/ miércoles 15 de septiembre de 2021

La urgencia de la ayuda ante desastres naturales

Las imágenes son desoladoras, encontrar una zona que naturalmente es bella, personas que se entregan diariamente a su trabajo honesto y años de trabajo venidos abajo con las inundaciones en Tula y Valle del Mezquital. Duele ver el sufrimiento de las personas que sólo han contado con el apoyo de los servidores públicos locales, quienes claman por recursos para atender la emergencia de inmediato y los problemas que dejará esta triste circunstancia.

Tristemente, este discurso del combate a la corrupción ha sido mal utilizado para dilapidar programas y acciones de gobierno que, de forma transexenal, han demostrado su eficacia y su capacidad de ayudar a quienes menos tienen o se encuentran en situaciones de vulnerabilidad tal y como si se tratara de un salvavidas en medio de la tormenta.

Justo en la misma vía de esa metáfora, esa suerte tuvo que corren el Fondo de Desastres Naturales, el cual traíamos a la memoria, prácticamente, año con año cuando las lluvias torrenciales, las inundaciones, los sismos, los incendios forestales y otras catástrofes naturales, afectaban a cientos de miles de mexicanas y mexicanos en las zonas más vulnerables que, por su infraestructura veían perder sus casas y demás pertenencias recurrentemente.

Esas acusaciones de corrupción debieron sanearse y castigarse como lo marca la ley, sin embargo, hasta el día de hoy no hay un solo servidor público inhabilitado o sancionado penalmente. Lo que sí tenemos es una población que ha sufrido los estragos de huracanes, lluvias e inundaciones en las últimas semanas que han acarreado la pérdida de bienes materiales y, lo peor de todo, vidas humanas que pudieron haberse atendido si existieran recursos para ello.

Es de todos conocidos que en nuestro Estado, particularmente Tula y Valle del Mezquital, las inundaciones arrasaron con viviendas, caminos y hospitales, sin que existan recursos suficientes para atenderlos de forma inmediata para lo que sucedió y para lo que viene. Los recursos que prometieron sanearse y otorgarse directamente simple y sencillamente no existen, dejando a la deriva a gente trabajadora que, además del daño que se vivía con la pandemia, hoy tienen que lidiar con eso y con el dolor de perder a sus seres queridos.

Urge una estrategia nacional en materia de Protección Civil que, si no trae de vuelta al FONDEN, por lo menos cuente con una capacidad financiera y de reacción inmediata y no desdeñar a cientos de miles de pobladores que no han recibido ni siquiera la visita de autoridades federales, contando exclusivamente con el apoyo de las autoridades locales, quienes se han esforzado en cubrir lo mayor posible de los daños sin que los recursos sean suficientes.

Lo valioso de una federación es el hecho de que las entidades le otorguen tareas al Gobierno Federal para que exista una atención integral a temas como el que vive nuestro Estado con las inundaciones. Este, el sismo ocurrido y los incendios no atendidos, son una llamada de atención o, mejor dicho, un grito desesperado para demostrar que vivimos en una zona con múltiples desastres y, por eso, debe haber una partida especial y suficientes para paliar sus estragos en beneficio de todo el pueblo de México.


Las imágenes son desoladoras, encontrar una zona que naturalmente es bella, personas que se entregan diariamente a su trabajo honesto y años de trabajo venidos abajo con las inundaciones en Tula y Valle del Mezquital. Duele ver el sufrimiento de las personas que sólo han contado con el apoyo de los servidores públicos locales, quienes claman por recursos para atender la emergencia de inmediato y los problemas que dejará esta triste circunstancia.

Tristemente, este discurso del combate a la corrupción ha sido mal utilizado para dilapidar programas y acciones de gobierno que, de forma transexenal, han demostrado su eficacia y su capacidad de ayudar a quienes menos tienen o se encuentran en situaciones de vulnerabilidad tal y como si se tratara de un salvavidas en medio de la tormenta.

Justo en la misma vía de esa metáfora, esa suerte tuvo que corren el Fondo de Desastres Naturales, el cual traíamos a la memoria, prácticamente, año con año cuando las lluvias torrenciales, las inundaciones, los sismos, los incendios forestales y otras catástrofes naturales, afectaban a cientos de miles de mexicanas y mexicanos en las zonas más vulnerables que, por su infraestructura veían perder sus casas y demás pertenencias recurrentemente.

Esas acusaciones de corrupción debieron sanearse y castigarse como lo marca la ley, sin embargo, hasta el día de hoy no hay un solo servidor público inhabilitado o sancionado penalmente. Lo que sí tenemos es una población que ha sufrido los estragos de huracanes, lluvias e inundaciones en las últimas semanas que han acarreado la pérdida de bienes materiales y, lo peor de todo, vidas humanas que pudieron haberse atendido si existieran recursos para ello.

Es de todos conocidos que en nuestro Estado, particularmente Tula y Valle del Mezquital, las inundaciones arrasaron con viviendas, caminos y hospitales, sin que existan recursos suficientes para atenderlos de forma inmediata para lo que sucedió y para lo que viene. Los recursos que prometieron sanearse y otorgarse directamente simple y sencillamente no existen, dejando a la deriva a gente trabajadora que, además del daño que se vivía con la pandemia, hoy tienen que lidiar con eso y con el dolor de perder a sus seres queridos.

Urge una estrategia nacional en materia de Protección Civil que, si no trae de vuelta al FONDEN, por lo menos cuente con una capacidad financiera y de reacción inmediata y no desdeñar a cientos de miles de pobladores que no han recibido ni siquiera la visita de autoridades federales, contando exclusivamente con el apoyo de las autoridades locales, quienes se han esforzado en cubrir lo mayor posible de los daños sin que los recursos sean suficientes.

Lo valioso de una federación es el hecho de que las entidades le otorguen tareas al Gobierno Federal para que exista una atención integral a temas como el que vive nuestro Estado con las inundaciones. Este, el sismo ocurrido y los incendios no atendidos, son una llamada de atención o, mejor dicho, un grito desesperado para demostrar que vivimos en una zona con múltiples desastres y, por eso, debe haber una partida especial y suficientes para paliar sus estragos en beneficio de todo el pueblo de México.