/ domingo 26 de abril de 2020

La contingencia sigue

Ya tenemos varias semanas en la llamada “contingencia”. Ha sido ordenado por las autoridades sanitarias “Quedarse en Casa” y “Su sana distancia”. En realidad aquí en Hidalgo y en Pachuca el número de enfermos y lamentables decesos no es muy elevado. Para ser Pachuca una ciudad de casi 700,000 habitantes el número de contagios es poco. Sin embargo, hay que seguir atendiendo las recomendaciones de los Gobiernos Federal, Estatal y Municipal que dicho sea de paso han hecho bien las cosas. He visto en la calle que hay personas que no usan cubreboca, que no estornudan en el brazo y que no guardan la distancia prudente.

Creen que las medidas son exageradas y que podrían ser más flexibles. Se debe a que casi no hemos vivido estas emergencias. Pero otra vez hay que recurrir a la historia de la humanidad, cuando había epidemias sin ninguna asistencia científica de las autoridades, cuando nada se hacía sino recoger víctimas mortales. Recordemos también que nosotros los que hemos nacido en los años cuarenta del siglo XX para acá, nunca fuimos a una guerra, nunca padecimos las carencias, los racionamientos, la escasez, nunca sufrimos la muerte de soldados familiares. Así que cuando nos dicen que ya algunos se cansaron

del encierro, hay que invocar la cantidad de años vividos en paz. Hay que considerar que las restricciones actuales son mínimas y de muy corto tiempo. No pasa nada con que no vayamos a conciertos, a reuniones multitudinarias, y por supuesto no pasa nada con que no vayamos al futbol. Nos damos cuenta ahora de que el llamado “deporte de las masas” no es sino un gran negocio en donde los directivos y los jugadores se hacen ricos, muy ricos, aprovechándose de la multitud que se hace pobre pagando boletos y todo lo que le venden durante los partidos, incluyendo las bebidas alcohólicas que tanto he dicho, sobran en los estadios.

Ahora que no hay futbol, las familias conviven más los domingos, se encuentran a sí mismos los fines de semana y aumentan sus compras de aquellas cosas que hacen falta en sus hogares. Los jugadores no tienen problema porque no hay quien no gane al mes lo que una familia de clase media gana en un año. Esos no me preocupan, llevan años ganando y no pierden. No cabe duda que el Covid-19 ha puesto muchos defectos sociales en claro y al descubierto. Ya vimos el ridículo del conductor Javier Alatorre (tan juicioso) y tan ponderado decir las estupideces de “No hagan caso a lo que recomienda el Dr. López Gatell”, todo porque el gánster disfrazado de empresario dueño de esas televisoras se lo ordenó. Habrá que hacer una especie de Comisión para enjuiciar a los que se han aprovechado de esta situación para ganar más. Y aparte hay que obligar a los empresarios que deben miles de millones al fisco a que paguen, aunque hagan berrinches. Estamos en este tema totalmente con el gobierno.

Ya tenemos varias semanas en la llamada “contingencia”. Ha sido ordenado por las autoridades sanitarias “Quedarse en Casa” y “Su sana distancia”. En realidad aquí en Hidalgo y en Pachuca el número de enfermos y lamentables decesos no es muy elevado. Para ser Pachuca una ciudad de casi 700,000 habitantes el número de contagios es poco. Sin embargo, hay que seguir atendiendo las recomendaciones de los Gobiernos Federal, Estatal y Municipal que dicho sea de paso han hecho bien las cosas. He visto en la calle que hay personas que no usan cubreboca, que no estornudan en el brazo y que no guardan la distancia prudente.

Creen que las medidas son exageradas y que podrían ser más flexibles. Se debe a que casi no hemos vivido estas emergencias. Pero otra vez hay que recurrir a la historia de la humanidad, cuando había epidemias sin ninguna asistencia científica de las autoridades, cuando nada se hacía sino recoger víctimas mortales. Recordemos también que nosotros los que hemos nacido en los años cuarenta del siglo XX para acá, nunca fuimos a una guerra, nunca padecimos las carencias, los racionamientos, la escasez, nunca sufrimos la muerte de soldados familiares. Así que cuando nos dicen que ya algunos se cansaron

del encierro, hay que invocar la cantidad de años vividos en paz. Hay que considerar que las restricciones actuales son mínimas y de muy corto tiempo. No pasa nada con que no vayamos a conciertos, a reuniones multitudinarias, y por supuesto no pasa nada con que no vayamos al futbol. Nos damos cuenta ahora de que el llamado “deporte de las masas” no es sino un gran negocio en donde los directivos y los jugadores se hacen ricos, muy ricos, aprovechándose de la multitud que se hace pobre pagando boletos y todo lo que le venden durante los partidos, incluyendo las bebidas alcohólicas que tanto he dicho, sobran en los estadios.

Ahora que no hay futbol, las familias conviven más los domingos, se encuentran a sí mismos los fines de semana y aumentan sus compras de aquellas cosas que hacen falta en sus hogares. Los jugadores no tienen problema porque no hay quien no gane al mes lo que una familia de clase media gana en un año. Esos no me preocupan, llevan años ganando y no pierden. No cabe duda que el Covid-19 ha puesto muchos defectos sociales en claro y al descubierto. Ya vimos el ridículo del conductor Javier Alatorre (tan juicioso) y tan ponderado decir las estupideces de “No hagan caso a lo que recomienda el Dr. López Gatell”, todo porque el gánster disfrazado de empresario dueño de esas televisoras se lo ordenó. Habrá que hacer una especie de Comisión para enjuiciar a los que se han aprovechado de esta situación para ganar más. Y aparte hay que obligar a los empresarios que deben miles de millones al fisco a que paguen, aunque hagan berrinches. Estamos en este tema totalmente con el gobierno.