/ martes 11 de enero de 2022

Prioridad: las vacunas para nuestra niñez

Analizar los resultados en términos económicos de lo que ha dejado la pandemia resulta muy fuerte para muchas familias que tienen su patrimonio cimentado en un negocio o un servicio que no forma parte del cuadro de primera necesidad. Pero analizar los efectos de la COVID-19 en el ciclo académico del 2020 al 2021 y ver que la pandemia ha causado un rezago en matemáticas, comprensión lectora y habilidades socio emocionales en nuestra niñez, resulta alarmante y sin pensarle mucho la principal tarea sería en centrarnos en diseñar esquemas de aprendizaje para los estudiantes, en todos los niveles educativos, haciendo énfasis en la primera infancia. Para corroborar este dato le invito a leer el informe de McKinsey quien nos muestra que existe un atraso de cinco meses en estos temas. Por otro lado, otros estudios independientes, revelan que entre menos acceso se tenga a las tecnologías de la información las tasas de aprobación en matemáticas y comprensión lectora serán más bajas y que la transición de una modalidad virtual a una por completo presencial puede compensar estas diferencias.

En este escenario de pandemia, los patrones de cierre y reapertura de escuelas han mostrado la desigualdad social. Los estudiantes indígenas y los que viven en poblaciones rurales tienen el doble de probabilidades que los que viven en ciudad de estar frente a una computadora con acceso a internet.

En muchos foros hemos escuchado y también manifestado que el cierre de las escuelas va mucho más allá del rezago educativo. Hablamos de una crisis de salud mental infantil, que puede tocar la puerta de nuestra casa. La socialización de las niñas y los niños es necesaria y es parte de su formación. Entonces, ¿qué debemos hacer para mantener un riesgo bajo en las escuelas en lugar de mantenerlas cerradas, ante los números que muestran un atraso considerable en nuestra infancia y que el daño es grave para esta generación?

Primero que nada, insistir miles de veces que ya esté disponible la vacuna para las niñas y los niños. Sabemos hoy, que las vacunas son seguras y eficaces. Nuestras maestras y maestros cuentan con una vacuna efectiva y segura. Las medidas de ventilación de nuestras escuelas se pueden resolver con medidas básicas que pueden implementarse en poco tiempo.

Lo anterior, puede parecer incongruente en un país donde no han sido vacunados las niñas y niños menores de 12, pero dado que el aprendizaje ya se ha dañado tanto, tenemos que dar prioridad a que nuestra niñez continúe su aprendizaje de forma presencial tanto como sea posible y, mientras estén ahí, hacer que la experiencia educativa sea más enriquecedora.



Las de chile seco

Un ajuste del presupuesto federal deja fuera las prestaciones de maestros jubilados.

Analizar los resultados en términos económicos de lo que ha dejado la pandemia resulta muy fuerte para muchas familias que tienen su patrimonio cimentado en un negocio o un servicio que no forma parte del cuadro de primera necesidad. Pero analizar los efectos de la COVID-19 en el ciclo académico del 2020 al 2021 y ver que la pandemia ha causado un rezago en matemáticas, comprensión lectora y habilidades socio emocionales en nuestra niñez, resulta alarmante y sin pensarle mucho la principal tarea sería en centrarnos en diseñar esquemas de aprendizaje para los estudiantes, en todos los niveles educativos, haciendo énfasis en la primera infancia. Para corroborar este dato le invito a leer el informe de McKinsey quien nos muestra que existe un atraso de cinco meses en estos temas. Por otro lado, otros estudios independientes, revelan que entre menos acceso se tenga a las tecnologías de la información las tasas de aprobación en matemáticas y comprensión lectora serán más bajas y que la transición de una modalidad virtual a una por completo presencial puede compensar estas diferencias.

En este escenario de pandemia, los patrones de cierre y reapertura de escuelas han mostrado la desigualdad social. Los estudiantes indígenas y los que viven en poblaciones rurales tienen el doble de probabilidades que los que viven en ciudad de estar frente a una computadora con acceso a internet.

En muchos foros hemos escuchado y también manifestado que el cierre de las escuelas va mucho más allá del rezago educativo. Hablamos de una crisis de salud mental infantil, que puede tocar la puerta de nuestra casa. La socialización de las niñas y los niños es necesaria y es parte de su formación. Entonces, ¿qué debemos hacer para mantener un riesgo bajo en las escuelas en lugar de mantenerlas cerradas, ante los números que muestran un atraso considerable en nuestra infancia y que el daño es grave para esta generación?

Primero que nada, insistir miles de veces que ya esté disponible la vacuna para las niñas y los niños. Sabemos hoy, que las vacunas son seguras y eficaces. Nuestras maestras y maestros cuentan con una vacuna efectiva y segura. Las medidas de ventilación de nuestras escuelas se pueden resolver con medidas básicas que pueden implementarse en poco tiempo.

Lo anterior, puede parecer incongruente en un país donde no han sido vacunados las niñas y niños menores de 12, pero dado que el aprendizaje ya se ha dañado tanto, tenemos que dar prioridad a que nuestra niñez continúe su aprendizaje de forma presencial tanto como sea posible y, mientras estén ahí, hacer que la experiencia educativa sea más enriquecedora.



Las de chile seco

Un ajuste del presupuesto federal deja fuera las prestaciones de maestros jubilados.