/ miércoles 13 de abril de 2022

Focos rojos en la democracia mexicana

Normalmente comienzo mis columnas con una historia, sin embargo, esta vez son tantas las historias que son difícil de plasmar en tan sólo un párrafo. Tenemos a cientos de miles de muertos y, con ello, de familias que no pueden salir a las calles porque les mataron a algún integrante y entonces su vida se vuelve un infierno. Tenemos a miles de niños en espera de su tratamiento médico contra el cáncer enfrentándose a la escasez de esos medicamentos sin que nadie les dé la cara. Tenemos a miles de madres y padres que no tienen con quien dejar a sus hijos cuando se tienen que ir a trabajar porque las estancias infantiles en su entidad desaparecieron. Tenemos a niñas y niños que habían mejorado su desempeño escolar gracias a las Escuelas de Tiempo Completo que no volverán a ese estado porque desaparecieron esas escuelas.

Siempre que se trate de fomentar la integración y la participación ciudadana, será en beneficio de una democracia que se ha desentendido de los sentires y pesares de la gente, sin embargo, cuando el beneficiario de esos ejercicios no es el pueblo sino una corriente política o, peor aún, a una sola persona, entonces estamos frente a una situación lamentable que no abona a la democracia y, de hecho, la lastima.

Los resultados de la Consulta Popular para la Revocación de Mandato, en números, fueron un fracaso dado que no se alcanzó ni el 20 por ciento de la participación y la lectura objetiva que se haga de ello será fundamental para sentar las bases de una democracia participativa. Esta vez no gano un sí o un no, ganó la dilapidación de recursos que pudieron ser destinados para esos temas urgentes que mencionamos anteriormente.

Más allá del porcentaje a favor o en contra de la revocación del mandato, está la oleada de personas que decidió no participar porque no encontró legitimación en un proceso que a toda costa se busco que fuera una super encuesta de medición de la popularidad, por lo tanto, sabían que participar en ello no implicaba ejercer un derecho democrático como pasaría en el imaginario dogmático de la Constitución federal.

Lo que sí reveló la consulta popular fue lo peor de las prácticas políticas que se han buscado desterrar de nuestro país en décadas. El acarreo, el robo de votos, la compra de los mismos, la violación sistemática a la legislación electoral, fueron circunstancias vergonzosas para un país que había alcanzado un nivel aceptable de democracia directa y participativa.

Desde antes de la jornada, veíamos servidores públicos violando sistemáticamente la ley frente a millones de mexicanas y mexicanos con tal de mantener la simpatía de un jefe que ni siquiera los tiene en un ánimo de personas valiosas para su gobierno o sus proyectos. No importaron llamadas de atención del INE, a quien se descalificó desde el primer minuto, reafirmaciones del Tribunal Electoral, llamados a la civilidad desde la sociedad civil, el flagrante desdén a la legalidad fue evidente.

Lo preocupante de esta jornada, de este ejercicio, es lo que puede venir para el 2024, creyendo quienes ostentan el poder que eso es una carta abierta para delinquir y violentar las reglas electorales que buscan la equidad y la imparcialidad en la contienda. Así no se construye el país ni se fortalece la democracia, por el bien del pueblo de México hacemos un llamado a la sensatez y al respeto a la constitucionalidad y legalidad.


Normalmente comienzo mis columnas con una historia, sin embargo, esta vez son tantas las historias que son difícil de plasmar en tan sólo un párrafo. Tenemos a cientos de miles de muertos y, con ello, de familias que no pueden salir a las calles porque les mataron a algún integrante y entonces su vida se vuelve un infierno. Tenemos a miles de niños en espera de su tratamiento médico contra el cáncer enfrentándose a la escasez de esos medicamentos sin que nadie les dé la cara. Tenemos a miles de madres y padres que no tienen con quien dejar a sus hijos cuando se tienen que ir a trabajar porque las estancias infantiles en su entidad desaparecieron. Tenemos a niñas y niños que habían mejorado su desempeño escolar gracias a las Escuelas de Tiempo Completo que no volverán a ese estado porque desaparecieron esas escuelas.

Siempre que se trate de fomentar la integración y la participación ciudadana, será en beneficio de una democracia que se ha desentendido de los sentires y pesares de la gente, sin embargo, cuando el beneficiario de esos ejercicios no es el pueblo sino una corriente política o, peor aún, a una sola persona, entonces estamos frente a una situación lamentable que no abona a la democracia y, de hecho, la lastima.

Los resultados de la Consulta Popular para la Revocación de Mandato, en números, fueron un fracaso dado que no se alcanzó ni el 20 por ciento de la participación y la lectura objetiva que se haga de ello será fundamental para sentar las bases de una democracia participativa. Esta vez no gano un sí o un no, ganó la dilapidación de recursos que pudieron ser destinados para esos temas urgentes que mencionamos anteriormente.

Más allá del porcentaje a favor o en contra de la revocación del mandato, está la oleada de personas que decidió no participar porque no encontró legitimación en un proceso que a toda costa se busco que fuera una super encuesta de medición de la popularidad, por lo tanto, sabían que participar en ello no implicaba ejercer un derecho democrático como pasaría en el imaginario dogmático de la Constitución federal.

Lo que sí reveló la consulta popular fue lo peor de las prácticas políticas que se han buscado desterrar de nuestro país en décadas. El acarreo, el robo de votos, la compra de los mismos, la violación sistemática a la legislación electoral, fueron circunstancias vergonzosas para un país que había alcanzado un nivel aceptable de democracia directa y participativa.

Desde antes de la jornada, veíamos servidores públicos violando sistemáticamente la ley frente a millones de mexicanas y mexicanos con tal de mantener la simpatía de un jefe que ni siquiera los tiene en un ánimo de personas valiosas para su gobierno o sus proyectos. No importaron llamadas de atención del INE, a quien se descalificó desde el primer minuto, reafirmaciones del Tribunal Electoral, llamados a la civilidad desde la sociedad civil, el flagrante desdén a la legalidad fue evidente.

Lo preocupante de esta jornada, de este ejercicio, es lo que puede venir para el 2024, creyendo quienes ostentan el poder que eso es una carta abierta para delinquir y violentar las reglas electorales que buscan la equidad y la imparcialidad en la contienda. Así no se construye el país ni se fortalece la democracia, por el bien del pueblo de México hacemos un llamado a la sensatez y al respeto a la constitucionalidad y legalidad.