/ viernes 10 de septiembre de 2021

LA CALUMNIA ES EL ARMA DEL PERDEDOR

Don Quijote le preguntó a Sancho ¿en qué opinión me tiene el vulgo, de mi valentía de mis hazañas y de mi cortesía? A lo que Sancho respondió: “hay diferentes opiniones, unos dicen loco pero gracioso; otros valiente pero desgraciado; otros cortés pero impertinente y por aquí van discurriendo en tantas cosas, que ni a vuestra merced ni a mi nos dejan hueso sano”.

“Mira Sancho, dondequiera que está la virtud en eminente grado, es perseguida. Pocos o ninguno de los famosos varones que pasaron dejó de ser calumniado de la malicia” respondió firme don Quijote. El autor de estas líneas, Miguel de Cervantes Saavedra hizo apología de si mismo, pues nunca dejó de ser injuriado, desde su cautiverio en Argel, hasta su fallecimiento.

Sócrates solía decir “cuándo el debate está perdido, la calumnia es el arma del perdedor”. Desafortunadamente la calumnia es una práctica recurrente que le ha servido a los simuladores, a los tiranos y a los criminales para lograr sus objetivos. Así lo ejemplifica Sandro Botticelli en su célebre pintura “la calumnia de Apeles”.

La escena que Botticelli reproduce se basa en un texto de Luciano de Samósata. En el centro se encuentra el rey Midas con orejas de burro, que simboliza al mal juzgador; a su lado se encuentran dos mujeres que encarnan a la “sospecha” y la “ignorancia”, ambas le susurran malas recomendaciones.

El rey Midas señala a un monje (la envidia) que acompaña de la mano a una hermosa dama: la calumnia, mientras va arrastrando del cabello al calumniado quién suplica que se revele la verdad. En el extremo izquierdo de la pintura, la verdad aparece escenificada en una mujer que alza su mirada al cielo para salvar al calumniado.

A lo largo de mi carrera he tenido el privilegio de servir desde distintas responsabilidades públicas, actualmente desde el Senado de la República tengo el honor de representar a las y los hidalguenses ante la Federación. Aunque podrán existir diferentes opiniones del trabajo realizado, como dice Sancho; nunca faltarán las personas maliciosas que pretendan obtener rédito económico y político a través de la injuria.

Para el más reciente calumniador, quién por cierto fue un excolaborador que a la postre resultó ser un infiltrado y un extorsionador, le deseo que encuentre la paz y el equilibrio mental para dejar atrás la vida de mentiras que ha construido. Como servidor público estaré sujeto siempre al escrutinio de la sociedad y expuesto a las infamias, situación que no es nueva para mí, pero como decía George Washington: “la perseverancia en el cumplimiento del deber es la mejor respuesta a la calumnia”.

Don Quijote le preguntó a Sancho ¿en qué opinión me tiene el vulgo, de mi valentía de mis hazañas y de mi cortesía? A lo que Sancho respondió: “hay diferentes opiniones, unos dicen loco pero gracioso; otros valiente pero desgraciado; otros cortés pero impertinente y por aquí van discurriendo en tantas cosas, que ni a vuestra merced ni a mi nos dejan hueso sano”.

“Mira Sancho, dondequiera que está la virtud en eminente grado, es perseguida. Pocos o ninguno de los famosos varones que pasaron dejó de ser calumniado de la malicia” respondió firme don Quijote. El autor de estas líneas, Miguel de Cervantes Saavedra hizo apología de si mismo, pues nunca dejó de ser injuriado, desde su cautiverio en Argel, hasta su fallecimiento.

Sócrates solía decir “cuándo el debate está perdido, la calumnia es el arma del perdedor”. Desafortunadamente la calumnia es una práctica recurrente que le ha servido a los simuladores, a los tiranos y a los criminales para lograr sus objetivos. Así lo ejemplifica Sandro Botticelli en su célebre pintura “la calumnia de Apeles”.

La escena que Botticelli reproduce se basa en un texto de Luciano de Samósata. En el centro se encuentra el rey Midas con orejas de burro, que simboliza al mal juzgador; a su lado se encuentran dos mujeres que encarnan a la “sospecha” y la “ignorancia”, ambas le susurran malas recomendaciones.

El rey Midas señala a un monje (la envidia) que acompaña de la mano a una hermosa dama: la calumnia, mientras va arrastrando del cabello al calumniado quién suplica que se revele la verdad. En el extremo izquierdo de la pintura, la verdad aparece escenificada en una mujer que alza su mirada al cielo para salvar al calumniado.

A lo largo de mi carrera he tenido el privilegio de servir desde distintas responsabilidades públicas, actualmente desde el Senado de la República tengo el honor de representar a las y los hidalguenses ante la Federación. Aunque podrán existir diferentes opiniones del trabajo realizado, como dice Sancho; nunca faltarán las personas maliciosas que pretendan obtener rédito económico y político a través de la injuria.

Para el más reciente calumniador, quién por cierto fue un excolaborador que a la postre resultó ser un infiltrado y un extorsionador, le deseo que encuentre la paz y el equilibrio mental para dejar atrás la vida de mentiras que ha construido. Como servidor público estaré sujeto siempre al escrutinio de la sociedad y expuesto a las infamias, situación que no es nueva para mí, pero como decía George Washington: “la perseverancia en el cumplimiento del deber es la mejor respuesta a la calumnia”.

ÚLTIMASCOLUMNAS