/ sábado 9 de abril de 2022

Antonio López de Santa Ana, Alteza Serenísima

PASO A DESNIVEL


La historia registra que México anhelaba la pacificación interna y el cumplimiento de las promesas de Antonio López de Santa Ana, quién asumía una vez más el poder en 1853.

Sucedió lo contrario; construyó un régimen despótico. Otorgó cargos políticos a sus cercanos, limitó las libertades ciudadanas, se rodeó de una ostentación propia de las monarquías, hizo vigente la Orden de Guadalupe, creada durante el Imperio de Iturbide y adoptó para él, el título de Alteza Serenísima.

Nunca se podrá considerar este hecho como un acto de Estado, y sí como un carnaval.

Reza así parte del decreto.

Antonio Diez de Bonilla, General de Brigada, Caballero de la Nacional y distinguida Orden Mexicana de Guadalupe y Gobernador del Distrito de México a los habitantes de este, sabed. El Exmo: Sr. General Presidente se ha servido dirigirme el decreto que sigue:

Antonio López de Santa-Ana, Benemérito de la Patria, General de División, Gran Maestre de la Nacional y distinguida orden de Guadalupe, Caballero Gran Cruz de la Real y distinguida Orden Española de Carlos III y Presidente de la República Mexicana.

A todos los que el presente vieren sabed:

Que con presencia de todas las actas remitidas por las autoridades, corporaciones y personas más notables de todos los Departamentos y pueblos de la República, en apoyo de la declaración hecha en la ciudad de Guadalajara, en 17 del mes anterior, y oído en el particular al Consejo de Estado, de conformidad con lo que él ha propuesto en su mayor parte, y en uso de las facultades que la nación se ha servido conferirme, he decretado lo siguiente.

Artículo 1o . Se declara que por voluntad de la nación, el actual presidente de ella continuará con las facultades de que se haya investido, por el tiempo que lo juzgare necesario para la consolidación del orden público, el aseguramiento de la integridad territorial y el completo arreglo de los ramos de la administración.

Art.2o . Que para el caso de fallecimiento o imposibilidad física y moral del mismo actual presidente, podrá escoger sucesor, asentando su nombre en pliego cerrado y sellado, y con las restricciones que creyere oportunas.

Art. 3o . El tratamiento de Alteza Serenísima será para lo sucesivo anexo al cargo de Presidente de la República.

Antonio Diez Bonilla, mandó se imprimiera y publicara el 16 de diciembre de 1853. Santa Ana renunció a la presidencia de México el 12 de agosto de 1855 y abandonó al país acompañado de “su título” que lo retrató de cuerpo entero, mostrando –eso sí– lo peor de él. Un burlador que se tuvo que exiliar, muy lejos.

PASO A DESNIVEL


La historia registra que México anhelaba la pacificación interna y el cumplimiento de las promesas de Antonio López de Santa Ana, quién asumía una vez más el poder en 1853.

Sucedió lo contrario; construyó un régimen despótico. Otorgó cargos políticos a sus cercanos, limitó las libertades ciudadanas, se rodeó de una ostentación propia de las monarquías, hizo vigente la Orden de Guadalupe, creada durante el Imperio de Iturbide y adoptó para él, el título de Alteza Serenísima.

Nunca se podrá considerar este hecho como un acto de Estado, y sí como un carnaval.

Reza así parte del decreto.

Antonio Diez de Bonilla, General de Brigada, Caballero de la Nacional y distinguida Orden Mexicana de Guadalupe y Gobernador del Distrito de México a los habitantes de este, sabed. El Exmo: Sr. General Presidente se ha servido dirigirme el decreto que sigue:

Antonio López de Santa-Ana, Benemérito de la Patria, General de División, Gran Maestre de la Nacional y distinguida orden de Guadalupe, Caballero Gran Cruz de la Real y distinguida Orden Española de Carlos III y Presidente de la República Mexicana.

A todos los que el presente vieren sabed:

Que con presencia de todas las actas remitidas por las autoridades, corporaciones y personas más notables de todos los Departamentos y pueblos de la República, en apoyo de la declaración hecha en la ciudad de Guadalajara, en 17 del mes anterior, y oído en el particular al Consejo de Estado, de conformidad con lo que él ha propuesto en su mayor parte, y en uso de las facultades que la nación se ha servido conferirme, he decretado lo siguiente.

Artículo 1o . Se declara que por voluntad de la nación, el actual presidente de ella continuará con las facultades de que se haya investido, por el tiempo que lo juzgare necesario para la consolidación del orden público, el aseguramiento de la integridad territorial y el completo arreglo de los ramos de la administración.

Art.2o . Que para el caso de fallecimiento o imposibilidad física y moral del mismo actual presidente, podrá escoger sucesor, asentando su nombre en pliego cerrado y sellado, y con las restricciones que creyere oportunas.

Art. 3o . El tratamiento de Alteza Serenísima será para lo sucesivo anexo al cargo de Presidente de la República.

Antonio Diez Bonilla, mandó se imprimiera y publicara el 16 de diciembre de 1853. Santa Ana renunció a la presidencia de México el 12 de agosto de 1855 y abandonó al país acompañado de “su título” que lo retrató de cuerpo entero, mostrando –eso sí– lo peor de él. Un burlador que se tuvo que exiliar, muy lejos.