/ miércoles 5 de agosto de 2020

La nueva realidad educativa

En una decisión sin precedentes, el Secretario de Educación Pública anunció hace algunos días que el regreso a clases como se tenía planteado no podrá ocurrir ya que no existen las condiciones sanitarias que permitan que nuestras niñas y niños regresen de forma presencial a las aulas, por lo que, además de recorrer la fecha pactada, se decidió que, al menos de inicio, la modalidad a distancia siga siendo la vía para atender los compromisos académicos.

La decisión no tiene precedentes si consideramos que es un auténtico compromiso con niñas, niños y adolescentes, al menos en aspectos de salud, ya que lejos de aferrarse a la idea de un regreso a clases prematuro, la intención de mantener a los menores en casa es una medida adecuada para no exponerlos de forma innecesaria.

El reto implica un nuevo orden, ya que, si bien se está velando por la salud infantil, es momento de repensar la organización social como la entendíamos hasta el día de hoy. Estos ejercicios cibernéticos en que las comunicaciones dejaron de ser presenciales nos demuestran que el mundo está cambiando y nuestro país invariablemente lo hará. La reflexión descansa en determinar qué tan preparados estamos para afrontar este nuevo reto.

En primer lugar debemos determinar las condiciones familiar y del entorno en general que viven hoy en día los niños, donde ambos padres tienen que trabajar o, en el caso de las familias uniparentales, no hay forma de asumir la responsabilidad de cuidado de forma absoluta por la necesidad económica es una encomienda que no se puede suspender.

Adicional a ello, los especialistas en educación refieren la importancia de involucrar a los padres o cuidadores de los niños en el aprendizaje desde casa, ya que al estar cerca se convierten en facilitadores complementarios de las y los estudiantes, por lo que, concatenado a la necesidad económica, es importante desarrollar una estrategia de acompañamiento desde casa.

Otro elemento fundamental es el de la infraestructura, ya que a pesar de que el avance tecnológico en el mundo es palpable, la realidad que viven algunas comunidades en nuestro país, las aleja de contar con los elementos básicos como una computadora y conexión a internet, a fin de atender la educación a distancias que pretenden ofrecer las autoridades educativas. Si bien es cierto se logró un acuerdo nacional con las televisoras a fin de tener una mayor cobertura de contenidos, la realidad es que el proceso educativo requiere de retroalimentación para que los profesores determinen el avance de las niñas y los niños.

En conclusión, la medida de las clases a distancia es adecuada, sin embargo, desde este preciso momento debemos generar estrategias e infraestructura que permitan que ese tipo de enseñanza sea de calidad y con el mayor aprovechamiento posible, porque nada nos dice que esta sea una nueva realidad social que haya llegado para quedarse. Debemos ser proactivos para que la realidad no nos alcance.

En una decisión sin precedentes, el Secretario de Educación Pública anunció hace algunos días que el regreso a clases como se tenía planteado no podrá ocurrir ya que no existen las condiciones sanitarias que permitan que nuestras niñas y niños regresen de forma presencial a las aulas, por lo que, además de recorrer la fecha pactada, se decidió que, al menos de inicio, la modalidad a distancia siga siendo la vía para atender los compromisos académicos.

La decisión no tiene precedentes si consideramos que es un auténtico compromiso con niñas, niños y adolescentes, al menos en aspectos de salud, ya que lejos de aferrarse a la idea de un regreso a clases prematuro, la intención de mantener a los menores en casa es una medida adecuada para no exponerlos de forma innecesaria.

El reto implica un nuevo orden, ya que, si bien se está velando por la salud infantil, es momento de repensar la organización social como la entendíamos hasta el día de hoy. Estos ejercicios cibernéticos en que las comunicaciones dejaron de ser presenciales nos demuestran que el mundo está cambiando y nuestro país invariablemente lo hará. La reflexión descansa en determinar qué tan preparados estamos para afrontar este nuevo reto.

En primer lugar debemos determinar las condiciones familiar y del entorno en general que viven hoy en día los niños, donde ambos padres tienen que trabajar o, en el caso de las familias uniparentales, no hay forma de asumir la responsabilidad de cuidado de forma absoluta por la necesidad económica es una encomienda que no se puede suspender.

Adicional a ello, los especialistas en educación refieren la importancia de involucrar a los padres o cuidadores de los niños en el aprendizaje desde casa, ya que al estar cerca se convierten en facilitadores complementarios de las y los estudiantes, por lo que, concatenado a la necesidad económica, es importante desarrollar una estrategia de acompañamiento desde casa.

Otro elemento fundamental es el de la infraestructura, ya que a pesar de que el avance tecnológico en el mundo es palpable, la realidad que viven algunas comunidades en nuestro país, las aleja de contar con los elementos básicos como una computadora y conexión a internet, a fin de atender la educación a distancias que pretenden ofrecer las autoridades educativas. Si bien es cierto se logró un acuerdo nacional con las televisoras a fin de tener una mayor cobertura de contenidos, la realidad es que el proceso educativo requiere de retroalimentación para que los profesores determinen el avance de las niñas y los niños.

En conclusión, la medida de las clases a distancia es adecuada, sin embargo, desde este preciso momento debemos generar estrategias e infraestructura que permitan que ese tipo de enseñanza sea de calidad y con el mayor aprovechamiento posible, porque nada nos dice que esta sea una nueva realidad social que haya llegado para quedarse. Debemos ser proactivos para que la realidad no nos alcance.