/ jueves 16 de abril de 2020

Reajuste de las actividades económicas

ACERVO


Justo en la víspera de la entrada a la fase tres de la pandemia derivada por el virus SARS-CoV-2, Covid-19 en nuestro país, es que nos encontramos inmersos como sociedad mexicana en una reconfiguración integral de nuestras rutinas que impactan de forma muy importante en las activades económicas.

Prácticamente todos los sectores sociales nos hemos visto obligados a afrontar un repliegue humano tendiente a salvaguardar la integridad propia y la de nuestros círculos familiares, de trabajo, de estudio y de amistad. Ha sido sin lugar a duda nostálgico compartir un momento crítico para el orbe y para México, junto a los nuestros y también esta denominada cuarentena se ha convertido en una especie de redescubrimiento de cosas elementales de la vida misma, muchas veces imperceptibles pero que dan valor a nuestro tránsito terrenal.

A diario las autoridades sanitarias de la federación y particularmente del Estado, comparten de cara a la ciudadanía las diversas estrategias de control y mitigación de la propagación de este virus, así como también debe advertirse, dan cuenta del estatus vigente de cada jornada que se afronta durante esta pandemia.

Frente a todo el esquema institucional previamente referido que se encuentra en marcha, han surgido también los reajustes propios de nuestras actividades. Desde aquellos infantes que diariamente hacen uso de guarderías o los estudiantes de todos los niveles escolares, pasando por trabajadores de aquellas actividades y giros considerados como no escenciales para la economía del país y que desde el pasado 30 de marzo suspendieron sus labores presenciales para trasladarlas en muchos casos, al denominado “home office”, hasta por supuesto los prestadores de servicios de comercio y profesionales o también las actividades clérigales, políticas y las de esparcimiento social y deportivo.

Todas y todos, experimentando verdaderos retos en nuestro desarrolllo humano, que me atrevería a considerar que nunca había sido trastocado a tal magnitud como en el presente.

Y en el marco de estas complejas experiencias, ha relucido el impacto económico que compromete en demasía la estabilidad de la gran mayoría de familias mexicanas.

Quienes ejercemos un oficio o profesión, estamos diariamente involucrados en agendas distintas pero todas relacionadas a la presencia del coronavirus. Modificamos nuestros horarios, las medidas de protección y de sanidad de nuestros negocios y despachos. Reajustamos tarifas y operaciones. Reacondiciamos espacios físicos de nuestras casa y negocios. Reorientamos nuestras relaciones humanas. En suma, priorizamos la salud en primer lugar.

Esta experiencia de vida nos hace más fuertes y solidarios diariamente. Estemos unidos y cuidándonos.

ACERVO


Justo en la víspera de la entrada a la fase tres de la pandemia derivada por el virus SARS-CoV-2, Covid-19 en nuestro país, es que nos encontramos inmersos como sociedad mexicana en una reconfiguración integral de nuestras rutinas que impactan de forma muy importante en las activades económicas.

Prácticamente todos los sectores sociales nos hemos visto obligados a afrontar un repliegue humano tendiente a salvaguardar la integridad propia y la de nuestros círculos familiares, de trabajo, de estudio y de amistad. Ha sido sin lugar a duda nostálgico compartir un momento crítico para el orbe y para México, junto a los nuestros y también esta denominada cuarentena se ha convertido en una especie de redescubrimiento de cosas elementales de la vida misma, muchas veces imperceptibles pero que dan valor a nuestro tránsito terrenal.

A diario las autoridades sanitarias de la federación y particularmente del Estado, comparten de cara a la ciudadanía las diversas estrategias de control y mitigación de la propagación de este virus, así como también debe advertirse, dan cuenta del estatus vigente de cada jornada que se afronta durante esta pandemia.

Frente a todo el esquema institucional previamente referido que se encuentra en marcha, han surgido también los reajustes propios de nuestras actividades. Desde aquellos infantes que diariamente hacen uso de guarderías o los estudiantes de todos los niveles escolares, pasando por trabajadores de aquellas actividades y giros considerados como no escenciales para la economía del país y que desde el pasado 30 de marzo suspendieron sus labores presenciales para trasladarlas en muchos casos, al denominado “home office”, hasta por supuesto los prestadores de servicios de comercio y profesionales o también las actividades clérigales, políticas y las de esparcimiento social y deportivo.

Todas y todos, experimentando verdaderos retos en nuestro desarrolllo humano, que me atrevería a considerar que nunca había sido trastocado a tal magnitud como en el presente.

Y en el marco de estas complejas experiencias, ha relucido el impacto económico que compromete en demasía la estabilidad de la gran mayoría de familias mexicanas.

Quienes ejercemos un oficio o profesión, estamos diariamente involucrados en agendas distintas pero todas relacionadas a la presencia del coronavirus. Modificamos nuestros horarios, las medidas de protección y de sanidad de nuestros negocios y despachos. Reajustamos tarifas y operaciones. Reacondiciamos espacios físicos de nuestras casa y negocios. Reorientamos nuestras relaciones humanas. En suma, priorizamos la salud en primer lugar.

Esta experiencia de vida nos hace más fuertes y solidarios diariamente. Estemos unidos y cuidándonos.