/ sábado 3 de agosto de 2019

¿DESARROLLO ESTABILIZADOR?

En el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines “todos los funcionarios públicos deberían declarar sus bienes”. A los integrantes del servicio público que dieran muestras de enriquecimiento inexplicable, se les podía, sin denuncia previa de oficio, investigar. Es urgente, decía el presidente, realizar una “moralidad implacable”. En la toma de protesta, el presidente señaló que la corrupción era una herida profunda en el país. Otra de las acciones fue acabar con los monopolios, con sanciones para quienes realizaran esa práctica. Las penas eran multas o hasta cárcel por nueve años. También instituyó el gobierno el control de precios. Y se instrumentó una política de austeridad. Se frenó el programa de obras públicas para evitar que las constructoras privadas medraran con el presupuesto federal. La meta era recuperar el poder adquisitivo de la población. El objetivo político de Ruiz Cortines fue también romper con el gobierno de su antecesor Miguel Alemán. Quienes pretendieron apoyar a Alemán, como lo hizo el gobernador de Guerrero, Alejandro Gómez Moganda, sufrió la desaparición de poderes. Y después se dio la “renuncia voluntaria” de Tomás Marentes, gobernador de Yucatán. Hasta que en enero de 1953 el propio Miguel Alemán declaró: “Los proyectos de Adolfo Ruiz Cortines eran de vital importancia para el país”. Dicho lo anterior, se fue a viajar por Europa. Por la austeridad quedaron muchas obras inconclusas, se frenaron los apoyos a campesinos y a otros programas sociales. Los empresarios y proveedores del gobierno manifestaron su molestia en la prensa mexicana. Los bancos informaron que las firmas internacionales no estaban invirtiendo. El freno a las inversiones, la salida de capitales y la austeridad del gobierno impidieron el crecimiento nacional. Ruiz Cortines, entonces, modificó su política. Nació así lo que él llamó, “desarrollo estabilizador”. Prudencia en el gasto público, bajos salarios y búsqueda de créditos en el exterior. El gobierno mexicano pensaba que con el ahorro interno se fortalecería la economía, no sucedió y México se vio forzado a recurrir a préstamos en la banca internacional. En 1954 la economía mexicana no soportó más y fue necesaria una devaluación. El dólar estaba a $8.65 y subió a S12.50. Los precios en la canasta básica aumentaron. Aparecieron los créditos y se inyectó ese dinero para obras y reactivar la economía. El presidente autorizó aumentos al salario y pidió a los empresarios que mejoraran los salarios al trabajo fecundo y creador de los obreros. La receta no fue buena, ¿lo será ahora?

En el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines “todos los funcionarios públicos deberían declarar sus bienes”. A los integrantes del servicio público que dieran muestras de enriquecimiento inexplicable, se les podía, sin denuncia previa de oficio, investigar. Es urgente, decía el presidente, realizar una “moralidad implacable”. En la toma de protesta, el presidente señaló que la corrupción era una herida profunda en el país. Otra de las acciones fue acabar con los monopolios, con sanciones para quienes realizaran esa práctica. Las penas eran multas o hasta cárcel por nueve años. También instituyó el gobierno el control de precios. Y se instrumentó una política de austeridad. Se frenó el programa de obras públicas para evitar que las constructoras privadas medraran con el presupuesto federal. La meta era recuperar el poder adquisitivo de la población. El objetivo político de Ruiz Cortines fue también romper con el gobierno de su antecesor Miguel Alemán. Quienes pretendieron apoyar a Alemán, como lo hizo el gobernador de Guerrero, Alejandro Gómez Moganda, sufrió la desaparición de poderes. Y después se dio la “renuncia voluntaria” de Tomás Marentes, gobernador de Yucatán. Hasta que en enero de 1953 el propio Miguel Alemán declaró: “Los proyectos de Adolfo Ruiz Cortines eran de vital importancia para el país”. Dicho lo anterior, se fue a viajar por Europa. Por la austeridad quedaron muchas obras inconclusas, se frenaron los apoyos a campesinos y a otros programas sociales. Los empresarios y proveedores del gobierno manifestaron su molestia en la prensa mexicana. Los bancos informaron que las firmas internacionales no estaban invirtiendo. El freno a las inversiones, la salida de capitales y la austeridad del gobierno impidieron el crecimiento nacional. Ruiz Cortines, entonces, modificó su política. Nació así lo que él llamó, “desarrollo estabilizador”. Prudencia en el gasto público, bajos salarios y búsqueda de créditos en el exterior. El gobierno mexicano pensaba que con el ahorro interno se fortalecería la economía, no sucedió y México se vio forzado a recurrir a préstamos en la banca internacional. En 1954 la economía mexicana no soportó más y fue necesaria una devaluación. El dólar estaba a $8.65 y subió a S12.50. Los precios en la canasta básica aumentaron. Aparecieron los créditos y se inyectó ese dinero para obras y reactivar la economía. El presidente autorizó aumentos al salario y pidió a los empresarios que mejoraran los salarios al trabajo fecundo y creador de los obreros. La receta no fue buena, ¿lo será ahora?