

Esto ocasionó que no se fundaran escuelas ni universidades. Quizá la única excepción fue la escuela de Minas, que se estableció en el edificio que ahora es el mal llamado Cuartel del Arte. Para los gobiernos virreinales lo único que importaba era la explotación minera que les allegara toda la plata y el oro posible para enviarlos a España para el sostenimiento de sus conflictos bélicos y el mantenimiento de sus inconmensurables lujos basados en las injustas condiciones de los mineros muy pobres de Pachuca y otras ciudades verbi gracia, Guanajuato, Taxco y Zacatecas. Por eso Pachuca y estas ciudades eran muy importantes y su cuidado era extremo.

Para lo único que era nuestra ciudad era para llenarlos de metales preciosos y sin ninguna protesta o reclamo por parte de los explotados mineros y sus familias.

Afortunadamente, en la segunda mitad del siglo XIX, se crea el Estado de Hidalgo y una de las primeras medidas que toma el primer Gobernador Juan C. Doria es crear muchas escuelas, como no se habían creado antes.

Además de apoyar totalmente a un grupo de ciudadanos conscientes y estudiosos oriundos de Pachuca para la fundación del Instituto Literario y de Artes y Oficios que se convertiría un poco después en el Instituto Científico y Literario del Estado y finalmente en la Universidad Estatal.

Gracias a esta institución que inmediatamente convocó a estudiantes y catedráticos, se fue desarrollando en Pachuca un espíritu liberal contrario a la dictadura de Porfirio Díaz y en Hidalgo a la de Pedro L. Rodríguez, gobiernos que a fuerza de alejarse del pueblo se habían vuelto conservadores y ajenos a las ideas liberales, que en ese momento representaba, aunque ya ausente, el gran reformador, Benito Juárez.

Así se crearon agrupaciones liberales de las que hablaremos después por motivos de espacio.

Siempre hemos dicho que la Educación, (así con mayúsculas) es indispensable para el progreso y desarrollo material y espiritual de la sociedad. Que los gobiernos buenos deben de animar la creación y establecimiento de instituciones donde se eduque, donde se enseñe, donde se instruya a los niños y jóvenes para que tengan una mayor conciencia social y un más amplio concepto del mundo y de la vida.

Los gobiernos saben esto y obran en consecuencia; así los gobiernos y gobernantes conscientes trabajan mucho por la educación, pero los gobiernos impositivos no. Los gobiernos en Pachuca en la época del virreinato siempre estuvieron al margen de la procuración educativa y nunca establecieron instituciones de educación media y superior.

En Pachuca en los trescientos años del virreinato, los españoles no procuraron la educación para cumplir así dos objetivos que perseguían: uno el que la gente no hiciera cuentas (números) y así poder explotarlos laboralmente, y dos, que la gente no tuviera conciencia del abusivo trato laboral y del uso de los recursos naturales, en nuestro caso la minería.

Esto ocasionó que no se fundaran escuelas ni universidades. Quizá la única excepción fue la escuela de Minas, que se estableció en el edificio que ahora es el mal llamado Cuartel del Arte. Para los gobiernos virreinales lo único que importaba era la explotación minera que les allegara toda la plata y el oro posible para enviarlos a España para el sostenimiento de sus conflictos bélicos y el mantenimiento de sus inconmensurables lujos basados en las injustas condiciones de los mineros muy pobres de Pachuca y otras ciudades verbi gracia, Guanajuato, Taxco y Zacatecas. Por eso Pachuca y estas ciudades eran muy importantes y su cuidado era extremo.

Para lo único que era nuestra ciudad era para llenarlos de metales preciosos y sin ninguna protesta o reclamo por parte de los explotados mineros y sus familias.

Afortunadamente, en la segunda mitad del siglo XIX, se crea el Estado de Hidalgo y una de las primeras medidas que toma el primer Gobernador Juan C. Doria es crear muchas escuelas, como no se habían creado antes.

Además de apoyar totalmente a un grupo de ciudadanos conscientes y estudiosos oriundos de Pachuca para la fundación del Instituto Literario y de Artes y Oficios que se convertiría un poco después en el Instituto Científico y Literario del Estado y finalmente en la Universidad Estatal.

Gracias a esta institución que inmediatamente convocó a estudiantes y catedráticos, se fue desarrollando en Pachuca un espíritu liberal contrario a la dictadura de Porfirio Díaz y en Hidalgo a la de Pedro L. Rodríguez, gobiernos que a fuerza de alejarse del pueblo se habían vuelto conservadores y ajenos a las ideas liberales, que en ese momento representaba, aunque ya ausente, el gran reformador, Benito Juárez.

Así se crearon agrupaciones liberales de las que hablaremos después por motivos de espacio.