/ sábado 30 de mayo de 2020

Pita Amor. Dueña de la tinta americana

Fue arrebatadora; explosiva, desbordada, ¡señorial! Llegó a este mundo en el siglo pasado para otorgarle un poco de su luz. Se le considera la Sor Juana del siglo XX. Irrumpió en la escena a la edad de 27 años. Se ganó la admiración por sus letras y el rechazo por las mismas y sus excentricidades. Guadalupe Amor. Pita Amor escribía sonetos descriptivos del alma humana y la imperiosa necesidad de contactar con Dios.

Ruda y mística, intensa y sublime. “Dios, invención admirable, hecha de ansiedad humana y de esencia arcana, que se vuelve impenetrable. ¿Por qué no eres tú palpable para el soberbio que vio? ¿Por qué me dices que no cuando te pido que vengas? Dios mío, no te detengas, ¿o quieres que vaya yo?” Y había momentos en los cuales ni su sombra quería acompañarla.

Escribió de la vida y de la muerte, fue contemplativa y lacerante como en el duro poema a su hijo. “Maté yo a mi hijo, bien mío lo maté al darle la vida la luna estaba en huida mi vientre estaba vacío. Mi pulso destituido mi sangre invertida mi conciencia dividida. Era infernal mi extravío y me planteé tal dilema es de teología el tema. Si a mi hijo hubiera evitado ya era bestial mi pecado. Pero yo no lo evité: vida le di y lo maté”.

En diciembre de 1995, visitó Actopan, Hidalgo. Fue la última ocasión que la escuchamos en vivo. Fue en el Ex Convento de Actopan. Ahí las musas se dieron cita. Deleitó a los presentes con sus “Sonetos a Dios”, recordó su libro “Yo soy mi casa” y, luego se marchó. Pita Amor vivió siempre libre, espiritual, física y espiritualmente. Fue ella. Pita Amor abandonó este sistema y regresó a su universo el 8 de mayo del año 2000.

Se puede mencionar a quienes la reconocieron y formaban parte de la vida intelectual de América y el mundo. Sería en vano, siempre será poco lo que dijeron de ella en relación al talento de Guadalupe Amor. Fue un ser paradigmático, un volcán, escribió del suelo, del polvo y del cielo. Dicen que allá vive. Guadalupe Amor, la mexicana dueña de la tinta americana.

Fue arrebatadora; explosiva, desbordada, ¡señorial! Llegó a este mundo en el siglo pasado para otorgarle un poco de su luz. Se le considera la Sor Juana del siglo XX. Irrumpió en la escena a la edad de 27 años. Se ganó la admiración por sus letras y el rechazo por las mismas y sus excentricidades. Guadalupe Amor. Pita Amor escribía sonetos descriptivos del alma humana y la imperiosa necesidad de contactar con Dios.

Ruda y mística, intensa y sublime. “Dios, invención admirable, hecha de ansiedad humana y de esencia arcana, que se vuelve impenetrable. ¿Por qué no eres tú palpable para el soberbio que vio? ¿Por qué me dices que no cuando te pido que vengas? Dios mío, no te detengas, ¿o quieres que vaya yo?” Y había momentos en los cuales ni su sombra quería acompañarla.

Escribió de la vida y de la muerte, fue contemplativa y lacerante como en el duro poema a su hijo. “Maté yo a mi hijo, bien mío lo maté al darle la vida la luna estaba en huida mi vientre estaba vacío. Mi pulso destituido mi sangre invertida mi conciencia dividida. Era infernal mi extravío y me planteé tal dilema es de teología el tema. Si a mi hijo hubiera evitado ya era bestial mi pecado. Pero yo no lo evité: vida le di y lo maté”.

En diciembre de 1995, visitó Actopan, Hidalgo. Fue la última ocasión que la escuchamos en vivo. Fue en el Ex Convento de Actopan. Ahí las musas se dieron cita. Deleitó a los presentes con sus “Sonetos a Dios”, recordó su libro “Yo soy mi casa” y, luego se marchó. Pita Amor vivió siempre libre, espiritual, física y espiritualmente. Fue ella. Pita Amor abandonó este sistema y regresó a su universo el 8 de mayo del año 2000.

Se puede mencionar a quienes la reconocieron y formaban parte de la vida intelectual de América y el mundo. Sería en vano, siempre será poco lo que dijeron de ella en relación al talento de Guadalupe Amor. Fue un ser paradigmático, un volcán, escribió del suelo, del polvo y del cielo. Dicen que allá vive. Guadalupe Amor, la mexicana dueña de la tinta americana.