/ miércoles 7 de agosto de 2019

El flaco 0.1 por ciento

Crecer es uno de los objetivos del ser humano en todas sus facetas. Busca ser cada vez más grande de tal manera que exista un mayor aporte o eficiencia en los objetivos. El crecimiento espiritual, personal y económico, son metas claras en cualquier ser humano y, desde luego, en sociedades enteras. A nadie se puede engañar cuando hay evidencia de decrecimiento o estancamiento.

Crecer al 0.1% parece que es un logro por el simple hecho de que implica un aumento en la situación actual por magro que sea, sin embargo, en términos económicos no es así, ya que la concepción de las finanzas de un país implica la necesidad de contar con cifras más robustas, máxime cuando las esperanzas o las promesas eran altas.

Pues bien, sabemos que la materia económica es compleja al grado de que a veces no comprendamos las magnitudes. Pero mejor pongamos ejemplos. Supongamos que el crecimiento se mide con un metro, pues en ese escenario crecimos solamente un milímetro. O pensemos que se trata de un peso, al respecto no crecimos 10 centavos, sino un centavo.

Lo peor, si es que hubiera cosas peores, es que este crecimiento ínfimo fue festejado con bombos y platillos además de ser un dardo envenenado en contra de los especialistas en la materia, echando en cara que fallaron en sus predicciones de una recisión. Eso nos habla de la importancia que tiene para esta administración el maquillar cifras con el discurso.

Y es que debemos recordar que las promesas de campaña se basaron en un crecimiento económico de siete por ciento el cual se moderó, como era obvio, una vez que ganaron las elecciones, para ubicarse cerca del cuatro por ciento, meta que fue rebajada hasta un 2.5 por ciento para, ahora, estar felices con, más que un crecimiento, un estancamiento.

Y sí, en efecto, en términos técnicos no podemos hablar de una recesión ya que no se cumplieron los extremos que marca la teoría económica en ese rubro, sin embargo, sí se puede hablar de un estancamiento de la economía como no ocurría hace tiempo. Adicional a ello, los analistas, incluyendo a los del Banco de México, dejan claro que nuestro país no está a salvo de una recesión, ya sea en este o en el próximo año, en el que las previsiones no son nada alentadoras.

Sabemos que los esfuerzos de un gobierno responsable deben apuntar a crecer y, cuando ello no ocurre, lo que esperamos los ciudadanos, es la implementación de medidas inmediatas para evitar caer de la cornisa, como en la que nos encontramos las y los mexicanos, pero bajo ninguna circunstancia pedimos que se nos oculten las cosas como si fuéramos tan inocentes que no mereciéramos ver la realidad que lastima a nuestro país.

Tanto en las finanzas como en todos los actos de gobierno, pedimos de manera encarecida, exista responsabilidad, respeto y acciones concretas que corrijan el rumbo, ya que en muy poco tiempo no tendremos ni un 0.1 por ciento que festejar.

Crecer es uno de los objetivos del ser humano en todas sus facetas. Busca ser cada vez más grande de tal manera que exista un mayor aporte o eficiencia en los objetivos. El crecimiento espiritual, personal y económico, son metas claras en cualquier ser humano y, desde luego, en sociedades enteras. A nadie se puede engañar cuando hay evidencia de decrecimiento o estancamiento.

Crecer al 0.1% parece que es un logro por el simple hecho de que implica un aumento en la situación actual por magro que sea, sin embargo, en términos económicos no es así, ya que la concepción de las finanzas de un país implica la necesidad de contar con cifras más robustas, máxime cuando las esperanzas o las promesas eran altas.

Pues bien, sabemos que la materia económica es compleja al grado de que a veces no comprendamos las magnitudes. Pero mejor pongamos ejemplos. Supongamos que el crecimiento se mide con un metro, pues en ese escenario crecimos solamente un milímetro. O pensemos que se trata de un peso, al respecto no crecimos 10 centavos, sino un centavo.

Lo peor, si es que hubiera cosas peores, es que este crecimiento ínfimo fue festejado con bombos y platillos además de ser un dardo envenenado en contra de los especialistas en la materia, echando en cara que fallaron en sus predicciones de una recisión. Eso nos habla de la importancia que tiene para esta administración el maquillar cifras con el discurso.

Y es que debemos recordar que las promesas de campaña se basaron en un crecimiento económico de siete por ciento el cual se moderó, como era obvio, una vez que ganaron las elecciones, para ubicarse cerca del cuatro por ciento, meta que fue rebajada hasta un 2.5 por ciento para, ahora, estar felices con, más que un crecimiento, un estancamiento.

Y sí, en efecto, en términos técnicos no podemos hablar de una recesión ya que no se cumplieron los extremos que marca la teoría económica en ese rubro, sin embargo, sí se puede hablar de un estancamiento de la economía como no ocurría hace tiempo. Adicional a ello, los analistas, incluyendo a los del Banco de México, dejan claro que nuestro país no está a salvo de una recesión, ya sea en este o en el próximo año, en el que las previsiones no son nada alentadoras.

Sabemos que los esfuerzos de un gobierno responsable deben apuntar a crecer y, cuando ello no ocurre, lo que esperamos los ciudadanos, es la implementación de medidas inmediatas para evitar caer de la cornisa, como en la que nos encontramos las y los mexicanos, pero bajo ninguna circunstancia pedimos que se nos oculten las cosas como si fuéramos tan inocentes que no mereciéramos ver la realidad que lastima a nuestro país.

Tanto en las finanzas como en todos los actos de gobierno, pedimos de manera encarecida, exista responsabilidad, respeto y acciones concretas que corrijan el rumbo, ya que en muy poco tiempo no tendremos ni un 0.1 por ciento que festejar.