/ miércoles 20 de enero de 2021

No echemos a perder el nuevo comienzo

El día de hoy, después de unas semanas que parecían largas y peligrosas para una de las democracias más estables del planeta, asume de manera oficial Joe Biden como el cuadragésimo séptimo presidente de los Estados Unidos de América, lo cual habrá sucedido entre uno de los operativos más reforzados en la historia de las tomas de posesión. Incluso, dado el número de efectivos, se cree que incluso rebasará el número de oficiales de los que se ocupan para operaciones militares en Afganistán e Irak.

Independientemente que en un mundo globalizado el aislamiento no será nunca una opción, la investidura del nuevo mandatario estadounidense nos debe mantener una atención puntual tanto al discurso inicial como a las políticas que se sobrevendrán en los próximos días, particularmente, en los primeros 100 días de mandato en los que se articulan todos los elementos de su política económica, social, de seguridad, migratoria, etcétera.

Todo esto precedido de la relación que tuvo el gobierno actual de nuestro país con la administración saliente de Donald Trump, quien utilizó a México como plataforma en su discurso divisivo y sectario para mantener el poder, lo cual al final, por diversos factores tanto personales como de sus decisiones de gobierno, lo alejó de ser reelecto como ha sucedido como la gran mayoría de sus antecesores.

Durante estos últimos años, la reacción de nuestro país ha sido nula, de poca colaboración, con casi ninguna intervención y permisiva respecto de los múltiples ataques trumpistas que, además, culminó con una relación en materia de seguridad tan delicada como la emisión indebida del contenido de un expediente criminal y con ligeras acusaciones a la DEA de fabricar pruebas en contra de un General de nuestro Ejército Mexicano.

Hoy se comienza de cero, con un Presidente que tiene muchísima experiencia en asuntos públicos de su país gracias a su cercana intervención durante la administración del Presidente Barack Obama. Conocido como un pleno demócrata de decisiones firmes, Joe Biden debe ser el objetivo inmediato del gobierno mexicano. En un primer escenario, el gabinete incluyente que formó da visos que en su mente se encuentra el pueblo latino.

De esto último es justo lo que debemos platicar de forma urgente los tres poderes de la unión, ya que sólo a través de acuerdos migratorios y planes de desarrollo humano en el que intervengan los mandatarios, los legisladores y los jueces que a veces tienen en sus decisiones los destinos de los migrantes, se podrá llegar a una solución que hace muchos años se viene pidiendo.

El aspecto comercial es tan fundamental como el hecho de que es nuestro principal socio comercial, por lo que en medio de una crisis económica como la que se vive en cada rincón del planeta. Las inversiones son esenciales para la vida económica del país, por lo que la postura mexicana debe ser proactiva y respetuosa de todas las formas porque sólo de esa manera se podrá construir una relación madura.

Si no se entiende que esta es una oportunidad para un nuevo comienzo mucho más terso y seguimos añorando la presencia del pendenciero para también ajustar nuestro discurso divisivo, la realidad nos topará de frente y quien sufrirá será el pueblo mexicano. El mejor deseo para este nuevo comienzo es sensatez, trabajo y dignidad.


El día de hoy, después de unas semanas que parecían largas y peligrosas para una de las democracias más estables del planeta, asume de manera oficial Joe Biden como el cuadragésimo séptimo presidente de los Estados Unidos de América, lo cual habrá sucedido entre uno de los operativos más reforzados en la historia de las tomas de posesión. Incluso, dado el número de efectivos, se cree que incluso rebasará el número de oficiales de los que se ocupan para operaciones militares en Afganistán e Irak.

Independientemente que en un mundo globalizado el aislamiento no será nunca una opción, la investidura del nuevo mandatario estadounidense nos debe mantener una atención puntual tanto al discurso inicial como a las políticas que se sobrevendrán en los próximos días, particularmente, en los primeros 100 días de mandato en los que se articulan todos los elementos de su política económica, social, de seguridad, migratoria, etcétera.

Todo esto precedido de la relación que tuvo el gobierno actual de nuestro país con la administración saliente de Donald Trump, quien utilizó a México como plataforma en su discurso divisivo y sectario para mantener el poder, lo cual al final, por diversos factores tanto personales como de sus decisiones de gobierno, lo alejó de ser reelecto como ha sucedido como la gran mayoría de sus antecesores.

Durante estos últimos años, la reacción de nuestro país ha sido nula, de poca colaboración, con casi ninguna intervención y permisiva respecto de los múltiples ataques trumpistas que, además, culminó con una relación en materia de seguridad tan delicada como la emisión indebida del contenido de un expediente criminal y con ligeras acusaciones a la DEA de fabricar pruebas en contra de un General de nuestro Ejército Mexicano.

Hoy se comienza de cero, con un Presidente que tiene muchísima experiencia en asuntos públicos de su país gracias a su cercana intervención durante la administración del Presidente Barack Obama. Conocido como un pleno demócrata de decisiones firmes, Joe Biden debe ser el objetivo inmediato del gobierno mexicano. En un primer escenario, el gabinete incluyente que formó da visos que en su mente se encuentra el pueblo latino.

De esto último es justo lo que debemos platicar de forma urgente los tres poderes de la unión, ya que sólo a través de acuerdos migratorios y planes de desarrollo humano en el que intervengan los mandatarios, los legisladores y los jueces que a veces tienen en sus decisiones los destinos de los migrantes, se podrá llegar a una solución que hace muchos años se viene pidiendo.

El aspecto comercial es tan fundamental como el hecho de que es nuestro principal socio comercial, por lo que en medio de una crisis económica como la que se vive en cada rincón del planeta. Las inversiones son esenciales para la vida económica del país, por lo que la postura mexicana debe ser proactiva y respetuosa de todas las formas porque sólo de esa manera se podrá construir una relación madura.

Si no se entiende que esta es una oportunidad para un nuevo comienzo mucho más terso y seguimos añorando la presencia del pendenciero para también ajustar nuestro discurso divisivo, la realidad nos topará de frente y quien sufrirá será el pueblo mexicano. El mejor deseo para este nuevo comienzo es sensatez, trabajo y dignidad.