/ jueves 9 de abril de 2020

El trabajo en la emergencia sanitaria

ACERVO

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Voy a referirme a las medidas excepcionales adoptadas por el Consejo de Salubridad General ante la declaración de la emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor generada por la pandemia del SARS CoV2 (Covid-19 o coronavirus). Una que se relaciona directamente con el trabajo, la productividad y la economía es la suspensión de actividades no esenciales durante un mes: del 30 de marzo al 30 de abril.

El motivo de declarar suspendidas dichas actividades es para evitar el contacto entre humanos y con ello evitar la propagación del contagio del virus. El 31 de marzo se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Acuerdopara regular las actividades esenciales. En ese Acuerdo se señalan como actividades esenciales las siguientes: 1. Sectores financiero y de recaudación, 2. Sector energético, 3. Generación y distribución de agua potable, 4. Industria de alimentos y bebidas, 5. Servicios de transporte, 6.Producción agrícola, 7. Productos de limpieza, 8. Servicios de mensajería, 9. Guarderías, asilos y refugios, 10. Telecomunicaciones y servicios de la información, 11. Servicios privados de emergencia y funerarios, 12. Almacenamiento y cadena de frío para insumos esenciales y 13. Logística (incluye puertos y aeropuertos). El Acuerdo gubernamental prevé que NO pararán labores las “actividades cuya suspensión pueda tener efectos irreversibles para su continuación”.

En ese contexto, el domingo pasado, el Presidente de la República anunció desde el Palacio Nacional una serie de acciones que su gobierno ha definido como prioritarias para hacerle frente a la emergencia sanitaria y que ha tenido ya los primeros impactos en la economía nacional, que vive horas complejas y sin duda alguna de contracción. Debe precisarse que la opinión pública nacional estimaba necesario que el primer mandatario mostrase una posición diferente a su tradicional retórica y que asumiese una posición de estadista líder de una de las 20 economías más importantes del mundo como es la mexicana y se situase cerca de las expectativas de los micros, pequeños, medianos y grandes empresarios quienes generan la mayor parte de las fuentes de trabajo a través de la inversión privada, modesta o cuantiosa, pero que a diario arriesgan capital de trabajo.

El discurso presidencial no produjo ninguna definición. No hubo un anuncio de diferimiento en el pago de impuestos o la conformación de financiamientos públicos directos que atenuaran la crisis. Hoy nos encontramos inmersos en una nube de declaraciones que motivan el rompimiento social, de posicionamientos que dividen a la sociedad mexicana y de ejecución de decisiones que polarizan al país. Esa negativa presidencial a confeccionar y brindar apoyos a las emprendedoras y los emprendedores es un golpe contundente a las y los trabajadores de México.

Hoy los empleados eventuales y asalariados viven con el temor fundado a perder el sustento. Los patrones se hallan con la intensa presión de nóminas y gastos de mantenimiento que afrontar, pasivos que pagar e impuestos que enterar. Deseo como muchos, mejores tiempos para México. Soy un convencido de que la unidad, la concordia y el entendimiento entre sociedad y sus instituciones generan confianza, un país saludable y próspero, con más empresas, más y mejores empleos. El trabajo nos da sustento para proveer a los nuestros.

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Voy a referirme a las medidas excepcionales adoptadas por el Consejo de Salubridad General ante la declaración de la emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor generada por la pandemia del SARS CoV2 (Covid-19 o coronavirus). Una que se relaciona directamente con el trabajo, la productividad y la economía es la suspensión de actividades no esenciales durante un mes: del 30 de marzo al 30 de abril.

El motivo de declarar suspendidas dichas actividades es para evitar el contacto entre humanos y con ello evitar la propagación del contagio del virus. El 31 de marzo se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Acuerdopara regular las actividades esenciales. En ese Acuerdo se señalan como actividades esenciales las siguientes: 1. Sectores financiero y de recaudación, 2. Sector energético, 3. Generación y distribución de agua potable, 4. Industria de alimentos y bebidas, 5. Servicios de transporte, 6.Producción agrícola, 7. Productos de limpieza, 8. Servicios de mensajería, 9. Guarderías, asilos y refugios, 10. Telecomunicaciones y servicios de la información, 11. Servicios privados de emergencia y funerarios, 12. Almacenamiento y cadena de frío para insumos esenciales y 13. Logística (incluye puertos y aeropuertos). El Acuerdo gubernamental prevé que NO pararán labores las “actividades cuya suspensión pueda tener efectos irreversibles para su continuación”.

En ese contexto, el domingo pasado, el Presidente de la República anunció desde el Palacio Nacional una serie de acciones que su gobierno ha definido como prioritarias para hacerle frente a la emergencia sanitaria y que ha tenido ya los primeros impactos en la economía nacional, que vive horas complejas y sin duda alguna de contracción. Debe precisarse que la opinión pública nacional estimaba necesario que el primer mandatario mostrase una posición diferente a su tradicional retórica y que asumiese una posición de estadista líder de una de las 20 economías más importantes del mundo como es la mexicana y se situase cerca de las expectativas de los micros, pequeños, medianos y grandes empresarios quienes generan la mayor parte de las fuentes de trabajo a través de la inversión privada, modesta o cuantiosa, pero que a diario arriesgan capital de trabajo.

El discurso presidencial no produjo ninguna definición. No hubo un anuncio de diferimiento en el pago de impuestos o la conformación de financiamientos públicos directos que atenuaran la crisis. Hoy nos encontramos inmersos en una nube de declaraciones que motivan el rompimiento social, de posicionamientos que dividen a la sociedad mexicana y de ejecución de decisiones que polarizan al país. Esa negativa presidencial a confeccionar y brindar apoyos a las emprendedoras y los emprendedores es un golpe contundente a las y los trabajadores de México.

Hoy los empleados eventuales y asalariados viven con el temor fundado a perder el sustento. Los patrones se hallan con la intensa presión de nóminas y gastos de mantenimiento que afrontar, pasivos que pagar e impuestos que enterar. Deseo como muchos, mejores tiempos para México. Soy un convencido de que la unidad, la concordia y el entendimiento entre sociedad y sus instituciones generan confianza, un país saludable y próspero, con más empresas, más y mejores empleos. El trabajo nos da sustento para proveer a los nuestros.

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