/ jueves 23 de mayo de 2019

El empleo formal

Estamos viviendo en México una nueva dinámica política, social, comercial, económica y por supuesto laboral. La llegada de un nuevo régimen de gobierno supone cambios y transformaciones en la agenda de la administración pública y en sus relaciones frente a los ciudadanos.

En el rubro laboral, la iniciativa privada ha expresado al nuevo Poder Ejecutivo Federal a través de cámaras empresariales y de servicios, la necesidad existente para el sector patronal de contar con estímulos fiscales y administrativos que propicien las condiciones para incrementar las contrataciones de planta laboral a lo largo del país.

En Hidalgo percibimos el esfuerzo coordinado del Gobierno del Estado, del sector empresarial y de las organizaciones de la sociedad civil que han posicionado a nuestra entidad en el cuarto lugar nacional con la mayor tasa de crecimiento que se coloca por arriba del promedio nacional del 1.3 % según información del IMSS con datos al cierre de marzo de este año.

En días pasados el Instituto Mexicano del Seguro Social reportó la creación de alrededor de 30 mil empleos formales durante abril pasado. No obstante en todo el país se requieren generar cuando menos 100 mil empleos formales nuevos al mes, es decir, 1.2 millones de plazas necesarias para poder emplear a los jóvenes que se incorporan a la población económicamente activa.

La base obrera y profesionista de México ha tenido un fortalecimiento técnico en sus perfiles. Hidalgo es muestra tangible de la mejora en las capacitaciones y conocimientos de mujeres y hombres que hoy en día conforman una mano de obra y una plantilla de prestadores de servicios profesionales altamente calificada y de excelencia que representan los casi 7 mil empleos generados en el Estado durante el primer trimestre de 2010.

México ha tenido un crecimiento durante los últimos años en empleos de los sectores agropecuario, de transportes y comunicaciones, textil, alimentario y de la industria de la transformación.

Sin embargo, a escala nacional ha existido durante estos primeros meses del año una especie de recesión laboral propia de la especulación comercial existente principalmente en las zonas fronterizas del norte.

Derivado del anuncio realizado por las autoridades del IMSS, para entonces aún bajo la directriz de Germán Martínez, surgió un interesante análisis del colectivo social “México, ¿cómo vamos?”, en el que clarifica que durante el periodo que comprende de enero a abril de este año se ha dado la tasa de empleos más baja desde 2010 y asimismo se deja constancia que la desaceleración de empleos formales se ha dado de forma sostenida desde agosto de 2018.

Lo que México requiere es una responsabilidad social amplia. Amplia, en el sentido de poder unirnos como sociedad en beneficio propio, ayudarnos entre sectores productivos para formalizar acuerdos comerciales y de negocios y lo más importante, dar empleabilidad a mexicanas y mexicanos en edad de desarrollo, que son en muchos de los casos jefes de familia.

Tenemos el derecho constitucional por igual a una vida digna junto a un trabajo bien remunerado, que los trabajadores tengan una relación laboral reconocida, con derechos laborales para lograr niveles más altos de productividad.

Estamos viviendo en México una nueva dinámica política, social, comercial, económica y por supuesto laboral. La llegada de un nuevo régimen de gobierno supone cambios y transformaciones en la agenda de la administración pública y en sus relaciones frente a los ciudadanos.

En el rubro laboral, la iniciativa privada ha expresado al nuevo Poder Ejecutivo Federal a través de cámaras empresariales y de servicios, la necesidad existente para el sector patronal de contar con estímulos fiscales y administrativos que propicien las condiciones para incrementar las contrataciones de planta laboral a lo largo del país.

En Hidalgo percibimos el esfuerzo coordinado del Gobierno del Estado, del sector empresarial y de las organizaciones de la sociedad civil que han posicionado a nuestra entidad en el cuarto lugar nacional con la mayor tasa de crecimiento que se coloca por arriba del promedio nacional del 1.3 % según información del IMSS con datos al cierre de marzo de este año.

En días pasados el Instituto Mexicano del Seguro Social reportó la creación de alrededor de 30 mil empleos formales durante abril pasado. No obstante en todo el país se requieren generar cuando menos 100 mil empleos formales nuevos al mes, es decir, 1.2 millones de plazas necesarias para poder emplear a los jóvenes que se incorporan a la población económicamente activa.

La base obrera y profesionista de México ha tenido un fortalecimiento técnico en sus perfiles. Hidalgo es muestra tangible de la mejora en las capacitaciones y conocimientos de mujeres y hombres que hoy en día conforman una mano de obra y una plantilla de prestadores de servicios profesionales altamente calificada y de excelencia que representan los casi 7 mil empleos generados en el Estado durante el primer trimestre de 2010.

México ha tenido un crecimiento durante los últimos años en empleos de los sectores agropecuario, de transportes y comunicaciones, textil, alimentario y de la industria de la transformación.

Sin embargo, a escala nacional ha existido durante estos primeros meses del año una especie de recesión laboral propia de la especulación comercial existente principalmente en las zonas fronterizas del norte.

Derivado del anuncio realizado por las autoridades del IMSS, para entonces aún bajo la directriz de Germán Martínez, surgió un interesante análisis del colectivo social “México, ¿cómo vamos?”, en el que clarifica que durante el periodo que comprende de enero a abril de este año se ha dado la tasa de empleos más baja desde 2010 y asimismo se deja constancia que la desaceleración de empleos formales se ha dado de forma sostenida desde agosto de 2018.

Lo que México requiere es una responsabilidad social amplia. Amplia, en el sentido de poder unirnos como sociedad en beneficio propio, ayudarnos entre sectores productivos para formalizar acuerdos comerciales y de negocios y lo más importante, dar empleabilidad a mexicanas y mexicanos en edad de desarrollo, que son en muchos de los casos jefes de familia.

Tenemos el derecho constitucional por igual a una vida digna junto a un trabajo bien remunerado, que los trabajadores tengan una relación laboral reconocida, con derechos laborales para lograr niveles más altos de productividad.