/ miércoles 18 de diciembre de 2019

Por la unión de nuestro país

La navidad es una de las festividades más importantes en casi todo el mundo. Más allá del inherente significado religioso, implica una idea de unidad en torno a las necesidades del prójimo.

Son momentos en que las personas nos desprendemos de nuestro habitual egoísmo para poder mirar a las necesidades de aquellos que no son tan afortunados en sus condiciones de vida.

Para las personas que nos dedicamos a la política por vocación y no por intereses meramente mercantiles, implica la posibilidad de ayudar a nuestros ciudadanos, a quienes con su confianza nos dieron la oportunidad de servirles anteponiendo el bien común, las necesidades colectivas y la posibilidad de ver un país mejor.

La política, casi por antonomasia, es el enfrentamiento constante entre diversas posturas o visiones de gobierno. Para nadie es un secreto que es en la política donde se llevan a cabo los actos más viles con tal de conseguir lo que una sola persona requiere; es colocarnos por encima de los demás para ser uno mismo quien reciba el aplauso, el reconocimiento y, desde luego, las posiciones de privilegio en cuanto a poder se trata.

Es así que una tarea tan noble se ensombrece con actitudes tan miserables para el ser humano.

En el último año, en esta etapa que vive nuestro país, debemos de ser lo suficientemente honestos para aceptar que el sello característico fue la división.

La desunión, incluso, como estrategia y política pública que distrajera la atención de lo verdaderamente importante, para desviarnos en pugnas sin sentido y que poco aportan a la construcción un México diferente.

Para quienes tenemos la fortuna de trabajar en el Congreso de la Unión, existen dos virtudes que debemos explotar.

Por un lado, estamos colocados en esa posición porque un grupo importante de ciudadanos decidió que los representáramos, que les diéramos voz y que viéramos en todo momento por la prosperidad de ellos y de sus familias.

Por otro lado, contamos un espacio en donde, con civilidad, argumentos y ánimos de construir, podemos generar acuerdos con personas que, en apariencia, tienen una concepción distinta de la política, la sociedad, la economía y la vida en general.

Así como la Navidad, nuestra labor y obligación como miembros de la clase política, es generar lazos de coordinación, concordancia y afecto, para otorgar resultados que nos beneficien a todas y todos.

Hoy no hay lugar para diferencias absurdas o para intereses particulares.

Quienes dirigimos el destino de este país no podemos basarnos en la división y la caracterización de clases, por el contrario, debemos tender los puentes de entendimiento que nos pongan a todos en la misma embarcación para hacer de este bello país un mejor lugar para vivir, un mejor espacio para todas las familias mexicanas, sin distingo, sin enconos, sin rencores.

El bello arte de hacer política implica saber que por encima de nosotros están las y los mexicanos, está el bien común y no los simples deseos de poder unipersonales.

Por encima de nosotros estamos todos. Les deseo amor, unión y prosperidad en compañía de sus seres queridos, con la confianza de que los que queremos a México estamos de su lado.

La navidad es una de las festividades más importantes en casi todo el mundo. Más allá del inherente significado religioso, implica una idea de unidad en torno a las necesidades del prójimo.

Son momentos en que las personas nos desprendemos de nuestro habitual egoísmo para poder mirar a las necesidades de aquellos que no son tan afortunados en sus condiciones de vida.

Para las personas que nos dedicamos a la política por vocación y no por intereses meramente mercantiles, implica la posibilidad de ayudar a nuestros ciudadanos, a quienes con su confianza nos dieron la oportunidad de servirles anteponiendo el bien común, las necesidades colectivas y la posibilidad de ver un país mejor.

La política, casi por antonomasia, es el enfrentamiento constante entre diversas posturas o visiones de gobierno. Para nadie es un secreto que es en la política donde se llevan a cabo los actos más viles con tal de conseguir lo que una sola persona requiere; es colocarnos por encima de los demás para ser uno mismo quien reciba el aplauso, el reconocimiento y, desde luego, las posiciones de privilegio en cuanto a poder se trata.

Es así que una tarea tan noble se ensombrece con actitudes tan miserables para el ser humano.

En el último año, en esta etapa que vive nuestro país, debemos de ser lo suficientemente honestos para aceptar que el sello característico fue la división.

La desunión, incluso, como estrategia y política pública que distrajera la atención de lo verdaderamente importante, para desviarnos en pugnas sin sentido y que poco aportan a la construcción un México diferente.

Para quienes tenemos la fortuna de trabajar en el Congreso de la Unión, existen dos virtudes que debemos explotar.

Por un lado, estamos colocados en esa posición porque un grupo importante de ciudadanos decidió que los representáramos, que les diéramos voz y que viéramos en todo momento por la prosperidad de ellos y de sus familias.

Por otro lado, contamos un espacio en donde, con civilidad, argumentos y ánimos de construir, podemos generar acuerdos con personas que, en apariencia, tienen una concepción distinta de la política, la sociedad, la economía y la vida en general.

Así como la Navidad, nuestra labor y obligación como miembros de la clase política, es generar lazos de coordinación, concordancia y afecto, para otorgar resultados que nos beneficien a todas y todos.

Hoy no hay lugar para diferencias absurdas o para intereses particulares.

Quienes dirigimos el destino de este país no podemos basarnos en la división y la caracterización de clases, por el contrario, debemos tender los puentes de entendimiento que nos pongan a todos en la misma embarcación para hacer de este bello país un mejor lugar para vivir, un mejor espacio para todas las familias mexicanas, sin distingo, sin enconos, sin rencores.

El bello arte de hacer política implica saber que por encima de nosotros están las y los mexicanos, está el bien común y no los simples deseos de poder unipersonales.

Por encima de nosotros estamos todos. Les deseo amor, unión y prosperidad en compañía de sus seres queridos, con la confianza de que los que queremos a México estamos de su lado.