/ miércoles 10 de agosto de 2022

El miedo es para nuestro campo

La familia Meza, de Uruapan Michoacán, recuerda como hace 40 años estaban sumergidos en la miseria, ya que las nuevas políticas gubernamentales, la globalización y factores externos e internos que generaban una inflación sin precedentes, no les permitían vivir con cierta dignidad sus circunstancias. Eso sí, como gente de campo, siempre tuvieron sus parcelas, una de ellas con siembra de aguacate que les daba apenas para comer. Con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio y su tesón para la siembra el crecimiento fue exponencial al grado que hoy pueden mantenerse varias familias de esas ganancias debido a la facilidad que el Tratado les da para exportar su producto sin necesidad de pagar aranceles. Ahora tiemblan con el amago de violentar ese tratado por parte de las autoridades mexicanas.

Las declaraciones del gobierno actual respecto la pérdida de soberanía en un tratado comercial del que nuestro país se ha beneficiado de forma clara resultan preocupantes. Desde luego, no preocupan en la cúpula porque suele ser un vehículo perfecto para mantenerse en campaña, sin embargo, sí afectan y atemorizan a miles de productores mexicanos que, con su trabajo, mantienen a sus familias a través de la producción de hortalizas que abastecen al mercado del norte.

En sentido estricto, este tipo de decisiones no afectarán a los gobiernos sino al mercado interno. Habría que imaginarse que el proceso no será tan largo con las evidencias de violaciones al tratado que harán valer Estados Unidos de América y Canadá. Ello porque con las reformas a leyes en materia energética, se vulnera la libre competencia que el TMEC impulsa para que todas las empresas de los tres países puedan invertir en este sector.

Las consecuencias serán una serie de consultas a través de mediadores que permitan determinar si es que existen violaciones al tratado, lo cual será un mero trámite para darse cuenta que esto ocurre y, por lo tanto, se puede alegar en un tribunal arbitral que le dará la razón a nuestros vecinos del norte. Ello propiciará que se exija a México cambiar la normatividad en 45 días y, en caso de no hacerlo, se vienen sanciones, entre ellas, la imposición de aranceles al comercio mexicano en esos dos países.

Imagínense un exportador de aguacate que con el Tratado vigente no pagaba aranceles al ingresar su producto en EUA y eso le reportaba ganancias netas importantes. Ahora, con esa sanción entrará en un proceso de pago de impuesto que le generará desventajas en sus costos frente a productores de otros países y no sólo reducirá su margen de ganancia, sino que, seguramente, perderá el mercado.

Este ejemplo multiplíquenlo por una enorme cantidad de empresarios de todos tamaños que hacen de EUA y Canadá su principal mercado. Ello sin contar que no existe posibilidad de que México se salga del acuerdo comercial, ya que la vigencia del TMEC es de 16 años a partir del 2020, por lo tanto, el sufrimiento de los empresarios y productores nacionales sería largo y acabaría poco a poco con su capacidad de ingreso.

Entendemos que no hay miedo por parte de la administración local, pero en un gobierno que piensa en la gente, en el pueblo de México, no cabría tal desinterés que puede generar sufrimiento a cientos de miles de familias porque el desarrollo que estaba destinado en un acuerdo comercial se sacrificó en aras de decisiones unipersonales. De verdad deseamos que haya lugar a la reflexión y a virar en esta toma de decisiones por el bien del país.


La familia Meza, de Uruapan Michoacán, recuerda como hace 40 años estaban sumergidos en la miseria, ya que las nuevas políticas gubernamentales, la globalización y factores externos e internos que generaban una inflación sin precedentes, no les permitían vivir con cierta dignidad sus circunstancias. Eso sí, como gente de campo, siempre tuvieron sus parcelas, una de ellas con siembra de aguacate que les daba apenas para comer. Con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio y su tesón para la siembra el crecimiento fue exponencial al grado que hoy pueden mantenerse varias familias de esas ganancias debido a la facilidad que el Tratado les da para exportar su producto sin necesidad de pagar aranceles. Ahora tiemblan con el amago de violentar ese tratado por parte de las autoridades mexicanas.

Las declaraciones del gobierno actual respecto la pérdida de soberanía en un tratado comercial del que nuestro país se ha beneficiado de forma clara resultan preocupantes. Desde luego, no preocupan en la cúpula porque suele ser un vehículo perfecto para mantenerse en campaña, sin embargo, sí afectan y atemorizan a miles de productores mexicanos que, con su trabajo, mantienen a sus familias a través de la producción de hortalizas que abastecen al mercado del norte.

En sentido estricto, este tipo de decisiones no afectarán a los gobiernos sino al mercado interno. Habría que imaginarse que el proceso no será tan largo con las evidencias de violaciones al tratado que harán valer Estados Unidos de América y Canadá. Ello porque con las reformas a leyes en materia energética, se vulnera la libre competencia que el TMEC impulsa para que todas las empresas de los tres países puedan invertir en este sector.

Las consecuencias serán una serie de consultas a través de mediadores que permitan determinar si es que existen violaciones al tratado, lo cual será un mero trámite para darse cuenta que esto ocurre y, por lo tanto, se puede alegar en un tribunal arbitral que le dará la razón a nuestros vecinos del norte. Ello propiciará que se exija a México cambiar la normatividad en 45 días y, en caso de no hacerlo, se vienen sanciones, entre ellas, la imposición de aranceles al comercio mexicano en esos dos países.

Imagínense un exportador de aguacate que con el Tratado vigente no pagaba aranceles al ingresar su producto en EUA y eso le reportaba ganancias netas importantes. Ahora, con esa sanción entrará en un proceso de pago de impuesto que le generará desventajas en sus costos frente a productores de otros países y no sólo reducirá su margen de ganancia, sino que, seguramente, perderá el mercado.

Este ejemplo multiplíquenlo por una enorme cantidad de empresarios de todos tamaños que hacen de EUA y Canadá su principal mercado. Ello sin contar que no existe posibilidad de que México se salga del acuerdo comercial, ya que la vigencia del TMEC es de 16 años a partir del 2020, por lo tanto, el sufrimiento de los empresarios y productores nacionales sería largo y acabaría poco a poco con su capacidad de ingreso.

Entendemos que no hay miedo por parte de la administración local, pero en un gobierno que piensa en la gente, en el pueblo de México, no cabría tal desinterés que puede generar sufrimiento a cientos de miles de familias porque el desarrollo que estaba destinado en un acuerdo comercial se sacrificó en aras de decisiones unipersonales. De verdad deseamos que haya lugar a la reflexión y a virar en esta toma de decisiones por el bien del país.