/ jueves 16 de junio de 2022

La caída del Bitcoin

En los recientes años emergió dentro del sistema financiero global una nueva moneda, no de curso legal pero si de curso digital denominada “Bitcoin”, que es un medio de intercambio electrónico tendente a adquirir productos y servicios en los mismos términos de otra moneda.

La principal consideración ligada al Bitcoin, que propiamente es un código criptográfico asociado a un monedero electrónico que emite y recibe pagos, ha sido que esta es una moneda descentralizada, que no se encuentra regulada por alguna autoridad financiera o ente de control gubernamental nacional, ni tiene un marco jurídico aplicable, para su emisión y operación ordinaria.

El origen asociativo al Bitcoin surge extraoficialmente en Asia y en una breve descripción de su funcionamiento, al contar con el monedero electrónico, este almacenará y operará el Bitcoin, contando con pares de llaves criptográficas, consideradas estas, una clave pública y otra clave privada. Posteriormente, los monederos electrónicos pueden ser empleados desde computadoras o dispositivos móviles, en el contexto de que cuenten con la aplicación correspondiente para soportar este sistema operativo. De esta manera, cualquier persona puede realizar transacciones con otros usuarios que dispongan de estos mismos monederos virtuales.

A pesar de que a primera impresión, este mecanismo transaccional supone facilidades en su manejo y distribución de divisas, es que en todo momento igualmente surgieron análisis mayormente conservadores ligados al cuidado que un usuario de Bitcoin o cualquier otra criptomoneda, debería tener respecto a sus inversiones ahí colocadas, en el ánimo de la prevención del lavado de dinero, hecho ilícito penado gravemente de acuerdo a la legislación mexicana al igual que de otros países.

Los principales, fueron el derecho a que todo inversionista tuviera para sí respecto al conocimiento claro del modelo de rentabilidad del negocio, en aras de evitar una estafa; la falta de claridad respecto a la recepción de rendimiento en fechas específicas del dinero desembolsado por concepto de inversión; la ausencia en muchos casos de una identificación puntual respecto a los captadores de recursos económicos, encontrándose estos, muchas veces en el anonimato y sin proveer de información para su contacto, lo que agrava las implicaciones judiciales y fiscales en su contra y finalmente, la oferta desmedida en los porcentajes de rendimientos por las inversiones, llegando a casos constatables como el retorno del 5 % de rendimiento semanal, el 150 % mensual e incluso de 300 % bimestral, lo cual supuso que no es lógico lo bondadoso de estos mecanismos de negocio.

Bajo este contexto exploratorio, es que a lo largo de los últimos días ha sido de amplio conocimiento público la caída de los índices de cotización del Bitcoin que ha perdido prácticamente la mitad de su valor, de acuerdo a diversas estimaciones y análisis internacionales. Ante esta coyuntura se presupone que, frente a la complejidad de las condiciones de la economía global, los grandes capitales han optado por soportar sus activos en modelos de inversión mayormente seguros, siendo las criptomonedas del Bitcoin, las primeras en depreciarse en virtud de su inestabilidad cambiaria y financiera causada a su vez por la falta de confianza de los inversionistas y usuarios de ese mecanismo financiero electrónico.

Con las últimas caídas de los mercados financieros y de la Bolsa de Nueva York, se tienen documentadas pérdidas millonarias en inversionistas de la industria de la tecnología que hoy se han encontrado con que sus Bitcoin valen el 70 % de lo que llegaron a valorizarle hasta hace muy pocas semanas.

Finalmente, en el ambiente inversionista mexicano, destaca la reciente declaración de Arturo Elías Ayub, directivo de América Móvil que sitúo el ejemplo de que sí un usuario compró mil pesos en Bitcoin, hoy ostenta únicamente por su inversión el equivalente a trescientos pesos, lo cual coloca al uso y manejo de Bitcoin en una alerta sustantiva de cara a la salvaguarda y proteccionismo de las inversiones de los capitales mexicanos. Así, la caída del Bitcoin es una clara llamada de atención y alertamiento para quienes han colocado o desean colocar dinero de curso legal en instrumentos de mera especulación financiera electrónica como lo es la moneda virtual.


