Héctor Chávez
Es evidente que la mayoría de mexicanos estamos preocupados por el rumbo que está tomando el país, no hay crecimiento económico, la violencia e inseguridad están desbordadas, y por si fuera poco, Andrés Manuel ha definido una estrategia para polarizar a la sociedad y de esa manera tener vigente, para ser utilizado en el momento correcto, el enojo, la ira, el rencor y resentimiento de la sociedad que supo capitalizar y que le dio la oportunidad de llegar a la Presidencia de la República.
Difícil camino el que escogió el Presidente, porque los resultados serán devastadores para todos. Apostarle a la polarización de la sociedad es tanto como pensar que en su momento un solo hombre podrá atender y resolver todos los problemas del país.
Desafortunadamente la estrategia está puesta en marcha y como parte de ella Andrés Manuel todos los días repite una serie de mentiras tratando de convertirlas en verdad, es indiscutible que en México estamos ante la instauración de un gobierno populista, que disfrazado de izquierda, pretende regresar a la figura del presidente todo poderoso, un gobierno que trata de utilizar el poder político y económico del Estado para aplastar a la oposición y a los contrapesos que siempre son necesarios para la vida democrática de cualquier nación.
Ante este escenario, los mexicanos tenemos dos caminos, el primero es asumir la consecuencia de haber encumbrado a una clase política que se aglutinó para satisfacer sus intereses personales y esperar que los errores en la toma de decisiones que comete el gobierno todos los días, no sean de consecuencias fatales e irreversibles.
El segundo, alzar la voz, organizarnos para defender nuestros derechos y libertades, debemos entender que los esfuerzos aislados por enfrentar al que se ha asumido como el salvador, no surtirán efectos reales, mientras siga rindiendo frutos la estrategia de polarización de la sociedad.
Tenemos que construir mucha ciudadanía, incentivar la participación de la población en todos los ámbitos, orientar y demostrar que no solo se trata de cambiar o castigar al gobierno, sino que ese cambio o castigo se debe transformar en un Estado de bienestar colectivo, en un crecimiento y desarrollo en todos los niveles de la vida, de lo contrario se corre el riesgo de encumbrar en el poder y en la toma de decisiones a lobos disfrazados de ovejas, a populistas disfrazados de izquierda, a colorados disfrazados de morenos.
El éxito es entender que las diferencias siempre estarán en la sociedad, pero que estas diferencias no pueden ser el limitante para poder construir un mejor futuro para México, es urgente que nos reencontremos como sociedad, requerimos de un nuevo pacto social, una reconciliación que materialice el despojarnos de dogmas, de intereses personales o de grupo, donde haya respeto pleno a las diferencias para poder reencauzar la vida democrática de nuestro país, y no permitir más atentados en contra de los principios de igualdad, libertad y democracia.