/ miércoles 5 de mayo de 2021

Imprescriptibilidad de delitos sexuales

El estar en el Congreso de la Unión gracias al voto popular me ha dejado claro que es una oportunidad inmejorable. Es aquí donde he podido refrendar mi compromiso con las y los mexicanos a través de iniciativas de ley y de proposiciones con puntos de acuerdo que abonen a mejorar las condiciones de vida las y los ciudadanos que nos dieron la oportunidad de representarlos.

Hace apenas unos días terminamos con el último periodo ordinario de sesiones de la LXIV Legislatura en la que, desde la oposición, a pesar de las reticencias de una mayoría aplastante que ha dinamitado mejoras para el país, hemos conseguido grandes logros que se basan principalmente en el acuerdo y el diálogo para que no haya una sola voz que se deje fuera, logrando votaciones unánimes y opiniones coincidentes.

En un cierre en el que, desde luego, hubo desencuentros entre las diversas fuerzas políticas, fuimos coincidentes en un tema que lastima a la sociedad de forma por demás grave y que tiene que ver con la comisión de delitos sexuales cometidos en agravio de nuestras niñas, niños y adolescentes.

Aprobar la imprescriptibilidad de delitos como pederastia, abuso sexual, violación, corrupción de menores, pornografía infantil, turismo sexual, lenocinio y trata de personas, es un elemento necesario para perseguir crímenes que afectan de forma prolongada la psique y la vida en general de las víctimas de este tipo de conductas ilícitas, además que la persecución permanente de los mismos generará que los perpetradores de tan terribles conductas sean castigados en cualquier momento para evitar que pudieran repetir esos delitos.

Esta reforma aprobada es un claro ejemplo de que cuando los partidos políticos actúan de forma conjunta desde la seriedad de las cifras, los estudios y los análisis de la lesión social, se puede llegar a cambios legislativos necesarios para tener una sociedad más limpia, más justa y en la que todas y todos nos podamos conducir con libertad y sin miedos.

Y es que además de la imprescriptibilidad, el atender a una calificación de gravedad dependiendo de quién sea el responsable de cometer esas conductas, es decir, aumentar las penas cuando se trate de familiares, tutores, patrones, maestros y demás personas que ejerzan una figura de autoridad, lo cual, en muchas ocasiones, genera que ni siquiera se denuncia porque ese tipo de relación implicaría vergüenza, miedo a perder el empleo y hasta asumir la normalidad cuando viene de una persona cercana.

Quedan muchos temas por discutir y analizar a fondo pero, para ello, de cara a una de las elecciones más importantes de la historia de nuestro país, requerimos responsabilidad, altura de miras y discusiones serias que permitan colocar al Congreso con la autonomía que había tenido en los últimos años y que hoy, por las circunstancias, se ha ido diluyendo.

El estar en el Congreso de la Unión gracias al voto popular me ha dejado claro que es una oportunidad inmejorable. Es aquí donde he podido refrendar mi compromiso con las y los mexicanos a través de iniciativas de ley y de proposiciones con puntos de acuerdo que abonen a mejorar las condiciones de vida las y los ciudadanos que nos dieron la oportunidad de representarlos.

Hace apenas unos días terminamos con el último periodo ordinario de sesiones de la LXIV Legislatura en la que, desde la oposición, a pesar de las reticencias de una mayoría aplastante que ha dinamitado mejoras para el país, hemos conseguido grandes logros que se basan principalmente en el acuerdo y el diálogo para que no haya una sola voz que se deje fuera, logrando votaciones unánimes y opiniones coincidentes.

En un cierre en el que, desde luego, hubo desencuentros entre las diversas fuerzas políticas, fuimos coincidentes en un tema que lastima a la sociedad de forma por demás grave y que tiene que ver con la comisión de delitos sexuales cometidos en agravio de nuestras niñas, niños y adolescentes.

Aprobar la imprescriptibilidad de delitos como pederastia, abuso sexual, violación, corrupción de menores, pornografía infantil, turismo sexual, lenocinio y trata de personas, es un elemento necesario para perseguir crímenes que afectan de forma prolongada la psique y la vida en general de las víctimas de este tipo de conductas ilícitas, además que la persecución permanente de los mismos generará que los perpetradores de tan terribles conductas sean castigados en cualquier momento para evitar que pudieran repetir esos delitos.

Esta reforma aprobada es un claro ejemplo de que cuando los partidos políticos actúan de forma conjunta desde la seriedad de las cifras, los estudios y los análisis de la lesión social, se puede llegar a cambios legislativos necesarios para tener una sociedad más limpia, más justa y en la que todas y todos nos podamos conducir con libertad y sin miedos.

Y es que además de la imprescriptibilidad, el atender a una calificación de gravedad dependiendo de quién sea el responsable de cometer esas conductas, es decir, aumentar las penas cuando se trate de familiares, tutores, patrones, maestros y demás personas que ejerzan una figura de autoridad, lo cual, en muchas ocasiones, genera que ni siquiera se denuncia porque ese tipo de relación implicaría vergüenza, miedo a perder el empleo y hasta asumir la normalidad cuando viene de una persona cercana.

Quedan muchos temas por discutir y analizar a fondo pero, para ello, de cara a una de las elecciones más importantes de la historia de nuestro país, requerimos responsabilidad, altura de miras y discusiones serias que permitan colocar al Congreso con la autonomía que había tenido en los últimos años y que hoy, por las circunstancias, se ha ido diluyendo.