En los recientes años emergió dentro del sistema financiero global una nueva moneda, no de curso legal pero si de curso digital denominada “Bitcoin”, que es un medio de intercambio electrónico tendente a adquirir productos y servicios en los mismos términos de otra moneda.

La principal consideración ligada al Bitcoin, que propiamente es un código criptográfico asociado a un monedero electrónico que emite y recibe pagos, ha sido que esta es una moneda descentralizada, que no se encuentra regulada por alguna autoridad financiera o ente de control gubernamental nacional, ni tiene un marco jurídico aplicable, para su emisión y operación ordinaria.

El origen asociativo al Bitcoin surge extraoficialmente en Asia y en una breve descripción de su funcionamiento, al contar con el monedero electrónico, este almacenará y operará el Bitcoin, contando con pares de llaves criptográficas, consideradas estas, una clave pública y otra clave privada. Posteriormente, los monederos electrónicos pueden ser empleados desde computadoras o dispositivos móviles, en el contexto de que cuenten con la aplicación correspondiente para soportar este sistema operativo. De esta manera, cualquier persona puede realizar transacciones con otros usuarios que dispongan de estos mismos monederos virtuales.

A pesar de que a primera impresión, este mecanismo transaccional supone facilidades en su manejo y distribución de divisas, es que en todo momento igualmente surgieron análisis mayormente conservadores ligados al cuidado que un usuario de Bitcoin o cualquier otra criptomoneda, debería tener respecto a sus inversiones ahí colocadas, en el ánimo de la prevención del lavado de dinero, hecho ilícito penado gravemente de acuerdo a la legislación mexicana al igual que de otros países.

Los principales, fueron el derecho a que todo inversionista tuviera para sí respecto al conocimiento claro del modelo de rentabilidad del negocio, en aras de evitar una estafa; la falta de claridad respecto a la recepción de rendimiento en fechas específicas del dinero desembolsado por concepto de inversión; la ausencia en muchos casos de una identificación puntual respecto a los captadores de recursos económicos, encontrándose estos, muchas veces en el anonimato y sin proveer de información para su contacto, lo que agrava las implicaciones judiciales y fiscales en su contra y finalmente, la oferta desmedida en los porcentajes de rendimientos por las inversiones, llegando a casos constatables como el retorno del 5 % de rendimiento semanal, el 150 % mensual e incluso de 300 % bimestral, lo cual supuso que no es lógico lo bondadoso de estos mecanismos de negocio.

Bajo este contexto exploratorio, es que a lo largo de los últimos días ha sido de amplio conocimiento público la caída de los índices de cotización del Bitcoin que ha perdido prácticamente la mitad de su valor, de acuerdo a diversas estimaciones y análisis internacionales. Ante esta coyuntura se presupone que, frente a la complejidad de las condiciones de la economía global, los grandes capitales han optado por soportar sus activos en modelos de inversión mayormente seguros, siendo las criptomonedas del Bitcoin, las primeras en depreciarse en virtud de su inestabilidad cambiaria y financiera causada a su vez por la falta de confianza de los inversionistas y usuarios de ese mecanismo financiero electrónico.

Con las últimas caídas de los mercados financieros y de la Bolsa de Nueva York, se tienen documentadas pérdidas millonarias en inversionistas de la industria de la tecnología que hoy se han encontrado con que sus Bitcoin valen el 70 % de lo que llegaron a valorizarle hasta hace muy pocas semanas.

Finalmente, en el ambiente inversionista mexicano, destaca la reciente declaración de Arturo Elías Ayub, directivo de América Móvil que sitúo el ejemplo de que sí un usuario compró mil pesos en Bitcoin, hoy ostenta únicamente por su inversión el equivalente a trescientos pesos, lo cual coloca al uso y manejo de Bitcoin en una alerta sustantiva de cara a la salvaguarda y proteccionismo de las inversiones de los capitales mexicanos. Así, la caída del Bitcoin es una clara llamada de atención y alertamiento para quienes han colocado o desean colocar dinero de curso legal en instrumentos de mera especulación financiera electrónica como lo es la moneda virtual.