/ miércoles 15 de julio de 2020

Nos toca a nosotros

La pandemia por Covid-19 que amenaza la salud pública del mundo entero ha sido de las peores circunstancias que nos ha tocado vivir en el último siglo. El desconocimiento de esta condición ha generado que, ni con los avances de la medicina en la actualidad, podamos contener certeramente los estragos que ha causado en la vida de los infectados y, desde luego, en la economía que cada vez luce más tambaleante.

Este tipo de virus no saben de tiempos ni de fronteras. Ha demostrado que no existe momento perfecto para el confinamiento y mucho menos para la reapertura de centros de trabajo, plazas públicas y demás actividades que requiere la economía global para seguir funcionando. El cierre de fronteras parece que fue tardío o, en algunos casos, que fue inútil, ya que los contagios aumentaron exponencialmente.

El aumento paulatino de contagios y, por ende, de muertes debido al Covid-19, apuntó de inmediato a las autoridades de aquellos Estados que hoy en día registran un alto número de muertes y de infectados por el virus. Asimismo, casos como el de Japón, con una población similar a la de nuestro país pero con una extensión territorial menor, así como el de Nueva Zelanda, han sido ejemplares para todo el planeta, ya que sus casos verificados son relativamente menores y el número de muertes apenas rebasa las 3 cifras.

Lo que hemos aprendido en nuestro país con esta experiencia es que la información certera, fidedigna y honesta, es un factor determinante para afrontar con claridad una situación tan importante. Los cambios en las cifras, las fechas distintas respecto el pico de la pandemia, un semáforo que poco ha servido de guía y, en general, la información tan variada que hemos recibido es lo que ha aumentado la preocupación por esta terrible situación.

Tanto a nivel local como en todo el mundo, los escenarios se han visto enrarecidos por los rebrotes que se han generado, a decir verdad, por la falta de responsabilidad de los habitantes de esos países. Debido a que la pandemia en nuestro país atacó semanas después que en Europa, hemos tenido la oportunidad de visualizar las consecuencias de determinados actos, por lo que precisamente en las reaperturas se han visibilizado omisiones de la ciudadanía en las medidas preventivas, lo cual ha generado rebrotes en Brasil, Europa y Estados Unidos de América.

Si consideramos que la comunicación en México ha tenido una serie de deficiencias resulta preocupante el abrir negocios, escuelas o cualquier espacio público. Sí, es cierto que en estos casos el papel de la autoridad sanitaria es fundamental para el cuidado de la salud de todo el pueblo, sin embargo, el volver a la nueva normalidad será un reto para todas nosotras y nosotros como sociedad.

Evitar un rebrote, dicho por los propios especialistas, es un escenario que está en manos exclusivamente de la ciudadanía, ya que las medidas de distanciamiento físico, el uso de cubrebocas, la sanitización permanente, son instrucciones que no puede vigilar permanentemente algún gobierno.

En estos casos ya no entran ni medicamentos ni vacunas, las cuales, por cierto, a pesar del acelerado trabajo a nivel global, no estarán en próximos meses, por lo que en un acto de concientización habremos de aceptar que nada volverá a ser igual, las concentraciones de personas deberán ser menores y nuestros hábitos darán un giro radical. De no entender eso, lo que vivimos volverá y, quizá, con mayor fuerza.

La pandemia por Covid-19 que amenaza la salud pública del mundo entero ha sido de las peores circunstancias que nos ha tocado vivir en el último siglo. El desconocimiento de esta condición ha generado que, ni con los avances de la medicina en la actualidad, podamos contener certeramente los estragos que ha causado en la vida de los infectados y, desde luego, en la economía que cada vez luce más tambaleante.

Este tipo de virus no saben de tiempos ni de fronteras. Ha demostrado que no existe momento perfecto para el confinamiento y mucho menos para la reapertura de centros de trabajo, plazas públicas y demás actividades que requiere la economía global para seguir funcionando. El cierre de fronteras parece que fue tardío o, en algunos casos, que fue inútil, ya que los contagios aumentaron exponencialmente.

El aumento paulatino de contagios y, por ende, de muertes debido al Covid-19, apuntó de inmediato a las autoridades de aquellos Estados que hoy en día registran un alto número de muertes y de infectados por el virus. Asimismo, casos como el de Japón, con una población similar a la de nuestro país pero con una extensión territorial menor, así como el de Nueva Zelanda, han sido ejemplares para todo el planeta, ya que sus casos verificados son relativamente menores y el número de muertes apenas rebasa las 3 cifras.

Lo que hemos aprendido en nuestro país con esta experiencia es que la información certera, fidedigna y honesta, es un factor determinante para afrontar con claridad una situación tan importante. Los cambios en las cifras, las fechas distintas respecto el pico de la pandemia, un semáforo que poco ha servido de guía y, en general, la información tan variada que hemos recibido es lo que ha aumentado la preocupación por esta terrible situación.

Tanto a nivel local como en todo el mundo, los escenarios se han visto enrarecidos por los rebrotes que se han generado, a decir verdad, por la falta de responsabilidad de los habitantes de esos países. Debido a que la pandemia en nuestro país atacó semanas después que en Europa, hemos tenido la oportunidad de visualizar las consecuencias de determinados actos, por lo que precisamente en las reaperturas se han visibilizado omisiones de la ciudadanía en las medidas preventivas, lo cual ha generado rebrotes en Brasil, Europa y Estados Unidos de América.

Si consideramos que la comunicación en México ha tenido una serie de deficiencias resulta preocupante el abrir negocios, escuelas o cualquier espacio público. Sí, es cierto que en estos casos el papel de la autoridad sanitaria es fundamental para el cuidado de la salud de todo el pueblo, sin embargo, el volver a la nueva normalidad será un reto para todas nosotras y nosotros como sociedad.

Evitar un rebrote, dicho por los propios especialistas, es un escenario que está en manos exclusivamente de la ciudadanía, ya que las medidas de distanciamiento físico, el uso de cubrebocas, la sanitización permanente, son instrucciones que no puede vigilar permanentemente algún gobierno.

En estos casos ya no entran ni medicamentos ni vacunas, las cuales, por cierto, a pesar del acelerado trabajo a nivel global, no estarán en próximos meses, por lo que en un acto de concientización habremos de aceptar que nada volverá a ser igual, las concentraciones de personas deberán ser menores y nuestros hábitos darán un giro radical. De no entender eso, lo que vivimos volverá y, quizá, con mayor fuerza.