/ miércoles 9 de marzo de 2022

Mujeres olvidadas y violentadas

Cuando nos referimos a la violencia es casi un hecho que a la mente se vienen imágenes de golpes y, si acaso, maltrato verbal, sin embargo, en tema de mujeres no es así. Supongamos que Alejandra llegó a la Ciudad de México procedente de Veracruz en busca de mejores oportunidades económicas; debido a ello consigue un trabajo de tiempo completo pero, en inicio no tuvo problema porque dejaba a sus dos pequeños hijos, uno en una Estancia Infantil y al otro en una primaria con el programa Escuela de Tiempo Completo. A los dos años, esos dos programas quedaron eliminados por el Gobierno Federal, lo que la llevó a no poder trabajar para poder cuidar a sus hijos con la enorme problemática de tampoco obtener cómo subsistir porque de forma unilateral el apoyo escolar que tenía en el cuidado de sus hijos ya no existe.

La violencia en contra de las mujeres, lejos del avance que ya se había tenido, se ha recrudecido y diversificado en formas impensadas. Mucho de ese retroceso en la lucha por la igualdad de género tiene que ver con pésimas decisiones en la administración pública, ya que, en aras de preservar programas clientelares, se ha sacrificado de forma seria el presupuesto destinado a las mujeres, materializando violencia económica como pocas veces se había visto.

Pero no sólo eso, si nos enfocamos en la violencia en su sentido más primitivo no existe el más mínimo motivo para festejar y si una gran causa por la cual luchar, ya que el año 2021 fue el más violento en contra de las mujeres en toda la historia de nuestro país y para muestra el hecho de que el año pasado superamos los mil feminicidios y, peor aún, con un nivel de impunidad escandaloso de 51.4 por ciento.

La violación y violencia familiar tienen escaladas terribles que nos hacen pensar que algo no estamos haciendo bien no sólo desde el gobierno sino como sociedad también. No hay forma de creer que el avance es sustancial y se empiecen a minimizar los temas relacionados con las mujeres como si lo dado fuera suficiente para quitarnos el miedo y proveernos de oportunidades igualitarias en todos los ámbitos de la vida social.

El empoderamiento económico que se empezaba a gestar hoy es un aspecto lejano con la desaparición de PROSPERA, las estancias infantiles para madres trabajadoras, los comedores comunitarios, el Programa de Apoyo al Empleo, el Programa para la Inclusión y la Equidad Educativa, el Programa de apoyo a la Mujer Emprendedora, el Programa de Vivienda Digna; entre muchos otros programas que no eran concesiones sino conquistas de la lucha de las mujeres por una vida digna, con oportunidades laborales, de negocio, de economía del cuidado y académicas.

Hoy, como hace mucho tiempo no pasaba, estamos siendo invisibilizadas por lo que mientras exista desigualdad y precariedad laboral o salarial, desigualdad política o acoso sexual; mientras sigan asesinando mujeres en todo el país; mientras persista la desigualdad y violencia contra las mujeres, no hay absolutamente nada que celebrar en el Día Internacional de la Mujer.

Y no nos equivoquemos, sí hay mucho que reprochar a la administración actual, sin embargo, el cúmulo de justificaciones y alteraciones de la percepción de la sociedad para minimizar a las mujeres es motivo mínimo para reflexionar, reeducar y actuar de una vez por todas por una igualdad que va más allá de monumentos, marchas, vallas, gritos y consignas, sino que se trata de una realidad de las mujeres en México que cada día lastima más. Es momento de ponernos en acción y dar el giro necesario en favor de las mujeres.


Cuando nos referimos a la violencia es casi un hecho que a la mente se vienen imágenes de golpes y, si acaso, maltrato verbal, sin embargo, en tema de mujeres no es así. Supongamos que Alejandra llegó a la Ciudad de México procedente de Veracruz en busca de mejores oportunidades económicas; debido a ello consigue un trabajo de tiempo completo pero, en inicio no tuvo problema porque dejaba a sus dos pequeños hijos, uno en una Estancia Infantil y al otro en una primaria con el programa Escuela de Tiempo Completo. A los dos años, esos dos programas quedaron eliminados por el Gobierno Federal, lo que la llevó a no poder trabajar para poder cuidar a sus hijos con la enorme problemática de tampoco obtener cómo subsistir porque de forma unilateral el apoyo escolar que tenía en el cuidado de sus hijos ya no existe.

La violencia en contra de las mujeres, lejos del avance que ya se había tenido, se ha recrudecido y diversificado en formas impensadas. Mucho de ese retroceso en la lucha por la igualdad de género tiene que ver con pésimas decisiones en la administración pública, ya que, en aras de preservar programas clientelares, se ha sacrificado de forma seria el presupuesto destinado a las mujeres, materializando violencia económica como pocas veces se había visto.

Pero no sólo eso, si nos enfocamos en la violencia en su sentido más primitivo no existe el más mínimo motivo para festejar y si una gran causa por la cual luchar, ya que el año 2021 fue el más violento en contra de las mujeres en toda la historia de nuestro país y para muestra el hecho de que el año pasado superamos los mil feminicidios y, peor aún, con un nivel de impunidad escandaloso de 51.4 por ciento.

La violación y violencia familiar tienen escaladas terribles que nos hacen pensar que algo no estamos haciendo bien no sólo desde el gobierno sino como sociedad también. No hay forma de creer que el avance es sustancial y se empiecen a minimizar los temas relacionados con las mujeres como si lo dado fuera suficiente para quitarnos el miedo y proveernos de oportunidades igualitarias en todos los ámbitos de la vida social.

El empoderamiento económico que se empezaba a gestar hoy es un aspecto lejano con la desaparición de PROSPERA, las estancias infantiles para madres trabajadoras, los comedores comunitarios, el Programa de Apoyo al Empleo, el Programa para la Inclusión y la Equidad Educativa, el Programa de apoyo a la Mujer Emprendedora, el Programa de Vivienda Digna; entre muchos otros programas que no eran concesiones sino conquistas de la lucha de las mujeres por una vida digna, con oportunidades laborales, de negocio, de economía del cuidado y académicas.

Hoy, como hace mucho tiempo no pasaba, estamos siendo invisibilizadas por lo que mientras exista desigualdad y precariedad laboral o salarial, desigualdad política o acoso sexual; mientras sigan asesinando mujeres en todo el país; mientras persista la desigualdad y violencia contra las mujeres, no hay absolutamente nada que celebrar en el Día Internacional de la Mujer.

Y no nos equivoquemos, sí hay mucho que reprochar a la administración actual, sin embargo, el cúmulo de justificaciones y alteraciones de la percepción de la sociedad para minimizar a las mujeres es motivo mínimo para reflexionar, reeducar y actuar de una vez por todas por una igualdad que va más allá de monumentos, marchas, vallas, gritos y consignas, sino que se trata de una realidad de las mujeres en México que cada día lastima más. Es momento de ponernos en acción y dar el giro necesario en favor de las mujeres.