Adriana Castillo Hernández
MI PASIÓN POR LA CIENCIA
El organismo vivo más grande del mundo se ubica en Oregon, Estados Unidos, desde hace más de dos mil años, y ocupa un área de aproximadamente 890 hectáreas. Es un hongo cuya conexión con el bosque donde habita ha prevalecido a través del espacio y el tiempo, tal y como sucede con la relación milenaria de los humanos con los hongos.
La conexión entre hongos y humanos es tan cercana y duradera que se asemeja a la que mantienen los seres vivos que habitan el suelo de un ecosistema. Al igual que las neuronas en un cerebro o el internet con el que los humanos nos mantenemos comunicados, existe una estructura natural que es capaz de mantener enlazados a todos los árboles de un bosque con los nutrientes que provienen del suelo: el micelio, el cual forma parte de la estructura física de los hongos y es la manera en la que estos obtienen su alimento. (Boullosa, 2010). El micelio es el responsable de permitir que el ser vivo más grande del mundo pueda medir más que 100 canchas de fútbol juntas.
Si se compara la relación entre los humanos y los hongos con la de los hongos y un bosque entero se puede encontrar que ambas son tan estrechas que hacen que ninguno de estos organismos pueda vivir sin el otro. Por ejemplo, el micelio recicla los desechos orgánicos de los otros seres vivos del bosque para proveer de nutrientes al hongo, regulando así la salud de la masa forestal del planeta. En el caso de los humanos, los hongos son una fuente de alimento rica en proteínas, vitaminas y minerales, además de que es posible adquirir beneficios para la salud mediante una dieta basada en setas comestibles.
La etnomicología es el estudio del saber tradicional que une a los dos seres vivos antes mencionados; esta permite saber que, debido a sus propiedades, los hongos han sido muy útiles para las poblaciones humanas desde hace muchísimos años. Es posible encontrar pruebas de que estos organismos eran importantes para las personas observando los hongos de piedra mayas, figuras que posiblemente representen rituales que implicaban el uso de hongos neurotrópicos. (Illana, 2010).
La naturaleza siempre ha procurado mantener conectado a cada especie de seres vivos de una manera tan estratégica que no permite que ninguna pueda vivir sin las demás. Habría sido imposible mantener la vida en la tierra sin que existieran interacciones entre diversos organismos, he ahí la importancia de que cada uno de ellos se mantenga unido a los demás. La relación entre el bosque, los hongos y las personas es una prueba más de esta codependencia.
Fuentes:
Illana, C. (2010). Los hongos piedra de Mesoamérica. Boletín de la Sociedad Micológica de Madrid. 34. 371-374.