/ miércoles 22 de julio de 2020

Sigamos construyendo la democracia

Construir una institución tiene un trasfondo histórico difícil de concebir en primera instancia.

Cuando las organizaciones ya han sido conformadas damos por hecho su existencia y funcionamiento como parte de nuestra vida diaria, sin embargo, solemos ignorar el sinuoso camino que debieron recorrer para posicionarse en un estado democrático.

Resulta aún más complejo cuando esas instituciones a las que nos referimos están revestidas de autonomía constitucional, ya que las resistencias sociales se convierten en obstáculos políticos que basan en el poder la razón por la cual no dejan que funcionen libremente, con recursos propios y sin cuestionamiento a sus decisiones.

Esas instituciones, incluso, suelen ser banderas de movimientos sociales anclados en regímenes políticos basados en el autoritarismo, dictaduras o instancias hegemónicas, dinásticas o partidistas.

Esas peleas, además, son comúnmente violentas contándose las pérdidas humanas y materiales por raudales, en ese afán de luchar en contra de razones absurdas y justificaciones fuera de cualquier lógica para nuestros tiempos.

La materia electoral ha sido la guía de cientos de revueltas a lo largo y ancho del mundo, ya que, aunque de forma velada, se ha utilizado como el estandarte de la gesta democrática en el que las opiniones y decisiones de toda la ciudadanía tenga cabida para generar mejores gobiernos.

Nada menos, hace apenas algunas décadas, las mujeres no gozaban de los mismos derechos para votar y ser votadas en nuestro país. Hoy que contamos con ese derecho damos por sentado que siempre ha sido así, sin embargo, la pelea de muchos colectivos y la inteligencia de muchos especialistas son las que nos han traído al momento de un pacto social en que construimos un INE autónomo lejos de los designios unipersonales.

Hoy que nos encontramos en el proceso de designación de nuevas y nuevos consejeros electorales, han surgido voces que pretenden acabar con una institución que tardó años en construir.

Bajo consignas unilaterales, se ha acusado al proceso de maniqueo cuando en realidad en ese proceso constructivo, no se han atendido caprichos ni deseos personales de beneficiar a amigos y familiares.

Tal como hasta hoy, debemos mantener ese proceso encargado al Poder Legislativo como algo inmaculado, transparente, honesto, sin cuotas y sin dar lugar a descalificaciones sin sustento que lo único que hacen es evidenciar más a quien profiere esos discursos de confrontación.

El comité de evaluación de los consejeros debe saber que todas las voces deben ser oídas y que la discusión debe basarse en el respeto, la pluralidad y la transparencia, justamente valores democráticos que dan razón de ser al INE.

Esperamos que en la designación de consejeras y consejeros aparezcan y se privilegien los mejores perfiles que permitan a nuestro país madurar en el plano democrático. Sin descalificaciones ni confrontaciones mezquinas.

Construir una institución tiene un trasfondo histórico difícil de concebir en primera instancia.

Cuando las organizaciones ya han sido conformadas damos por hecho su existencia y funcionamiento como parte de nuestra vida diaria, sin embargo, solemos ignorar el sinuoso camino que debieron recorrer para posicionarse en un estado democrático.

Resulta aún más complejo cuando esas instituciones a las que nos referimos están revestidas de autonomía constitucional, ya que las resistencias sociales se convierten en obstáculos políticos que basan en el poder la razón por la cual no dejan que funcionen libremente, con recursos propios y sin cuestionamiento a sus decisiones.

Esas instituciones, incluso, suelen ser banderas de movimientos sociales anclados en regímenes políticos basados en el autoritarismo, dictaduras o instancias hegemónicas, dinásticas o partidistas.

Esas peleas, además, son comúnmente violentas contándose las pérdidas humanas y materiales por raudales, en ese afán de luchar en contra de razones absurdas y justificaciones fuera de cualquier lógica para nuestros tiempos.

La materia electoral ha sido la guía de cientos de revueltas a lo largo y ancho del mundo, ya que, aunque de forma velada, se ha utilizado como el estandarte de la gesta democrática en el que las opiniones y decisiones de toda la ciudadanía tenga cabida para generar mejores gobiernos.

Nada menos, hace apenas algunas décadas, las mujeres no gozaban de los mismos derechos para votar y ser votadas en nuestro país. Hoy que contamos con ese derecho damos por sentado que siempre ha sido así, sin embargo, la pelea de muchos colectivos y la inteligencia de muchos especialistas son las que nos han traído al momento de un pacto social en que construimos un INE autónomo lejos de los designios unipersonales.

Hoy que nos encontramos en el proceso de designación de nuevas y nuevos consejeros electorales, han surgido voces que pretenden acabar con una institución que tardó años en construir.

Bajo consignas unilaterales, se ha acusado al proceso de maniqueo cuando en realidad en ese proceso constructivo, no se han atendido caprichos ni deseos personales de beneficiar a amigos y familiares.

Tal como hasta hoy, debemos mantener ese proceso encargado al Poder Legislativo como algo inmaculado, transparente, honesto, sin cuotas y sin dar lugar a descalificaciones sin sustento que lo único que hacen es evidenciar más a quien profiere esos discursos de confrontación.

El comité de evaluación de los consejeros debe saber que todas las voces deben ser oídas y que la discusión debe basarse en el respeto, la pluralidad y la transparencia, justamente valores democráticos que dan razón de ser al INE.

Esperamos que en la designación de consejeras y consejeros aparezcan y se privilegien los mejores perfiles que permitan a nuestro país madurar en el plano democrático. Sin descalificaciones ni confrontaciones mezquinas.