/ miércoles 19 de mayo de 2021

Por las maestras y los maestros

La formación profesional y personal que hoy me tiene en el lugar privilegiado donde estoy, sirviendo a millones de mexicanas y mexicanos, es producto del esfuerzo de mis padres, de mis amigos, de mi familia en general, pero en muy buena medida de las y los maestros que a lo largo de mi trayectoria escolar me transmitieron conocimientos propios del contenido educativo, pero también me regalaron un pedazo de sus vidas con cariño, paciencia y formación en valores.

Como política pública y trazado legislativo, tenemos claro que los beneficiarios inmediatos son las y los estudiantes, sin embargo, si lo viéramos como un entramado propio de ingeniería de procesos, nuestras maestras y maestros serían el pilar o el engranaje primordial para que todo funcione, es por ello que debemos poner atención en todo el entorno del profesorado para obtener mejores resultados académicos en niñas, niños y adolescentes.

La reforma educativa lograda en administraciones anteriores y modificada en la presente, pareciera que tiene un componente más político que profesional. En la medida en que no tengamos altura de miras y diseñemos un sistema educativo más justo, más completo, más flexible, más honesto y más leal, los resultados en la educación de quien cursa cualquier grado académico no será el óptimo.

La educación es el potenciador más importante para la movilidad social y, además, la herramienta más útil para el desarrollo pleno de las sociedades, en el que el trasfondo no sea llenar universidades porque sí, sino escalar en el nivel de vida que permita que absolutamente todas las personas sean capaces de allegarse de los recursos suficientes para vivir de manera digna.

Y no sólo eso, nuestra visión educativa debe tender a formar personas en todos los aspectos. Desde la cultura propia de contenidos educativos, hasta el desenvolvimiento social, la empatía, la resolución de problemas y la fortaleza física y mental.

Todo eso no se podrá lograr si no generamos las condiciones más favorables para nuestras y nuestros maestros: salarios dignos, capacitación constante en todas las áreas de conocimiento y desarrollo personal, oportunidad de desarrollo y movilidad, dotación de todos los materiales necesarios para desempeñar su labor, infraestructura adecuada y moderna, respeto a sus derechos y, en general, hacerles sentir que ellos son la parte fuerte de la educación, que su decisión de estar frente a un grupo es la mejor que hayan tomado y deberá ser recompensada.

Es momento de construir en favor de la educación de México, más allá de posturas y grupos políticos o de beneficiar a tal o cual Sindicato, es prioritario poner las propuestas sobre la mesa donde se incluyan resultados a corto, mediano y largo plazo, a fin de que podamos evaluar el avance en beneficio del pueblo de México.

La formación profesional y personal que hoy me tiene en el lugar privilegiado donde estoy, sirviendo a millones de mexicanas y mexicanos, es producto del esfuerzo de mis padres, de mis amigos, de mi familia en general, pero en muy buena medida de las y los maestros que a lo largo de mi trayectoria escolar me transmitieron conocimientos propios del contenido educativo, pero también me regalaron un pedazo de sus vidas con cariño, paciencia y formación en valores.

Como política pública y trazado legislativo, tenemos claro que los beneficiarios inmediatos son las y los estudiantes, sin embargo, si lo viéramos como un entramado propio de ingeniería de procesos, nuestras maestras y maestros serían el pilar o el engranaje primordial para que todo funcione, es por ello que debemos poner atención en todo el entorno del profesorado para obtener mejores resultados académicos en niñas, niños y adolescentes.

La reforma educativa lograda en administraciones anteriores y modificada en la presente, pareciera que tiene un componente más político que profesional. En la medida en que no tengamos altura de miras y diseñemos un sistema educativo más justo, más completo, más flexible, más honesto y más leal, los resultados en la educación de quien cursa cualquier grado académico no será el óptimo.

La educación es el potenciador más importante para la movilidad social y, además, la herramienta más útil para el desarrollo pleno de las sociedades, en el que el trasfondo no sea llenar universidades porque sí, sino escalar en el nivel de vida que permita que absolutamente todas las personas sean capaces de allegarse de los recursos suficientes para vivir de manera digna.

Y no sólo eso, nuestra visión educativa debe tender a formar personas en todos los aspectos. Desde la cultura propia de contenidos educativos, hasta el desenvolvimiento social, la empatía, la resolución de problemas y la fortaleza física y mental.

Todo eso no se podrá lograr si no generamos las condiciones más favorables para nuestras y nuestros maestros: salarios dignos, capacitación constante en todas las áreas de conocimiento y desarrollo personal, oportunidad de desarrollo y movilidad, dotación de todos los materiales necesarios para desempeñar su labor, infraestructura adecuada y moderna, respeto a sus derechos y, en general, hacerles sentir que ellos son la parte fuerte de la educación, que su decisión de estar frente a un grupo es la mejor que hayan tomado y deberá ser recompensada.

Es momento de construir en favor de la educación de México, más allá de posturas y grupos políticos o de beneficiar a tal o cual Sindicato, es prioritario poner las propuestas sobre la mesa donde se incluyan resultados a corto, mediano y largo plazo, a fin de que podamos evaluar el avance en beneficio del pueblo de México.