/ martes 16 de noviembre de 2021

Minar a la educación

ZACAHUIL


Han sido días que prácticamente se requiere de un cuaderno de doble raya para redactar cada una de las historias que se vivieron en el Congreso Federal a propósito del análisis y debate de la propuesta del Presupuesto 2022 enviada por el ejecutivo.

Para abrir boca, la noticia de 1994 reservas inscritas por parte de la mayoría de los Diputados, planteó de origen, un escenario de varias horas de escucha activa. Sí, para muchos era un espacio novedoso, para otros, una pasarela mediática y para otros más, un ring lleno de descalificaciones. Poco espacio para los argumentos sólidos y de defensa a un país con necesidades diversas e imperantes.

De tres a diez minutos podían ser las intervenciones y quizá tan solo un tercio de ellas no incluía una descalificación al adversario político. Algunos diputados unían sus reservas en una sola, para su intervención en tribuna; otros preferían presentarlas una a una, con el objeto en principio, en tratar de convencer al grupo mayoritario de que la petición era viable incluso para los objetivos del partido dominante. Sin embargo, pasaron cuatro días y ningún argumento era válido para aprobar una sola reserva incluyendo uno que otro diputado ingenioso del grupo predominante que subía una causa de su distrito, para ver si en la confusión o el desinterés o incluso por pertenecer al mismo partido pudiera ser aceptada, pero tampoco esto ocurrió.

En esa discusión estaba uno de los sectores que moviliza causas, sociedades y por supuesto personas a un nivel de mayor estabilidad económica y social: La educación. Este sector que ha formado a países enteros y que se sabe, invertir en ella, representa la mejor apuesta para el presente y futuro de los seres humanos. Por lo tanto, se alzaron las voces para exhibir las prioridades del sistema educativo por cada nivel, por cada área, y no había eco ni respuesta positiva.

La realidad es que al presentar las necesidades del sector, una a una, parecía que existía una barrera en las razones y las sin razones. Las horas parecían ser cortas y era una carrera de resistencia entre los grupos parlamentarios, poco a poco se iban olvidando el raquítico apoyo económico y las demandas de infraestructura básica necesarias de las escuelas para la toma de clases en línea, a pesar de reconocer que al concluir el ciclo escolar 2020-2021, una de cada 10 escuelas no cuenta con electricidad y una de cada 4 no tiene acceso al agua potable.

Además de los pendientes que ya se venían discutiendo como es el caso de la Reforma Educativa de 2019 y las consecuencias post pandemia; en lo referente al gasto por alumno y su reducción por la tendencia negativa del presupuesto y el aumento de matrícula en todos los niveles desde 2016.

Para 2022 la educación básica crecerá 3.8% real por la contracción de alumnos de ese nivel y en el caso de la educación superior, a pesar de declararse gratuita, no hubo el fondo de recursos para asumir la gratuidad. Nada era escuchado. La instrucción era clara.

Las de chile seco

Lamentable que, entre pares siempre hay nones.

ZACAHUIL


Han sido días que prácticamente se requiere de un cuaderno de doble raya para redactar cada una de las historias que se vivieron en el Congreso Federal a propósito del análisis y debate de la propuesta del Presupuesto 2022 enviada por el ejecutivo.

Para abrir boca, la noticia de 1994 reservas inscritas por parte de la mayoría de los Diputados, planteó de origen, un escenario de varias horas de escucha activa. Sí, para muchos era un espacio novedoso, para otros, una pasarela mediática y para otros más, un ring lleno de descalificaciones. Poco espacio para los argumentos sólidos y de defensa a un país con necesidades diversas e imperantes.

De tres a diez minutos podían ser las intervenciones y quizá tan solo un tercio de ellas no incluía una descalificación al adversario político. Algunos diputados unían sus reservas en una sola, para su intervención en tribuna; otros preferían presentarlas una a una, con el objeto en principio, en tratar de convencer al grupo mayoritario de que la petición era viable incluso para los objetivos del partido dominante. Sin embargo, pasaron cuatro días y ningún argumento era válido para aprobar una sola reserva incluyendo uno que otro diputado ingenioso del grupo predominante que subía una causa de su distrito, para ver si en la confusión o el desinterés o incluso por pertenecer al mismo partido pudiera ser aceptada, pero tampoco esto ocurrió.

En esa discusión estaba uno de los sectores que moviliza causas, sociedades y por supuesto personas a un nivel de mayor estabilidad económica y social: La educación. Este sector que ha formado a países enteros y que se sabe, invertir en ella, representa la mejor apuesta para el presente y futuro de los seres humanos. Por lo tanto, se alzaron las voces para exhibir las prioridades del sistema educativo por cada nivel, por cada área, y no había eco ni respuesta positiva.

La realidad es que al presentar las necesidades del sector, una a una, parecía que existía una barrera en las razones y las sin razones. Las horas parecían ser cortas y era una carrera de resistencia entre los grupos parlamentarios, poco a poco se iban olvidando el raquítico apoyo económico y las demandas de infraestructura básica necesarias de las escuelas para la toma de clases en línea, a pesar de reconocer que al concluir el ciclo escolar 2020-2021, una de cada 10 escuelas no cuenta con electricidad y una de cada 4 no tiene acceso al agua potable.

Además de los pendientes que ya se venían discutiendo como es el caso de la Reforma Educativa de 2019 y las consecuencias post pandemia; en lo referente al gasto por alumno y su reducción por la tendencia negativa del presupuesto y el aumento de matrícula en todos los niveles desde 2016.

Para 2022 la educación básica crecerá 3.8% real por la contracción de alumnos de ese nivel y en el caso de la educación superior, a pesar de declararse gratuita, no hubo el fondo de recursos para asumir la gratuidad. Nada era escuchado. La instrucción era clara.

Las de chile seco

Lamentable que, entre pares siempre hay nones.