/ sábado 23 de marzo de 2019

Maximiliano y la adopción de Agustín de Iturbide y Green

Su imperio se tambaleaba.

Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota requerían un heredero que diera continuidad a la nueva dinastía que aspiraban a constituir en México.

Sin embargo, todos sabían que las relaciones entre los monarcas no eran del todo armoniosas.

En tales circunstancias, la esperanza de tener un hijo que un día tuviera en sus manos la corona mexicana no era sino un sueño, una ambición con un piso muy frágil.

Lo único verdad es que tener un heredero para ellos era una necesidad patente.

La historia narra que Maximiliano de Habsburgo se había comprometido a designar un heredero al trono, en el plazo de tres años, en caso de que para entonces no tuviese hijos.

Por tanto, en 1865 el emperador estableció con la familia de Agustín de Iturbide, que vivía la vida argumentando ser “príncipes”, que en caso de que la emperatriz no tuviese hijos se adoptaría como príncipe heredero al nieto más joven de la familia: un niño de apenas dos años, llamado Agustín de Iturbide y Green.

La familia Iturbide, sumamente interesada en el factor económico y con ganas de recuperar glorias pasadas, firmó un acuerdo por el cual recibieron una compensación de 150 mil pesos a cambio de entregar en adopción al niño y no entrar a México sin autorización del Emperador.

El niño Agustín se quedaría, señaló el acuerdo en la corte, al cuidado de su tía Josefa y, ambos, más el otro chico Iturbide, Salvador, de 14 años, recibirían el título de príncipes.

Nunca se consolidó la adopción maquinada por Maximiliano en torno al pequeño Agustín.

Su madre, la estadounidense Alice Green, decidió que no le interesaban las negociaciones de su familia política y exigió que le devolvieran a su hijo.

Maximiliano la ignoró. Alice exigió al emperador con cartas donde exigía a su bebé de vuelta, y se apoyó en la embajada de su país, EUA, para presionar.

El Cerro de las Campanas esperaba en Querétaro y ya no había un reino sólido que el niño pudiese heredar. A fines de octubre de 1866, cuando era evidente el derrumbe del imperio, Maximiliano ordenó que el pequeño fuese entregado a su madre.

Maximiliano murió fusilado el 19 de junio de 1867. Y el futuro “emperador de México”, nieto de Agustín de Iturbide y favorito para el trono por parte de Maximialino y Carlota, con quienes vivió en el Castillo de Chapultepec, regresó con su madre.

Agustín de Iturbide y Green nació el 2 de abril de 1863 y falleció el 3 de marzo de 1925.

Su descendencia vive en Europa y nunca aspiró a participar en la vida política de México.

Su imperio se tambaleaba.

Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota requerían un heredero que diera continuidad a la nueva dinastía que aspiraban a constituir en México.

Sin embargo, todos sabían que las relaciones entre los monarcas no eran del todo armoniosas.

En tales circunstancias, la esperanza de tener un hijo que un día tuviera en sus manos la corona mexicana no era sino un sueño, una ambición con un piso muy frágil.

Lo único verdad es que tener un heredero para ellos era una necesidad patente.

La historia narra que Maximiliano de Habsburgo se había comprometido a designar un heredero al trono, en el plazo de tres años, en caso de que para entonces no tuviese hijos.

Por tanto, en 1865 el emperador estableció con la familia de Agustín de Iturbide, que vivía la vida argumentando ser “príncipes”, que en caso de que la emperatriz no tuviese hijos se adoptaría como príncipe heredero al nieto más joven de la familia: un niño de apenas dos años, llamado Agustín de Iturbide y Green.

La familia Iturbide, sumamente interesada en el factor económico y con ganas de recuperar glorias pasadas, firmó un acuerdo por el cual recibieron una compensación de 150 mil pesos a cambio de entregar en adopción al niño y no entrar a México sin autorización del Emperador.

El niño Agustín se quedaría, señaló el acuerdo en la corte, al cuidado de su tía Josefa y, ambos, más el otro chico Iturbide, Salvador, de 14 años, recibirían el título de príncipes.

Nunca se consolidó la adopción maquinada por Maximiliano en torno al pequeño Agustín.

Su madre, la estadounidense Alice Green, decidió que no le interesaban las negociaciones de su familia política y exigió que le devolvieran a su hijo.

Maximiliano la ignoró. Alice exigió al emperador con cartas donde exigía a su bebé de vuelta, y se apoyó en la embajada de su país, EUA, para presionar.

El Cerro de las Campanas esperaba en Querétaro y ya no había un reino sólido que el niño pudiese heredar. A fines de octubre de 1866, cuando era evidente el derrumbe del imperio, Maximiliano ordenó que el pequeño fuese entregado a su madre.

Maximiliano murió fusilado el 19 de junio de 1867. Y el futuro “emperador de México”, nieto de Agustín de Iturbide y favorito para el trono por parte de Maximialino y Carlota, con quienes vivió en el Castillo de Chapultepec, regresó con su madre.

Agustín de Iturbide y Green nació el 2 de abril de 1863 y falleció el 3 de marzo de 1925.

Su descendencia vive en Europa y nunca aspiró a participar en la vida política de México.