/ domingo 10 de enero de 2021

Anastasio María de Ochoa y Acuña

En el Siglo XVIII hubo en el ahora Estado de Hidalgo, un gran escritor, reconocido en México y en el extranjero. Nació Huichapan, el 27 de abril de 1783. Fue hijo de Ignacio Alejandro Ochoa y de Úrsula Sotero de Acuña, ambos naturales de España. Tenía desde joven la cualidad de ser inquieto y buscar su destino y aunque en ese tiempo, Huichapan era una población reducida, este hombre encontró su vocación como escritor y después de cursar la educación elemental que había en su tierra natal, pasó a la Ciudad de México donde se convirtió en un aventajado alumno de Juan Picazo, un reconocido escritor de la época con quien aprendió latín.

Ingresó al Colegio de San Ildefonso para cursar filosofía, y en 1803 pasó a la Universidad a estudiar cánones y teología. Simultáneamente aprendió los idiomas inglés, francés e italiano, cosa poco común en esa época. Se ganó la vida como maestro y luego como escribiente del juzgado de capellanías. En 1813 obtuvo una beca de gracia en el seminario conciliar, y en 1816 se ordenó Presbítero. Al año siguiente fue nombrado Cura de El Pueblito, y, hacia 1820, de la parroquia del Espíritu Santo, ambos en Querétaro. Después de algunos años regreso a la capital del país.

A los 23 años publicó en el Diario de México su primera letrilla satírica, que fue recibida con el aplauso de la crítica. En 1811 fue recibido en la Arcadia Mexicana, reunión de los literatos más distinguidos donde se llamó Damón y luego Astanio. Publicó sus composiciones bajo distintos seudónimos como: Atanasio de Achacoso, Ucaña y El Tuerto.Sus numerosos escritos, revisados y agrupados por él mismo, se publicaron en 1828 en Nueva York con el título de Poesías de un Mexicano. De su producción como autor y traductor se ha perdido la mayor parte. Entre sus traducciones que aún se conservan figuran las siguientes: de latín, La Penélope del jesuita Andrés Friz, y en versos endecasílabos las Heroidas de Ovidio; del francés el Fascistol de Boileau, y el Bayaceto de Racine; del italiano la Virginia, de Alfieri. Puso en octavas reales el célebre poema de Fenelón, El Telémaco, que casi llegó a concluir, y arregló la Eugenia de Beaumarchais.

En prosa escribió una comedia original: El Amor por Apoderado, y en verso una tragedia para teatro: Don Alfonso. Inició las Cartas de Odalmira y Elisandro. Ochoa pertenece al periodo de transición entre el siglo XVIII y el romanticismo, y es el primer poeta satírico que tuvo México. El género festivo fue su preferido, y a través de él se dedicó a pintar la vida social mexicana y a fustigar sus vicios; en este aspecto fue precursor de Fernández de Lizardi. Sus obras reúnen la gracia, la corrección, la utilidad y el recreo, la viveza y la oportunidad. Todavía a finales del siglo pasado eran sumamente populares sus epigramas, letrillas y sonetos. Víctima del cólera morbus, falleció en la Ciudad de México el 4 de agosto de 1833.

En el Siglo XVIII hubo en el ahora Estado de Hidalgo, un gran escritor, reconocido en México y en el extranjero. Nació Huichapan, el 27 de abril de 1783. Fue hijo de Ignacio Alejandro Ochoa y de Úrsula Sotero de Acuña, ambos naturales de España. Tenía desde joven la cualidad de ser inquieto y buscar su destino y aunque en ese tiempo, Huichapan era una población reducida, este hombre encontró su vocación como escritor y después de cursar la educación elemental que había en su tierra natal, pasó a la Ciudad de México donde se convirtió en un aventajado alumno de Juan Picazo, un reconocido escritor de la época con quien aprendió latín.

Ingresó al Colegio de San Ildefonso para cursar filosofía, y en 1803 pasó a la Universidad a estudiar cánones y teología. Simultáneamente aprendió los idiomas inglés, francés e italiano, cosa poco común en esa época. Se ganó la vida como maestro y luego como escribiente del juzgado de capellanías. En 1813 obtuvo una beca de gracia en el seminario conciliar, y en 1816 se ordenó Presbítero. Al año siguiente fue nombrado Cura de El Pueblito, y, hacia 1820, de la parroquia del Espíritu Santo, ambos en Querétaro. Después de algunos años regreso a la capital del país.

A los 23 años publicó en el Diario de México su primera letrilla satírica, que fue recibida con el aplauso de la crítica. En 1811 fue recibido en la Arcadia Mexicana, reunión de los literatos más distinguidos donde se llamó Damón y luego Astanio. Publicó sus composiciones bajo distintos seudónimos como: Atanasio de Achacoso, Ucaña y El Tuerto.Sus numerosos escritos, revisados y agrupados por él mismo, se publicaron en 1828 en Nueva York con el título de Poesías de un Mexicano. De su producción como autor y traductor se ha perdido la mayor parte. Entre sus traducciones que aún se conservan figuran las siguientes: de latín, La Penélope del jesuita Andrés Friz, y en versos endecasílabos las Heroidas de Ovidio; del francés el Fascistol de Boileau, y el Bayaceto de Racine; del italiano la Virginia, de Alfieri. Puso en octavas reales el célebre poema de Fenelón, El Telémaco, que casi llegó a concluir, y arregló la Eugenia de Beaumarchais.

En prosa escribió una comedia original: El Amor por Apoderado, y en verso una tragedia para teatro: Don Alfonso. Inició las Cartas de Odalmira y Elisandro. Ochoa pertenece al periodo de transición entre el siglo XVIII y el romanticismo, y es el primer poeta satírico que tuvo México. El género festivo fue su preferido, y a través de él se dedicó a pintar la vida social mexicana y a fustigar sus vicios; en este aspecto fue precursor de Fernández de Lizardi. Sus obras reúnen la gracia, la corrección, la utilidad y el recreo, la viveza y la oportunidad. Todavía a finales del siglo pasado eran sumamente populares sus epigramas, letrillas y sonetos. Víctima del cólera morbus, falleció en la Ciudad de México el 4 de agosto de 1833.