/ sábado 16 de octubre de 2021

Dámaso Pérez Prado

PASO A DESNIVEL


En el año de 1948 llegó de Cuba, a la ciudad de México, Benny Moré y Kiko Mendive, compatriotas suyos, ya habían logrado el reconocimiento en los centros de baile. Ambos le facilitaron su andar y pronto comenzó a tocar en un club nocturno.

Dámaso Pérez Prado nació en Matanzas, Cuba, el 11 de diciembre de 1916.

Su vocación lo impulsó a estudiar piano y pronto comenzó a participar en La Habana, fue tal su éxito que Orlando Guerra lo animó para que fuera parte de los músicos de la Orquesta Casino de la Playa.

En México, la gran corriente musical era tan fuerte que convocaba a los mejores para vigorizar los carteles en la vida nocturna.

Esto, y los triunfos en su carrera, propiciaron que Pérez Prado viajara a México.

Ya en nuestro país, Dámaso, formó su propia orquesta. Los salones de baile lo contrataron para amenizar sus veladas, en esa época, el cine mexicano volteó hacia los guiones en los cuales el baile era una parte fundamental y encontraron en el matancero, el baluarte sonoro de las cintas de moda.

La radio fue sin duda contundente para que la música del cubano, alcanzaran un triunfo rotundo.

En los taxis, camiones de pasajeros, talleres, por doquier, se escuchaban los temas, que con las percusiones y la sonoridad de los metales con trompetas y saxofones, consolidaban el mambo.

Este ritmo, que si bien ya existía desde una década antes, Pérez Prado, lo convirtió en un nuevo género del baile.

Este nuevo estilo fue impulsado en el cine por Ninón Sevilla, María Antonieta Pons y Tongolele.

Finalizaban los años 40s y Dámaso grabó su primer disco.

“Qué rico el mambo” y “Mambo número 8”, catapultaron al acetato para convertirlo en el más escuchado. El resultado fue la internacionalización del artista, que se presentó en Los Ángeles.

Luego siguieron presentaciones en Nueva York, Chicago y otras ciudades.

“El Mambo Universitario”, “El Mambo del Politécnico”, “Norma la de Guadalajara”, “Patricia”, “Cerezo Rosa” y tantos más, son una muestra de su constelación musical.

Su orquesta formada con músicos mexicanos le dio un renombre inusitado a Pérez Prado.

En 1955 la Asociación de Críticos Norteamericanos declaró a la Orquesta de Pérez Prado la más popular y logró un Disco de Oro por “Cerezo Rosa”. Hoy la música de Pérez Prado es ejecutada por las más reconocidas orquestas en varios países del planeta.

Un artista que llegó de otras tierras para hacer de México su patria, se nacionalizó en 1980, y con su ritmo hizo la vida del baile más atractiva.

Murió el 14 de septiembre de 1989 en la Ciudad de México.

PASO A DESNIVEL


En el año de 1948 llegó de Cuba, a la ciudad de México, Benny Moré y Kiko Mendive, compatriotas suyos, ya habían logrado el reconocimiento en los centros de baile. Ambos le facilitaron su andar y pronto comenzó a tocar en un club nocturno.

Dámaso Pérez Prado nació en Matanzas, Cuba, el 11 de diciembre de 1916.

Su vocación lo impulsó a estudiar piano y pronto comenzó a participar en La Habana, fue tal su éxito que Orlando Guerra lo animó para que fuera parte de los músicos de la Orquesta Casino de la Playa.

En México, la gran corriente musical era tan fuerte que convocaba a los mejores para vigorizar los carteles en la vida nocturna.

Esto, y los triunfos en su carrera, propiciaron que Pérez Prado viajara a México.

Ya en nuestro país, Dámaso, formó su propia orquesta. Los salones de baile lo contrataron para amenizar sus veladas, en esa época, el cine mexicano volteó hacia los guiones en los cuales el baile era una parte fundamental y encontraron en el matancero, el baluarte sonoro de las cintas de moda.

La radio fue sin duda contundente para que la música del cubano, alcanzaran un triunfo rotundo.

En los taxis, camiones de pasajeros, talleres, por doquier, se escuchaban los temas, que con las percusiones y la sonoridad de los metales con trompetas y saxofones, consolidaban el mambo.

Este ritmo, que si bien ya existía desde una década antes, Pérez Prado, lo convirtió en un nuevo género del baile.

Este nuevo estilo fue impulsado en el cine por Ninón Sevilla, María Antonieta Pons y Tongolele.

Finalizaban los años 40s y Dámaso grabó su primer disco.

“Qué rico el mambo” y “Mambo número 8”, catapultaron al acetato para convertirlo en el más escuchado. El resultado fue la internacionalización del artista, que se presentó en Los Ángeles.

Luego siguieron presentaciones en Nueva York, Chicago y otras ciudades.

“El Mambo Universitario”, “El Mambo del Politécnico”, “Norma la de Guadalajara”, “Patricia”, “Cerezo Rosa” y tantos más, son una muestra de su constelación musical.

Su orquesta formada con músicos mexicanos le dio un renombre inusitado a Pérez Prado.

En 1955 la Asociación de Críticos Norteamericanos declaró a la Orquesta de Pérez Prado la más popular y logró un Disco de Oro por “Cerezo Rosa”. Hoy la música de Pérez Prado es ejecutada por las más reconocidas orquestas en varios países del planeta.

Un artista que llegó de otras tierras para hacer de México su patria, se nacionalizó en 1980, y con su ritmo hizo la vida del baile más atractiva.

Murió el 14 de septiembre de 1989 en la Ciudad de México.